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La Mama Lucha fue una de las pioneras de las extorsiones en la capital
En los 90, los mercados eran los objetivos principales de los clanes familiares. Así empezaron las extorsiones en Quito lideradas por la Mama Lucha
Fue sentenciado a muerte por la Mama Lucha cuando localizó su casa y las propiedades donde secuestraba a sus víctimas. El policía de Inteligencia preparó un contundente informe y, más adelante, uno de los hijos fue arrestado… Cuatro décadas después, tras haber sorteado las amenazas de una de las delincuentes más temidas –y queridas– de Quito, cuenta que Luz María Endara, su nombre de pila, fue la pionera de las ‘vacunas’ en la capital. Los quiteños desconocían ese término. A las extorsiones las llamaban las ‘tasaslucha’.
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“Yo estaba en la lista número uno de ella”, suelta el policía, hoy retirado, desde su trinchera, donde pide absoluto anonimato. Han pasado casi 18 años de la muerte de la Mama Lucha a causa de una enfermedad terminal, en junio de 2006. Pero su alias todavía revive el miedo de una época gris en la que ‘reinaban’ los clanes familiares. Quienes se atreven a hablar de ella y sus andanzas, revelan –entre el susurro y la denuncia– cómo comenzaron los ‘cobros de tasas’ en la ciudad.
Las vendedoras de los mercados y ferias libres eran sus principales objetivos en los 90, dice el policía. Cobraba las ‘tasaslucha’ en Santa Clara, San Roque, La Mena Dos, La Carolina… sus tentáculos se había extendido a diferentes barrios del sur y centro quiteño. Entonces, los uniformados de aquella época trataban de seguirle las pistas. Fue así como identificaron que no operaba sola. Había toda una red familiar que se beneficiaba del poderío que la Mama Lucha, nacida en 1934, ya había construido en la zona.
Quienes se oponían a los cobros ilegales recibían fuertes palizas. Eran secuestrados dos o tres días. Violaban a las mujeres y les enviaban los calzonarios a sus maridos. Y algunos, incluso, morían. Como el crimen de la señora Corazón, recuerda el policía. Un día, le echaron gasolina en la puerta de su cantina, en la calle Barahona, sector 24 de Mayo, centro de Quito. Ella se quemó, perdió la vista y, un mes después, falleció.
Hubo otro caso que reportaron los medios de comunicación y que llevó a la Mama Lucha a prisión. Fue en 1996, cuando se inició un escándalo en un mercado quiteño, donde murió César Unapucha Morales. Y así, muchos más. De a poco, su nombre y sus diferentes alias empezaron a aparecer en los periódicos.
“Luz María Endara Altamirano, Mama Lucha, doña Lucha, gorda Lucha, la Loca Lucha (...) registra en los archivos de la policía 15 detenciones acusada por cachinería, estafadora y cómplice de estruchantes. Su negocio consiste en el cobro ilegal de tasas a los vendedores ambulantes (tasaslucha). Los valores van de acuerdo al espacio de la acera y al tipo de negocio, de 1.000 a 30.000 sucres semanales”, reza uno de los párrafos de un diario de la época.
Las víctimas, por supuesto, denunciaban en el Servicio de Investigación Criminal (SIC) de entonces, también en las comisarías, relata el policía. Pero cuando Luz María era detenida, había gente que se volcaba a las calles para expresarle su apoyo: “Luz María Endara es inocente”, “La justicia tarda pero llega… Viva la señora Luz María Endara”, exponían carteles, como aquella vez que la mujer ingresó a los tribunales. La diligencia fue transmitida por TC Televisión.
“Han violado los derechos de una pobre mujer como yo, que jamás he cometido un delito, porque si hubiese cometido un delito, no tendría el respaldo de mi gente”, decía la Mama Lucha frente a los magistrados. Pero no todos le creían. Por eso la llamaban la Al Capone Andina, con relación al peligroso gánster estadounidense que estuvo recluido en Alcatraz. Además, se había ganado el odio de las víctimas y allegados. Fue así como un joven, cuyo familiar había sido atacado por la banda de la Mama Lucha, le asestó dos puñaladas.
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Lograron salvarla. Pero empezó la caída del ‘impero’ de esta mujer. Cuando Sixto Durán Ballén era presidente (10 de agosto de 1992-10 de agosto de 1996), el ministro de Gobierno, Xavier Ledesma, ordenó a la Policía una investigación direccionada sobre las denuncias que tenía en su contra y también por el ataque que había recibido. Al parecer, tenía carros de lujo y varios bienes sin justificación. Desde entonces enfrentó varios juicios. Pero su abogado, Juan Campaña, logró liberarla. Nunca la condenaron. Tras su muerte, en 2006, sus restos fueron enterrados en un suntuoso mausoleo, en el Cementerio de San Diego, donde está escrita la leyenda: ‘Familia Endara’.
La Mama Lucha pudo haber sido la pionera de las ‘vacunas’, pero no fue la única.
El poderío de los clanes familiares
Alexandra Mantilla, perfiladora criminal, explica que ningún delito aparece de un día para el otro. Por ejemplo, la extorsión no se ha dado solo en los últimos dos años, sino que históricamente ha habido un registro en el país, y en ciertas partes mucho más, como en Quito. Para entender, la experta detalla que toda organización criminal tiene una historicidad. A medida que transcurre el tiempo, el delito y la conformación de los grupos van a mutar.
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En los 90, los clanes familiares desarrollaron y pulieron el delito de extorsión. La Mama Lucha era el máximo exponente. Ejercían la violencia interpersonal, señala Mantilla. Es decir, presionaban a los vendedores a pagar, y, cuando se rehusaban, los sacaban a golpes de los puestos, los secuestraban. Las víctimas no se podían defender, ya que los mercados, plazas, ferias, estaban controlados por los clanes. Y por eso había sendas peleas allí.
Otro de los clanes que causaban terror en aquella época era el de Colón Pico. Su nombre apareció nuevamente en enero de 2024 cuando la fiscal general del Estado, Diana Salazar, lo acusó de estar detrás de las amenazas en su contra. Y fue arrestado.
El 9 de enero de 2024, durante un amotinamiento en la cárcel de Riobamba, escapó. Hace días circuló información de que había muerto. Pero las autoridades han dicho que solo fue una cortina de humo para que dejaran de buscarlo. Años atrás, Colón Pico era conocido como el dueño de las calles. Manejaba una red de delincuentes de autos, de partes. Atemorizaba a los quiteños. Pero, según la perfiladora criminal, rompió su clan para pertenecer a Los Lobos, un grupo de delincuencia organizada (GDO). Una evolución de la criminalidad.
Pero los clanes familiares no eran los únicos que tenían en zozobra a los comerciantes. También había las pandillas, que cometían delitos menores (entre esos, la extorsión) para mantener un sector bajo su dominio, señala la experta. La principal diferencia entre estos grupos y los GDO es “el sentido de pertenencia”. Ambos reclutan menores de edad, pero –por doctrina– las pandillas van a cuidar a quienes reclutan. Mientras que los grupos organizados los ponen en el último escalón, donde pueden subir, ser detenidos o morir.
Ahora los GDO han tomado el control de la extorsión en el país. Las ‘vacunas’. Pero lo han conseguido con una escalada de violencia sin precedentes. Pese a ello, Mantilla asegura que los clanes familiares no van a dejar de funcionar. Están en sitios muy concretos. Muchos jóvenes han crecido en ese ambiente donde han normalizado el delito, que pasa de generación en generación. Los territorios favoritos para extorsionar siguen siendo los mercados.
Lo confirma el policía que se libró de la muerte tras la amenaza de la Mama Lucha. Ahora dice que las Marías Luisas, otro clan familiar, siguen cobrando las ‘tasas’ y el miedo sigue siendo la mejor arma que tienen.
La evolución de la extorsión
El general Freddy Sarzosa, director general de Investigación de la Policía, informó que actualmente trabajan con el plan de acción FICE (Fuerza Investigativa contra la Extorsión), cuyo objetivo apunta a reducir y contener el delito de extorsión en Quito, Guayaquil y otros cantones. Están tras la pista de las “organizaciones terroristas”. Y, según el oficial, ha habido una efectividad del 62 %.
Sin embargo, dentro de los delitos de extorsión, la modalidad virtual ha tenido un incremento del 50 % en el país, admite. ¿Cómo funciona? Solicitan dinero a través de redes sociales, con la finalidad de realizar negocios, como la venta de vehículos. También usan plataformas en las que se dan supuestamente préstamos sin requisitos e interés. Las personas son víctimas de extorsión e, incluso, secuestro.
Ya se ha designado a un grupo especial de la Policía para determinar la trazabilidad de las extorsiones virtuales, cuyos casos se han registrado en Quito e Ibarra. Entre enero y marzo, se realizaron 76 operativos contra la extorsión en todo el país. Y hubo 166 detenidos.
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