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Educación

En la manifestación de Guayaquil empezaron 12 personas, pero terminaron ocho. Cuatro se retiraron porque se descompensaron en su salud .cortesía

¡Maestros felizotes por el fallo de la Corte Constitucional!

Una madre y un bachiller se unieron a la huelga de hambre que el magisterio guayaquileño realizó, medida que buscaba el pronunciamiento del organismo jurisdiccional sobre las reformas de la Ley Orgánica de Educación Intercultural

“Así como todo el país festejó los logros olímpicos de nuestros deportistas, así los maestros celebramos el fallo de la Corte Constitucional, entidad que declaró la constitucionalidad de la Ley Orgánica de Educación Intercultural (LOEI). El 11 de agosto del 2021 es una fecha histórica”, manifiesta Pedro Delgado, docente de 27 años de carrera, quien formó parte de la huelga de hambre de 32 días, la cual exigía el pronunciamiento de la entidad jurisdiccional.

Su madre Olga Cedeño (79 años) vive con Pedro. Cuenta que en su ausencia oraba, no dormía y lloraba porque estaba preocupada por la gastritis de su hijo.

“No estaba de acuerdo con que él se sume a la protesta, pero se fue con mi bendición. Soy hipertensa y diabética, se me bajó el azúcar. El doctor me dijo que las preocupaciones lo provocaba, yo le dije: ‘Cómo evitarlo, soy madre’”, expresa la septuagenaria, quien está orgullosa, porque el sacrificio no fue en vano.

Pedro junto a su madre, quien todos los días oraba por la salud de su hijo y compañeros.Romina Almeida/Extra

Impactando vidas

El ‘profe’ no tiene hijos, pero su lucha inspira a sus alumnos. Uno de ellos es Hugo (17), estudiante de la Unidad Educativa Fiscal PCEI Abdón Calderón Muñoz, que funciona en el correccional de adolescentes infractores varones de Guayaquil; allí labora hace cuatro años. El joven creó un arte y lo estampó en la camiseta que su maestro portó en la manifestación.

80 huelguistas formaron parte de la manifestación, a nivel nacional. 

Otro chico que lo conmovió fue César (16), quien le dijo que no tenía padres, que siempre estuvo en la calle, pero estaba feliz en el correccional no solo porque comía a diario, sino también por conocerlo y enseñarle a luchar.

“Se puso a llorar, esa es la recompensa; esto va más allá de una mejor jubilación o salario (ítems pendientes de la LOEI), quiero vidas dignas que digan con satisfacción: ‘Allí va mi maestro, no mi violador’; porque con esta ley se perseguirá a los abusadores sexuales de nuestros chicos, pues hay 4.600 denuncias que no han sido resueltas”, señala el educador.

Jackeline y el resto de huelguistas fueron revisados por personal médico.cortesía

La madre y el estudiante

Jackeline Navarrete fue una madre que se sumó a la causa. “Lo hice pensando en las generaciones que se beneficiarán de tener internet gratuito, carreras técnicas, lo que implica más oportunidades laborales; más presupuesto para la educación. Que los padres podamos escoger el plantel y no un sistema incoherente”, indica.

La huelga de hambre inició el 12 de julio, a las 10:00, y terminó el 12 de agosto pasado. La plaza San Francisco, centro porteño, fue el sitio de la concentración.

Llegó con una maleta y una colcha. ‘Aguantó’ el hambre los 32 días, a pesar de su gastritis. No pudo pasar el cumpleaños con su hijo menor.

Revela que Dios le dio las fuerzas para seguir física y psicológicamente. “Llorábamos cuando alguien se iba por descompensación en su salud, salían temblando. Todos los días oraba para que el Señor sensibilice a la Corte Constitucional”, menciona.

Héroes, así llama Washington Lindao (23) a los huelguistas, a quienes acompañó por 20 días.

“Fue duro no comer, pero más fuertes fueron las convicciones. Tuve mareos, debilidad, salí en ambulancia, pero lo volvería a hacer. Tenemos derecho a un país con equidad y una educación de calidad y científica”, sostiene.

“Los maestros me inspiraron valor. Son solidarios, nos dieron colchones, medicinas, agua, etc.”.Washington Lindao, estudiante
Washington se unió a la lucha del magisterio, pues no está de acuerdo con la inequidad educativa.cortesía
"Ver a las personas circular con comida fue una gran tentación, pero igual seguimos luchando".Jackeline Navarrete, madre de familia