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Líderes espirituales fueron a la zona cero para curar el espanto
El horror que vivió una moradora no la deja dormir. Dijo que escucha voces durante las noches. Fue necesaria una ‘limpia’ para ayudarla.
En La Comuna y La Gasca, barrios afectados por el aluvión del 31 de enero, todavía se contabilizan los daños, los muertos, los heridos, los colapsos estructurales, pero lo que no se ha contado es el daño espiritual de los vecinos.
Avelina Rogel, líder espiritual indígena, comentó a EXTRA que “no es necesario tener heridas físicas para estar afectado, pues todos necesitan contención”.
Por ello, con otros dos curanderos de Azuay y Saraguro (Loja) se apostaron en la casa barrial de La Comuna para atender a los “espíritus golpeados”, donde también los vecinos se han unido para recibir donaciones y cocinar al menos 200 almuerzos diarios para los damnificados y los voluntarios.
Llegaron con palo santo, velas rojas, hierbas y brebajes para curar el espanto y otros males de quienes vivieron la tragedia.
EL HORROR
Sandra Lloay, de 29 años, fue la primera en acercarse a pedir ayuda. Desde la tarde del aluvión no ha podido ‘pegar el ojo’, les dijo a los curanderos. “Está espantada por todo lo que vio”, explicó Rogel.
Sandra, afligida y somnolienta, narró que luego de enterarse que un aluvión se llevó casas, autos y personas pensó en su hermano. Él estaba cerca de la cancha de vóley, donde se registraron la mayoría de fallecidos. “Salí desesperada, me imaginaba lo peor”, relató.
En su angustia escuchaba cómo sus vecinos gritaban pidiendo ayuda en medio del lodo. Otros –igual que ella– llamaban a sus seres queridos.
Escuchaba las ensordecedoras sirenas de las ambulancias que intentaban llegar a la zona cero, las alarmas de los autos sin cesar, el llanto.
Pero también vio cómo sus conocidos encontraban uno por uno a sus muertos, con quienes había conversado o compartido alguna anécdota. “Me acuerdo y me dan ganas de llorar”, agregó.
Afortunadamente, luego de varias horas su hermano apareció unas cinco cuadras más abajo. Y aunque no estuvo en la cancha de vóley, los 20.000 metros cúbicos de lodo que bajaron de la quebrada El Tejado sí lo arrastraron. “Está golpeado, pero está estable y se está recuperando”, relató Sandra.
LA LIMPIA
‘Taita Pedro’, como le dicen a otro curandero que acudió a la zona cero, tomó un atado de hierbas y lo pasó por todo el cuerpo de Sandra. Luego le sopló un brebaje en el rostro y la espalda para luego darle una especie de masaje en los hombros con dos piedras.
“Eso no será suficiente, pues también necesita asistencia psicológica”, explicó Rogel.
Por lo pronto, Sandra dijo que con el ritual le “han quitado un peso de la espalda”. Quizá las voces que le asaltan por las noches ya no vuelvan más.
Rogel le indicó que debe mantener la calma y estar consciente de que también es una víctima de la tragedia, aunque no haya resultado herida. “Cuando sufrimos este tipo de traumas el sistema inmunológico se deprime, por eso lo tratamos con medicina ancestral”, concluyó.
Los curanderos le dieron más hierbas para que se las llevara a casa y que siga el tratamiento. Sandra agradeció y se fue con su madre.