Lluvias torrenciales, tinieblas y muerte... Como en el relato bíblico de las plagas que azotaron a Egipto, el cantón Rumiñahui, al suroriente de Quito, se ha convertido en zona de desgracia y dolor.

La tarde y noche del jueves 17 de febrero hubo precipitaciones atípicas que provocaron el desbordamiento de los ríos Santa Clara y San Nicolás. Una parte de la carretera E-35, en Selva Alegre, se partió. Y el alcalde de Rumiñahui, Wilfrido Carrera, debió declara la emergencia.

La corriente afectó a ocho barrios. Uno de los sectores más perjudicados por la creciente fue Luis Cordero, en el que vive María Guayasamín y su familia.

La mañana de ayer, ella tenía la esperanza de que, por lo menos, uno de sus chanchos se salvara del fuerte caudal de agua, pero ningún animalito de su pequeña granja sobrevivió. El caudal se llevó a dos cerdos, nueve patos, ocho conejos y más de una docena de cuyes y gallinas.

También tuvieron pérdidas materiales. Se dañaron electrodomésticos, máquinas de construcción, muebles y otros enseres. Guayasamín dijo que la suma de los daños asciende a 4.000 dólares. “Parecía una pesadilla”.

La mujer, de 60 años, recordó que a las 18:00 se inundó su casa. Mientras desfogaban el lugar con escobas, vieron que una ola enorme con troncos y piedras se dirigía a su domicilio. Fue un solo golpe y todo quedó en tinieblas.

“Parece una maldición. La última vez que pasó algo así fue hace 20 años. Que Dios nos proteja”, expresó.

Los huecos les fallan

Además de las afectaciones en inmuebles, la fuerza de la naturaleza colapsó la carretera E-35 cerca del sector Club Naval. Y hasta hubo un fallecido.

Fernando Viteri, gerente general de Panavial, explicó que el daño en la Panamericana fue por un taponamiento en la alcantarilla que pasa por debajo y que mide 3,50 metros de diámetro. Añadió que la tarde del jueves se habrían formado diques cerca del cerro Pasochoa, los mismos que colapsaron por el aguacero, “arrastrando lodo, piedras y palos que taponaron las obras de infraestructura”.

Viteri indicó que la reparación de la vía tendrá dos fases: la primera será habilitar la Panamericana y luego realizarán un estudio para ampliarla a cuatro carriles. “Esto lo venimos planteando desde 2016”.

A un kilómetro de allí, en el sector del Viejo Roble, la semana pasada, también se taponó la alcantarilla, lo que provocó que el río San Nicolás se desbordara. En este aluvión resultaron afectadas propiedades de los sectores Rey Leche y Santa Rosa.

Viteri señaló que tuvieron que partir la vía para poder limpiar el conducto. Sin embargo, según él, los moradores lo habían impedido y recién la tarde del jueves empezaron los trabajos de remoción, sin pensar que les vendría la otra ‘plaga’.

Santiago Morocho, vicealcalde de Rumiñahui, comentó que desde que ocurrió el aluvión en Viejo Roble, él y otras autoridades cantonales le solicitaron al burgomaestre que se declarara al cantón en estado de emergencia, resolución que se la tomó recién la mañana de ayer.

Morocho precisó que como resultado de las lluvias, hubo dos personas heridas, a quienes les habrían caído troncos de árboles, pero están recuperándose. Aparte, hubo afectaciones en más de 40 viviendas del cantón.

Se fue al hoyo

La madrugada de ayer un motociclista cayó en la vía partida (E-35). Morocho indicó que el hombre no habría respetado las cintas de seguridad y por eso sufrió el accidente. Sin embargo, los moradores del sector argumentaron que las señales de precaución no estaban a una distancia prudente.

Unos 20 metros antes de la hondonada quedaron las huellas de frenado de la moto. El conductor se llamaba Carlos Hoyo, de 33 años, y se dirigía a su trabajo. Él fue atendido por una ambulancia del Cuerpo de Bomberos en el lugar y horas después falleció. Su padre se acercó al sitio a las 10:00.

En el sector de Rey Leche una pared de contención que habría levantado personal del Municipio hace pocos meses, según los habitantes del lugar, se desplomó por la fuerza de la corriente. Esto provocó que el agua entrara a los domicilios.

Fabiola Iza lloraba la mañana de ayer mientras sacaba el lodo en baldes. Estaba preocupada porque el muro que se cayó protegía los cuartos que ocupan sus hijos.

Vecinos la ayudaron a quitar los escombros y con ayuda de palos grandes movieron piedras para de alguna forma contener otro posible aluvión.

Las autoridades revisaron las partes altas de Pasochoa para verificar que no se produzcan diques por las constantes lluvias.