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Juan Carlitos y su abuelita tienen millones de reproducciones.Jimmy Negrete

Juan Carlitos: Un TikToker sin celular

Vive en el cerro Manzana, de Paute, donde hasta antes de la pandemia no tenía internet. Su primo Reus Molina graba los videos que lo han hecho famoso. Él y su abuelita María Josefa se han ganado el cariño de sus seguidores.

El viento helado de Paute golpea los pinos que crecen en lo más alto de sus montañas. A más de 2.200 metros sobre el nivel del mar, el movimiento violento de las copas hace el sonido exacto del océano. Juan Carlos Barrionuevo Yascaribay no conoce el mar, pero cierra los ojos y lo imagina con cada ventarrón.

De hecho, el muchacho -quien tiene 17 años, pero la candidez de un niño- no conoce ni la Costa, ni ningún otro lugar que no sea el cantón azuayo o sus alrededores. Sin embargo, a él lo han visto millones de personas en el país y alrededor del mundo.

Su cuenta de TikTok tiene más de 835 mil seguidores y sus videos suman más de 13 millones de ‘Me gusta’ desde Estados Unidos, España, Perú, Colombia... países que el Alajito, como lo conocen sus fans, solo había escuchado en sus clases, cuando iba a la escuela. Ahora, difícilmente puede estudiar, porque a pesar de su fama, es de escasos recursos económicos.

Salir de su casa, una covacha de adobe amarillento que resalta en el verdor del cerro Manzana, es imposible sin carro propio. Hay escasos fletes que las menos de 50 familias, que están esparcidas en la elevación, usan para sacar los productos que se cosechan en ese caserío llamado Pucaloma. ‘Bajar’ a la ciudad es un lujo que les cuesta, mínimo, seis dólares.
Juan Carlitos vive en la cima del cerro Manzana.Jimmy Negrete

Allí no hay contaminación, ni ruido de motores de vehículos. Lo único que se escucha, además del silbido del viento, son los balidos de los borregos y el mugido de las vacas.

Antes de la pandemia, en el hogar de Juan Carlos, donde se crio junto con su abuelita María Josefa, su mamá María Angelita y su hermanita menor Fabiola, no tenían celular; menos, señal de internet.

Sus vidas se desarrollaban entre el trabajo agrícola y el cuidado de cuyes, un toro y una vaca.

Su primo Reus Molina, quien a los 12 años emigró a Cuenca para buscar un destino distinto al de criar animales y sembrar la tierra, fue el que grabó un clip de Juan Carlos sosteniendo una lechera y saludando a quienes lo vieran. El video, difundido el 11 de julio de 2020, se viralizó en segundos.

Reus, quien ahora tiene 28, ya había intentado hacer videos turísticos en TikTok y YouTube, pero jamás tuvo tantas reproducciones. Fue así como empezó todo. La simpatía de Juan Carlitos, cuyo léxico entrecortado le da una inocencia que enternece, se unió a la imagen dulce de su abuelita.

Los videos que Reus había subido a la cuenta @jcarlitos.101 llegaban hasta las 700 mil reproducciones hasta que María Josefa, de 85 años, entró escena. Uno de sus primeros TikToks ya sobrepasa los dos millones de vistas.

Aunque le falla la visión y el oído, la abuelita encanta con su baile y sus bromas. Su edad no la ha alejado de las labores cotidianas del campo, con las que se crio y dio de comer a sus tres hijas.

Juan Carlos tiene que bajar el cerro para ir a recoger agua.Jimmy Negrete

“Es increíble lo que hacen ahora los jóvenes. Nosotros aprendimos a escribir sobre las piedras. Ahora hay grabaciones y a uno lo ven de todas partes”, dice sentada en el zaguán de un cuartito de adobe, donde guardan a incontables cuyes que son parte de su sustento diario.

De cómo funcionan las redes sociales sabe poco, pero le pone feliz conocer que la ven desde muchos lugares.

Su cotidianidad se rompe cuando Reus, quien reside en la capital azuaya, va de visita. Es allí cuando aprovechan a grabar los videos que subirá a sus redes sociales, donde sus fanáticos elogian la sencillez y alegría que proyectan.

A pesar de que sus grabaciones le han dado la vuelta al mundo en un año, poco ha cambiado en el día a día de Juan Carlos y su familia. Es, probablemente, uno de los tiktokers más famosos del país y ni siquiera tiene un celular propio. En casa solo hay uno que lo usa su hermanita para estudiar.

Con dificultad, debido a la lejanía de la zona en la que habitan, pusieron una conexión a internet que es tan débil, que solo abastece para que Fabiola, de 7 años, siga sus clases online. Juan Carlos tuvo que abandonar la escuela por la pandemia. A pesar de su edad, se quedó en octavo año de educación básica.

No obstante, sus días empiezan con el amanecer congelado de Pucaloma. Debe caminar, al menos 10 minutos para darle de comer al ganado. Cuando es época de sembrado, siembran; si es de cosecha, recogen las mazorcas, el mote, el chocho o los granos y legumbres de la chacra.

Ayuda a cocinar y a darle de comer a los cuyes con el maíz que su abuelita desgrana pacientemente en una canasta de mimbre. Todo esto está documentado, no solo en TikTok, sino en Instagram y Facebook, donde tiene más de 10 mil seguidores en cada una. Estas acciones que para ellos es parte de su cotidianidad, asombra, encanta y divierte a quienes lo ven.

Sus seguidores, entre los millones de comentarios que tienen, le agradecen por dejarles ver cómo es la vida sin TV o sin conexión a internet, que a ellos mismos los atrapa durante horas frente a una pantalla. Ha recibido invitaciones para viajar a otros países, pero el muchacho dice sentirse bien en su casa.

Allí, a pesar de que ni siquiera tiene agua potable dentro de su hogar, vive feliz. Para recoger el líquido con el que cocinan o se bañan en el patio trasero -pues no tienen baño- debe bajar una empinada cuesta para llegar hasta una llave de la que, en días buenos, sale agua cristalina. Juan Carlos lo ve como un juego, que comparte con sus ‘Alajitos’, como les llama a sus seguidores.

La abuelita María Josefa se ha ganado el cariño de sus seguidores.Jimmy Negrete

La última vez que ‘bajó’ al centro de Paute, que está a 20 minutos de allí en carro particular, fue un año antes de la pandemia. No le hace falta, comenta, porque todo lo que ama está allí. Es Reus quien sube, a veces solo y otras, con seguidores de Juan Carlos y su abuelita, que quieren conocerlo y tomarse fotos con él.

Aunque tiene tanta fama, sus videos aún no le dejan retribución económica, pero según Reus, es un anhelo que tienen para poder comprar mejores equipos. Una meta que se han planteado es hacer grabaciones más largas para mostrar los atractivos turísticos de la zona. Ahora trabajan solo con un celular, el de Reus. Además, es él quien gestiona todos los programas a los que lo invitan.

A pesar de que ha aparecido en varios espacios de la televisión regional, además de haber participado en eventos con alcaldes de Azuay, el influencer dice que lo que más le gusta es recibir a gente en su casa.

No se refiere a la covacha monoambiente, donde solo hay un par de camas, una mesa y algo de ropa, sino a todo el cerro donde corre el aire gélido que le regala el sonido de las olas del mar y lo hace feliz.

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@jcarlitos.101

🐰Mi Abuelita Me hace Asustar 🤣✅

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