La humildad, la dedicación, el buen humor y la creatividad han sido los componentes principales para que Joao Moreira se convierta en uno de los influencers más reconocidos y favoritos en redes sociales.

Tiene aproximadamente un millón de seguidores en su cuenta de TikTok y más de 20 millones de ‘me gusta’ en sus videos.

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Pero estas cantidades no siempre superaron las seis cifras. El joven, de 23 años, asegura que al inicio de su carrera no tenía más de ocho ‘likes’, algunos de ellos de su propia familia.

Recuerda que esta travesía inició durante la pandemia de la COVID-19. Él se había graduado del colegio. No conseguía trabajo y tampoco un cupo para entrar a la universidad. Arrendaba un departamento junto con su madre y su hermano en Guayaquil.

En ese entonces hacía videos bailando coreografías de canciones icónicas.

Afirma que no lo hacía para pasar el tiempo. Según él, una voz en su interior ‘le decía’ que podía hacer una carrera como influencer, pero la crisis que provocó la propagación del ‘bicho’ no le permitía concentrarse para pulir su talento.

Un cambio radical

Recuerda que ni su madre confiaba en él. “Me decía que dejara de grabar videos y le ayudara a conseguir plata”.

Por si fuera poco, a la mujer le botaron del trabajo y tuvieron que regresar a Portoviejo, provincia de Manabí, para radicarse en una pequeña casa de caña que les había dejado el abuelo de Joao e iniciar una nueva vida. Aquí surgió la magia.

El joven subió videos graciosos con su familia y tuvo gran acogida. Sobre todo, dice él, porque se mostraron tal cual como son en su diario vivir. Sin tapujos ni mentiras, en medio de la ruralidad.

Uno de sus videos que se volvió viral fue uno en el que decía que no le gustaba el encebollado con cebolla ni yuca. Otro contenido que ‘pegó’ en internet fue cuando hicieron ‘un tour’ por su vivienda para que sus fanáticos supieran cómo viven. 

En una parte del video se los ve a Joao, a su madre y hermano bañándose con unas tinas y el influencer suelta una frase que se volvió icónica entre sus seguidores: “Qué playa, qué río... aquí nos bañamos con agua de tanque con gusarapo”.

En la actualidad parece una estrella de cine. Algunas marcas lo auspician y trabaja para una productora en la que realiza sketches diarios.

“Siempre trato de enviar mensajes positivos. Sé que en la vida nada es para siempre, pero por el momento puedo vivir de esto”.