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Crónica

Varias personas se sentaron junto a las tumbas para alimentarse.Karina Defas

Con 'jama' y música se celebró el Día de los difuntos en Quito y Guayaquil

En el Cementerio de Calderón, de la capital, familias enteras llevaron alimentos y, sobre los sepulcros, se apostaron para pasar el Día de los Muertos. En Guayaquil, en el camposanto Parque de la Paz les llevaron lagarteros y todo...

Bienaventurados los que viven en el Señor. Año 1934. Aquel pasaje, en un arco grande, recibía a quienes llegaban al Cementerio de Calderón, en el norte de Quito, por el Día de los Difuntos. Al cruzar el umbral, el olor a comida ‘empalagaba’ las papilas gustativas. ¿Chancho? ¿Carne? ¿Papas? Con la COVID-19 aparentemente controlada, la gente no perdió la oportunidad, este 2021, de revivir la tradición de comer junto a su muerto.

Eran las 10:00. Las lápidas brillaban: el papel crepé de las coronas negras y moradas reflejaban la luz del sol. Dos niños tomaban helado y saltaban sobre dos tumbas desvencijadas, quizás olvidadas. Una familia le había pagado 10 dólares a dos músicos, uno con guitarra y otro con acordeón, para que le dieran una serenata a su familiar fallecido. Y entre las cruces con la pintura despellejada y sucia, muchos abrían fundas, abrían tarrinas, abrían lo que fuere, y sacaban alimentos. Mientras, el vendedor de mangos pisaba, sin querer, la tierra húmeda.

La entrada al Cementerio de Calderón.Karina Defas

“Es costumbre dar de comer a las almitas... lo que les gustaba a los difuntos. Venimos en familia a ver a María Sanguña, murió hace 23 años. No la olvidamos, solo cuando muramos”, contaba Rosa Guañuno en uno de los pasillos -hacia el ala derecha- de aquella necrópoli que ha destacado por conservar los rituales y tradiciones indígenas y que, por cierto, cautivaron la atención de cuatro ‘gringos’ que se paseaban mirando asombrados lo que ocurría.

Hacia el ala izquierda, un vaso de colada morada y una guagua de pan adornaban la lápida de una mujer que falleció el pasado 10 de octubre. Se la dejaron allí. Para su alma. Para recordarla. Y porque a ella le gustaba. Al lado, había un nicho en cuyo cristal estaba un papel pegado y decía: “El tiempo de arrendamiento ha terminado, por favor, acercarse al despacho parroquial para exhumar los restos”. El mensaje se repetía en otras tumbas. En algunas que tenían flores frescas.

En exteriores: Algunos comerciantes aprovecharon el Día de los Difuntos para vender coronas, comida y otros detalles.

A las 11:00, la gente continuaba ingresando. La Policía vigilaba el cementerio. Un letrero anunciaba que la misa se iba a realizar en la iglesia parroquial. Y una mujer, con un plato de hornado en la mano, con los ojos cerrados, rezaba: “Padrenuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre...”. Los demás la seguían. Los demás la abrazaban. Los demás lloraban a sus muertos como cada año.

'Amor eterno' fue la canción que el artista le dedicó a la hermana de Bélgica y Mercy.Romina Almeida /EXTRA

Lagarteros y pícnic familiar

Entre lágrimas, unidad y música recordaron a los fieles difuntos en el cementerio Parque de la Paz de Pascuales, parroquia rural de Guayaquil.

En dicho camposanto hay un área asignada para los fallecidos en pleno pico de pandemia, en 2020. Sin embargo, algunos parientes de los ‘finaditos’ se resisten y dicen que los suyos no perecieron por el coronavirus.

Ese es el caso de Bélgica Roldán (70 años) y Mercy Castro (65), quienes perdieron a su ñaña Zoila (57) y aseveran que la depresión se la llevó. Ambas aseguran que les sigue doliendo no haber compartido con ella sus últimos momentos, pero a su tristeza le hacen un alto y le dan un ‘cariñito’ a un lagartero que se acerca a ofrecerles su repertorio.

Wiliam Delgado y Francisco Suárez estaban fuera de las instalaciones. Llevan la Palabra de Dios, pues dicen que hay que asegurar la morada final.Romina Almeida /EXTRA

Tres metros atrás de ellas, estaban los hijos y nietos de Berita Alvarado. El clan irradia paz, incluso gozo. Andrea Aguirre, hija de la fallecida, y el resto de sus familiares, le llevaron ramos hechos por ellos, eso le gustaba a la mujer que falleció de COVID-19, el 28 de marzo de 2020.

“Si es el cuerpo o no de ella el que está allí enterrado, eso no importa, nosotros sabemos que está con Dios. Ella era una mujer de oración, rezaba a diario el rosario y pedía por nosotros, y mire... todos estamos bien”, cuenta Aguirre.

La familia de Berita no le hizo una ‘visita de médico’, estuvo en su tumba hasta el mediodía.

Marino Ávila lloró apenas vio la lápida de mármol, en la cual se lee el nombre de su padre, que él heredó. El joven hizo un esfuerzo para llegar al cementerio, pues luego de la muerte de su progenitor, el 2 de abril de 2020, él sufrió un accidente en moto. En su pierna derecha están incrustadas varillas metálicas y con muletas logra desplazarse. “Todo lo hago por mi viejito”.

En la salida hay vendedores de flores naturales y artificiales. Todos le pusieron fe, pues dicen que sus ventas aumentan en el Día de los Difuntos.  Indican que su confianza está viva,  a pesar de la crisis económica...

Sin relajos: Miembros de la Autoridad de Tránsito Municipal de Guayaquil (ATM) controlaron la circulación vehicular de la zona.