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En esa zona del suroeste de Guayaquil, las trabajadoras sexuales han sido amenazadas y trabajan con temor.Christian Vinueza / EXTRA

Atentados y extorsiones: el temor de las trabajadoras sexuales de la calle 17 de Guayaquil

Un ataque armado contra una sexoservidora y amenazas posteriores intimidan a otras mujeres que realizan la misma actividad. Hay un oscuro fin detrás

Desde el domingo 14 de julio del 2024 hay preocupación entre las trabajadoras sexuales de la calle 17, en el suroeste de Guayaquil. Un ataque a balazos contra una de ellas y amenazas expuestas en un panfleto han alimentado esa inquietud.

La mujer fue sorprendida por un individuo armado en la intersección de las calles 17 y Calicuchima. Ella quedó con una herida en la parte derecha del rostro, pero, después de ser atendida en un hospital, lograron estabilizarla.

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Existen algunas hipótesis sobre el atentado, según indica el teniente coronel Santiago Viteri, subjefe policial del distrito Portete. Una de las posibles causas es que el hecho esté relacionado con una pelea entre sexoservidoras.

Menos de una semana después de ese suceso, hubo otro alarmante caso. “Hemos recibido información reservada, pero nada formal con una denuncia, de algunas personas que manifiestan estar siendo extorsionadas por grupos delictivos”, refiere Viteri. Las víctimas son las trabajadoras sexuales.

A partir de esas alertas, agentes policiales de ese distrito están llevando a cabo operativos preventivos constantes en la 17 y sus alrededores. Principalmente se enfocan en la revisión de vehículos, por una razón clave.

“La información que tenemos es que las personas que están amenazando a las trabajadoras sexuales se movilizan en motocicletas”, añade el uniformado. También se transportan en bicicletas y automóviles sin placas.

Los controles policiales en la calle 17 y zonas aledañas aumentaron, asegura jefe policial.Joffre Flores / EXTRA

¿Quiénes extorsionan a las trabajadoras sexuales?

En las redes sociales se difundió una foto del panfleto que se habría dejado a las trabajadoras sexuales. El comunicado está atribuido a una supuesta agrupación delictiva llamada El Combo de los Freddy Cruger. En el escrito se pide un pago a las sexoservidoras a cambio de permitirles trabajar y brindarles seguridad. También se incluye un número telefónico para comunicarse por WhatsApp, cuyos dos primeros dígitos corresponden a un prefijo de procedencia mexicana.

“Estamos trabajando con nuestro personal de Inteligencia para identificar las diferentes agrupaciones que puedan ser responsables, que se relacionen con este lugar de la ciudad”, comenta Viteri. Sin embargo, también menciona que hay quienes se aprovechan del temor de la gente para obtener dinero de manera fácil.

Para el experto en seguridad Abraham Correa, las organizaciones criminales de mayor connotación suelen tener otros objetivos criminales, como microtráfico, narcotráfico, secuestros y extorsiones a otro tipo de víctimas (principalmente dueños de locales). No cree posible que ahora se enfoquen en perjudicar a las trabajadoras sexuales, aunque no lo descarta por completo.

Según su análisis, el escaso control del trabajo sexual informal hace que esta actividad se prolifere y que algunos busquen sacar ventaja mediante extorsiones.

“Comienzan a aparecer organizaciones que quieren liderar esta situación y someter a estas personas (...). Antes, cada trabajadora sexual tenía una persona que la cuidaba, velaba por ella y le guardaba el dinero. Hoy, quieren organizarlas de manera diferente, dominadas por una organización que determine lo que deben hacer, dónde deben estar e incluso los horarios y días de trabajo. Hacia ese objetivo van”, comenta.

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Hace hincapié en que, para evitar esa situación, las autoridades deben aplicar estrategias similares a las de otras ciudades extranjeras, que tienen una zona específica para los servicios sexuales, que no causa molestias a la ciudadanía en general y cuenta con seguridad.

Actualmente, la actividad se volvió una incertidumbre

Una sexoservidora indica a este Diario que, hasta el momento, hay temor entre las mujeres dedicadas a esta actividad, por lo que pueda pasar más adelante. Les preocupa que finalmente las amenazas se concreten y que les pidan dinero.

Además, no confía en que, si dan dinero a los delincuentes, realmente estén a salvo. “Según ellos, van a cuidar a las chicas para que no les roben, pero nunca estarán pendientes”, dice.

También le intranquiliza pensar en cuánto podría perjudicarles económicamente una acción delictiva como esa, ya que actualmente los clientes no abundan. “No es que el trabajo esté bueno, todo está difícil. ¿Cuánto le pedirán a cada chica semanalmente? La situación está tan mala que prefiero darle el dinero al chulo y no a ellos”, cuestiona.

Lourdes Toscano, presidenta de la Asociación de Trabajadoras Sexuales 20 de Abril, realizó una visita por la zona unos cinco días antes del atentado a la sexoservidora en la 17 y Calicuchima. Sin embargo, ninguna de las trabajadoras le informó sobre extorsiones. Las amenazas surgieron posteriormente y tienen menos de un mes.

La dirigente señala que tampoco ha recibido alertas de intimidaciones similares en otros puntos de Guayaquil. Sin embargo, lo ocurrido en la calle 17 preocupa al gremio.

Recalca que, con la inseguridad que se vive en el país, las sexoservidoras están más expuestas a peligros, especialmente las que laboran de forma independiente en las calles. Además, se suma una disminución en la cantidad de clientes.

Muchas se han retirado y se han dedicado a otros negocios, porque el trabajo sexual está cayendo bastante. Incluso, algunas venden agua. Antes tenían 10 o 15 clientes al día, pero ahora no pasan de 4 o 5”, detalla.

El control y la regulación del trabajo sexual a la intemperie es vital, dice el experto.Joffre Flores / EXTRA

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El gremio de trabajadoras sexuales pide más apoyo policial. Pero también es necesario un ordenamiento de la actividad, coinciden el uniformado y el experto consultado. La coincidencia indiscutible es que se debe poner un alto a las extorsiones.

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