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Un homenaje a los caídos
Familiares de los fallecidos llegaron a la canchita el domingo. Abrazaban los retratos de sus seres queridos.
En esa canchita de vóley de La Comuna, que hace 15 días, fue arrasada por un aluvión, ayer se levantó una pequeña capilla.
Una misa para honrar la memoria de las 28 víctimas de esa desgracia, ocurrida en el occidente de Quito, fue la oportunidad para, una vez más, unir a los comuneros.
Al mediodía, del domingo, se instaló una carpa. Alrededor, los familiares de los fallecidos abrazaban sus fotos, oraban, lloraban, recordaban...
Karla Panoluiza acurrucaba en su pecho el retrato de su ‘ñaña’, Melanie. La tarde de 31 de enero, la chica, de 17 años, no alcanzó a entrar a casa cuando la marea de lodo se la llevó.
Sus padres aún están hospitalizados, cuenta Karla. No ha sido fácil para ella sobrellevar la pérdida de la menor de los cuatro hermanos.
A pocos metros, la familia Tingo también llora la partida de Vicente y la de su primo Luis Llanga. Se niegan a hablar del tema que los enluta y solo piden que no olviden a las víctimas de la tragedia.
Su plegaria es la misma que la de la familia Chamorro. César, el padre del hogar, también pereció durante el aluvión.
Sus tres hijas honran su memoria con un ramo de rosas y girasoles. “Todos lo querían. Él era un hombre muy generoso. Nosotras somos el legado que él deja en este barrio, en el que vivió más de 40 años”, dice Jaela, la menor de sus descendientes.
El altar
Luego de la ceremonia religiosa, el sacerdote sumergió una rosa en agua y bendijo los portarretratos y las cajitas con las cenizas de dos de los fallecidos (Tingo y Llanga).
Aquel gesto conmovió a los residentes del lugar, que abrazados, recordaban las experiencias compartidas con los que hoy ya no están.
“Son ángeles, son los guardianes de La Comuna y de cada uno de sus hogares. Es importante recordarlos de esa manera”, concluyó el religioso con la estola púrpura ceñida al cuello.