El asesinato de Mario Ángel Cárdenas Macas, quien fue hallado muerto dentro de una maleta, el 14 de mayo, ha revivido un hecho que puso a temblar hasta a policías.

La víctima, de 43 años, debía declarar en septiembre próximo en un juicio por asociación ilícita, proceso que se inició en 2021. El 1 de abril de ese año, él y otros delincuentes entraron a un conjunto habitacional de Conocoto, sur de Quito. Fueron en un patrullero, un auto gris y un plateado.

Según el guardia del lugar, se bajaron dos hombres vestidos con buzos negros, gorras blancas y jeans oscuros. Dijeron que eran de la Policía Judicial e iban a allanar una casa: entraron al inmueble y luego de 15 minutos se fueron.

El celador contó lo ocurrido al administrador y llamaron a la dueña de casa por teléfono. Ella les dijo que no estaba en la ciudad y les autorizó a revisar. Se dieron cuenta de que las seguridades estaban forzadas y el interior desordenado.

La captura

La afectada dijo que se le llevaron 300 dólares, un anillo y un celular. Por fortuna, una caja fuerte no fue abierta.

Al siguiente día capturaron a Cárdenas Macas en Guamaní, sur de Quito, quien tenía el teléfono móvil robado. Al tiempo, fue detenido su cuñado, Javier Bravo, a quien lo detuvieron con prendas de policía. Luego atraparon a un amigo llamado David Rivera, quien manejaba uno de los autos implicados en el robo.

Según los detenidos, Cárdenas Macas se contactó con Bravo para que le ayudara a formar parte de un ‘allanamiento’ policial antidrogas. Luego llamaron a Rivera. Se encontraron con otros presuntos agentes, incluido un ‘fiscal’, y fueron hasta el conjunto donde se cometió el robo.

A los tres, en una primera instancia les dieron prisión preventiva, pero con el transcurso del proceso, solo Cárdenas Macas estuvo tras las rejas. Los otros dos salieron con medidas sustitutivas.

¿Y el patrullero? Los investigadores encontraron el vehículo inmerso en el robo en la subjefatura de tránsito del cantón Rumiñahui con los datos numéricos alterados. Fue entonces que al proceso se incluyeron al cabo que manejó ese carro y a tres uniformados más: dos cabos y un sargento.

Las sospechas se basaban en lo descubierto por los investigadores: en Los Chillos operaba una banda criminal cuyo modo de accionar era fingir allanamientos policiales para robar en casas y se vestían con prendas de la institución.

Sin embargo, con el paso del proceso, todos fueron sobreseídos, incluidos Rivera y Bravo. Al proceso no se incluyó a la dueña de las prendas policiales que se encontró en el auto de este último implicado.

Pagó ‘cana’

Cárdenas Macas fue el único que recibió sentencia porque se acogió al procedimiento abreviado y pagó un año de cárcel. Para septiembre de este año fue llamado a declarar esa fecha, pero finalmente apareció muerto dentro de la maleta.

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