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La historia de la stripper que hora danza para Dios
Ámbar era la ‘mamá’ de las bailarinas eróticas de Milagro, fue protagonista de un video viral. Abandonó ese trabajo por los caminos del Señor.
Al ritmo del ‘que tire pa’ lante’, canción de Daddy Yankee, la venezolana Ámbar Michelle, de 28 años, movía sus glúteos. Este tipo de música le pedían los clientes a la exbailarina de hora loca y exstripper, el objetivo: verle temblar las nalgas.
Hace tres años está en Ecuador. Un amigo le pidió que le ayude con una presentación de garota, la vio bailar y le dijo: “Eres una fiera danzando”, desde entonces se quedó con ese nombre artístico y empezaron a solicitarla para matrimonios, cumpleaños, quinceañeras y más.
Los shows de garota los alternaba con los de stripper, por eso salía del cantón Milagro, Guayas, donde reside. Por sus espectáculos viajó a Naranjito, Bucay, La Troncal, Pallatanga, Guayaquil, etcétera.
Night club y billares
Su primera aparición fue en un concurso de camisetas mojadas. El premio era $100. “Fue hace tres años, para mí era un dineral. Gané porque bailé un mix de canciones”.
El dueño del chongo le propuso trabajar en el sitio. “Solo para bailar, nada de hacer ‘puntos’, pero siempre asomaba un desubicado que creía que era prepago exclusiva. Solo me presentaba 15 minutos y no era tarimera”, cuenta.
Según Ámbar, bailar en un billar fue lo peor, mucha falta de respeto. “Piensan que una no se valora. A más de uno le dio un golpe”.
Ha complacido algunas fantasías a sus clientes. Una fue en un hotel como stripper exclusivo. “Llegué y vi a dos esposos. A él le había bailado, junto a un grupo de amigos. Le gustó mi show, le contó a la esposa y me contrató para que le hiciera lo mismo a ella. La manoseé y le hice una rutina como si fuera varón. Quedó encantada”.
Ámbar cobraba 200 dólares por baile privado que duraba 10 minutos. “Me decían cobras caro”, rememora. Se disfrazaba de monja, enfermera, policía, militar, Mamá Noela y más.
También era una ‘fiera’ para los negocios. En un stripper normal de 20 minutos (se quedaba en hilo y sostén) eran $80 y un desnudo completo $120, pero el transporte era aparte, $50 o $60 más, si era en otra provincia.
Le ofrecieron billete por ‘cuerpear’ con ella. “Un militar me propuso mil dólares, fue en un billar en Milagro. El tipo era como mi abuelo, nada que ver”, menciona.
Puñete limpio
A ella la tocaban si lo permitía, de lo contrario... sin ser dentista, le ‘acomodaba’ los dientes a los atrevidos, con un puñetazo.
“Mi papá quería que yo fuera un varón y él me enseñó a pelear. Me vestía de zapatos deportivos, calentador, gorra. Mi hermana pedía una muñeca, yo un balón. Practico boxeo después de tener a mi primer hijo, tengo dos, en Venezuela”.
Dentro de sus shows, Ámbar ejecutaba el baile de la silla y no es el clásico que se hace en fiestas infantiles, no. Sentaba a un muchacho, ella se ponía frente a él, pero de espaldas, y con habilidad subía sus piernas sobre los hombros de él, sus manos iban sobre las rodillas del chico. Poco a poco, ella acercaba sus partes íntimas hacia al rostro del homenajeado.
“Este baile las garotas ya lo hacían, pero solo se sentaban encima del sujeto, yo hice una variación y a la gente le empezó a gustar”.
“Era muy solicitada y no solo movía la nalga, armaba coreografías. Lo último loco fue el baile de la silla que le hice al sobrino de una amiga”. Fue a finales de noviembre, en una calle de Milagro. Ese día el acto terminó en ‘pito’.
“El productor me dijo que haga lo de la silla rápido para irnos. Al chico le advertí que no me podía tocar, morder ni lamer, si incumplía, le pegaba”.
La ‘fiera’ hizo su danza, y mientras estaba sobre el chico, se escucha que el animador dice:“¡Cuidado”! Era la pareja del cumpleañero, quien la bajó de las mechas. El relajo fue tendencia en redes sociales.
“Me paré y agarré a la tipa, le di duro, los nudillos me quedaron lastimados. Pero, un hombre viene por detrás y me da un puñetazo en la ceja izquierda, luego viene la madre y hermana de la mujer y entre los tres me atacaban. Al día siguiente supe que me quería denunciar, me imagino que fue porque le quedó la cara destrozada. Ella no sabía que yo sé boxeo”.
No más ‘empelotadas’
El 18 de diciembre, Ámbar dejó los bailes. Sin embargo, desde finales de noviembre comenzó a asistir a un templo evangélico, pero todavía no se decidía a ‘colgar los hilos’.
“Sentí la necesidad de buscar a Dios. Unos me decían: ‘Dejas diciembre que es bueno’. Igual le comenté al pastor que seguía bailando, que mi cambio iba a ser poco a poco, pero mi hermana, quien es evangélica, me dijo que yo jugaba con el Señor. ¿De qué voy a vivir?, le pregunté. ‘Confía en Él’, me respondió. Me ponía a llorar y peleaba con Dios”, cuenta la joven, quien reconoce que quería darse tiempo para prepararse psicológicamente, pues considera que el camino del Todopoderoso no es fácil, tuvo que cambiar de vestimenta y aún trata de no decir groserías.
Algunos sueños de advertencia la ayudaron en su radical decisión. Dos veces soñó que Dios pasaba lista de las personas que se iban con Él al cielo y que la Tierra era destruida.
“Sentía que se me acababa el tiempo. Le decía a mi hermana: ‘Presiento que llego hasta diciembre o máximo a julio’. De pronto podía pasar algo en los viajes que yo hacía o en los lugares que trabajaba. ¿Por qué aprovechar diciembre? ¿Por la avaricia? Prefiero llegar sin plata, pero viva. Ahora entiendo que se acababa mi tiempo en el mundo”.
Y cual tentación, el día que decidió abandonar el oficio, le salieron cinco contratos de stripper. Iba a ganar de 500 a 800 dólares por bailar 20 minutos en cada show.
Ahora le sacará provecho a sus conocimientos de belleza, su sueño es tener su propio gabinete y se está preparando para alcanzar esta meta, de la mano de Dios.
Ámbar está ‘embalada’ en los caminos del Señor, le gusta leer la Palabra y sin darse cuenta hasta predica. Para ella se acabaron los bailes de la carne, hoy son danzas con el Espíritu Santo y dice que su paga es la vida eterna.