Exclusivo
Actualidad

El joven ecuatoriano preparaba el cañón para atacar a los líderes terroristas.Cortesía

Un ‘Rambo’ ecuatoriano en la 'Yoni'

Ricardo Vásquez bombardea a terroristas, captura a francotiradores y firma ‘jugosos’ contratos con disqueras multinacionales.

Como en las películas de Hollywood, un grupo de la Guardia Nacional de los Estados Unidos entró en un edificio y neutralizó a un peligroso francotirador justo a tiempo...

Era la primera semana de junio del 2020. Los gobernadores de algunas ciudades habían implementado el toque de queda y pidieron ayuda al ejército para contrarrestar la ola de violencia que se generaba por la muerte de George Floyd, un afroamericano que fue asfixiado por un policía el pasado 25 de mayo.

En una de estas unidades, que cumplía misiones en las protestas antirracistas en Atlanta, estaba el militar ecuatoriano Ricardo Vásquez. Su objetivo era brindar seguridad a los protestantes y, sobre todo, neutralizar al líder de un grupo radical que pretendía generar caos.

Mientras Ricardo esperaba la información de Inteligencia para intervenir en aquel edificio, recordó a la persona que lo motivó a ser militar, su padre Idalio. Cuando era pequeño, a Ricardo le gustaba entrar al cuarto de su papá para contemplar las medallas y condecoraciones que había conseguido durante su carrera en la Armada del Ecuador.

Le agradaba mirar las fotografías en las que su padre salía con una boina roja y se imaginaba que algún día llegaría a tomarse una foto así.

Con esa imagen en su mente, el hombre, de 31 años, se armó de valor e ingresó al departamento donde estaba el enemigo. Y allí lo arrestó. Era un francotirador profesional. Apuntaba con un rifle a los manifestantes y manipulaba a control remoto dos armas más, en otros edificios.

El ecuatoriano participó en otras misiones como en la desarticulación de grupos de hackers que intentaban ingresar a la base de datos del gobierno y en la captura de una banda de extremistas, como fueron los de la supremacía blanca, quienes pagaban a los ciudadanos para que incendiaran las estaciones de policía o saquearan los almacenes de la ciudad.

El compatriota y su unidad han desarticulado cuatro grupos que pretendían crear tiroteos e incendiar instituciones gubernamentales.

Ricardo estuvo consciente de que su vida corría peligro al enfrentarse a grupos subversivos, pero lo hizo por una convicción social para apoyar a la población afroamericana en contra de la discriminación racial. “Como latino también formo parte de una minoría (en EE.UU.) y estoy en contra del racismo, porque es un reflejo de la ignorancia”, comentó.

Según el Departamento de Defensa de los Estados Unidos, los hispanos son la minoría con mayor crecimiento entre las fuerzas militares de ese país (véase en la infografía).

El compatriota tiene una especialidad en ciencias militares y es experto en táctica urbana. La pandemia por el COVID-19 también le ha hecho estudiar otras áreas de conocimiento. Aprendió principios de bioseguridad y salud para contrarrestar la propagación del coronavirus.

Cuando el presidente Donald Trump declaró a Georgia, Atlanta, en estado de emergencia, Ricardo fue llamado nuevamente para combatir al ‘enemigo invisible’. Para este operativo no llevó un fusil de asalto, sino un equipo de desinfección para “disparar” al virus en las cortes, juzgados, jefaturas de policía y asilos.

Esta actividad la realizó con mucho agrado porque fue una oportunidad para devolver el favor que hizo la nación ‘gringa’ en acogerlo a él y a su familia, a principios del 2000.

Luego del feriado bancario, que azotó con una crisis financiera a Ecuador, los abuelos del militar perdieron gran parte de su patrimonio y eso los obligó a migrar a EE.UU. como otros cientos de miles de ciudadanos.

El uniformado ha cumplido varias misiones en Estados Unidos.Cortesía

Según la Cancillería, hasta marzo del presente año, en el país norteamericano viven 916.841 ecuatorianos. En el estado donde radica Ricardo hay 27.775 compatriotas.

Arsenal musical

Se crio en las calles de La Ofelia, norte de Quito. Cuando era adolescente se encariñó con el hip hop. Este género musical le permitió desahogar los problemas que atravesaba por la crisis económica. “Vi a mis mejores amigos sufrir porque sus padres se suicidaron. Otros terminaron como indigentes”.

David Bossano es uno de sus mejores ‘panas’. Con él empezó a rapear. “Siempre fue bueno para la escritura. Nosotros hablábamos de la calle y él escribía filosóficamente”, dijo. En el colegio aprovechaba la hora del recreo para redactar sus primeras rimas. En ese entonces no existían los equipos de producción sofisticados como los de ahora. Grababa encima de casetes de música de sus padres. Añoraba con ser uno de los raperos más emblemáticos del país y no creyó que lo lograría fuera de su patria.

En los primeros años de su carrera musical, el compatriota escribía letras contestatarias y fue perseguido por el FBI durante un tiempo.Cortesía

El joven llegó a la Gran Manzana (Nueva York) a los 15 años. Allí aprendió un nuevo idioma y se adaptó a otras costumbres. Le gustaba viajar a Queens, donde conoció a sus compañeros de tarima. Con el pasar del tiempo, Ricardo fue profesionalizando su carrera y también se cambió su nombre artístico de Plagga a Rimax Mussaq.

Tuvo el privilegio de grabar en el estudio de la legendaria banda de rap Moob Deep. “Prodigy –que en paz descanse– me dijo que le gustaba la música que hacía”.

También abrió la presentación del artista cubano Don Dinero en una de las ediciones de los Latin Grammy de Miami y el anterior año firmó con la discográfica Sony Music para la distribución de sus canciones.

Guarda en su corazón la milicia, la música y su familia. Ha dejado mucho en los combates, en estudios de grabación y este año planea regresar a Ecuador para promocionar su último disco. Eso sí, el rifle Howitzer 777 lo dejará en Estados Unidos, donde su traje de la Guardia Nacional lo estará esperando.

"Ricardo es una persona muy trabajadora. Siempre se sacrifica por ser el mejor en lo que hace. Es un gran artista y militar”.Diana Alcívar, amiga

Bombardeando en Afganistán

Tierras islámicas, 2018. La unidad de combate tenía el objetivo de liberar a más de 1.000 personas sometidas por grupos terroristas.

Fueron a una villa que geográficamente estaba en medio de un enfrentamiento armado entre miembros del Estado Islámico (ISIS) y militares talibanes. Ambos se disputaban el control de la zona.

Para Ricardo (izq.), las misiones que cumple son una forma de hacer activismo social porque rescata personas y combate contra terroristas.Cortesía

Durante las semanas que investigaron a los terroristas, Ricardo recuerda que vio niños morir en el fuego cruzado, las mujeres eran esclavizadas y a los hombres los asesinaban.

Un día ubicaron los lugares donde se reunían los líderes. Los llamaron para pedirles que cesara el fuego y también para que sea evacuada la población, pero los altos mandos terroristas no les hicieron caso.  Esa misma noche, el militar ecuatoriano y sus compañeros calcularon las coordenadas de los enemigos y bombardearon los campamentos de los grupos extremistas. “No podía hacerme de la ‘vista gorda’ al ver tanta desigualdad y violencia”, comentó.