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Teresa Yépez realiza agasajos en estas festividades de Navidad, en zonas de escasos recursos de Esmeraldas.Luis Cheme

La historia positiva de la soldadora que regala sonrisas en Esmeraldas

Los más ‘peques’ de Esmeraldas tienen una madrina que, junto a otros padrinos, dan obsequios y hacen especial su Navidad

En Esmeraldas, el nombre de Teresa Yépez, conocida cariñosamente como ‘Teresa La soldadora’ resuena con fuerza. Su historia es un testimonio de amor y solidaridad para niños vulnerables y, esta Navidad, su incansable labor les permitirá recibir ropa, zapatos, juguetes y víveres.

Desde hace seis años, ha liderado una cruzada solidaria que ha transformado vidas. Su iniciativa, “Apadrina a un niño por Navidad”, ha crecido exponencialmente en Esmeraldas, Tachina y Vuelta Larga. En total, en los últimos seis años, Teresa calcula haber ayudado a 3500 niños.

Esta buena samaritana creció en un hogar donde los obsequios eran un lujo inalcanzable. “Nunca recibí un regalo de Navidad hasta que fui adulta”, confiesa.

Esa experiencia de carencia la llevó a querer cambiar la realidad de otros. “No puedo quedarme sentada en Navidad sabiendo que hay niños que no reciben nada”, dice con firmeza. Así nació su misión: hacer que cada niño se sienta especial, amado y valorado.

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La historia de Teresa La soldadora en Esmeraldas

Es soldadora profesional, faceta que combina con su trabajo social.Cortesía

Teresa es una esmeraldeña, de 39 años, que ha desafiado las expectativas de género en un oficio tradicionalmente masculino. Tras un difícil divorcio, se encontró sola al frente de su hogar, con la responsabilidad de cuidar a sus tres hijos.

En medio de una crisis económica, su vida dio un giro inesperado cuando un amigo le sugirió aprender a soldar, lo que resultó ser su verdadera vocación.

Después de ocho años de formación, Teresa obtuvo su certificación como soldadora profesional, lo que le permitió trabajar en refinerías y termoeléctricas, contribuyendo a la construcción de tuberías para el transporte de petróleo y sus derivados.

“Lo primero que soldé fueron unas placas de soporte”, recuerda con orgullo. Su habilidad la ha llevado a laborar en cinco provincias, donde no solo realiza soldaduras de alta precisión, sino que también supervisa obras y trabaja en un taller fabricando puertas, ventanas y techados.

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Amor y compromiso con los niños de Esmeraldas

La mujer gestiona ayuda para los niños de Esmeraldas a través de padrinos.Luis Cheme

La labor de Teresa no se limita a la entrega de regalos. Cada padrino que se une a la causa lo hace con el compromiso de conocer a su ahijado, de entender su situación familiar y de ofrecer apoyo durante todo el año. “No solo es un regalo en diciembre; muchos padrinos se involucran en la vida de los niños, ayudándoles con útiles escolares y más”, explica Teresa. Este enfoque integral ha permitido que los vínculos entre padrinos y niños se fortalezcan, creando una red de apoyo que va más allá de lo material.

Los padrinos envían a su ahijados, ropa, calzado, juguetes, dulces y una canasta navideña para su familia. “Los padrinos que se enganchan con los niños los ayudan en otras épocas del año en caso de si les falta una nevera, o al niño no tiene cama”, explica Teresa.

El 90% de los padrinos son de Quito, mientras que el 10% restante son de Esmeraldas e incluso ecuatorianos que residen fuera del país y que hacen llegar sus contribuciones a través de sus familiares.

La entrega de ayuda es un proceso meticuloso. Teresa y su equipo organizan cuatro centros de acopio en Quito, donde los padrinos envían sus donaciones. “Cuando llegan los camiones a Esmeraldas, nos encargamos de distribuir los regalos de manera efectiva”, explica. La logística es complicada, pero el amor que guía cada acción hace que todo sea posible.

Los beneficiarios de esta cruzada provienen de barrios donde la pobreza es una constante. Muchos viven en condiciones extremas, en “covachas” y zonas donde la ayuda gubernamental rara vez llega. Teresa menciona lugares como “La Cananga” y “Voluntad de Dios”, donde la lucha diaria por sobrevivir es la norma. “No podemos olvidarnos de ellos”, dice con determinación. “Cada niño que apadrinamos tiene una historia que contar, y es nuestra responsabilidad escucharla y ayudar”.

Este año, la Navidad será diferente para muchos de estos pequeños. Con cada regalo, no solo reciben un objeto, sino también un mensaje poderoso: “Tú importas, eres valioso y mereces ser feliz”.

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