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La historia de Denver, el perrito busetero de Guayaquil
Un perrito se hizo famoso al bajar de un bus de lo más normal. Él ya sabe dónde quedarse para llegar al local de sus dueños. Lleva el nombre de un personaje de la serie ‘La casa de papel’.
En la Perla, la frase ‘busetéate, varón’ es como un patrimonio: lo usa desde el ciudadano más pequeño hasta el más adulto, con orgullo porque les da un aire de ‘elegancia popular’. Diario EXTRA, en este caso, dirá ‘busetéate, perrón’ por Denver, el can que se baja del bus de la línea 16 como todo un bacán.
Aunque parezca curioso y posible solo en una película de ficción, es real. Esta mascota fue tan ‘sabida’ que salió de su hogar para ‘pasearse en chévere’ y moverse en transporte público hasta el negocio de sus dueños.
El video en el que se muestra su aventura circuló en Twitter el pasado martes 18, haciendo que todos los usuarios de las redes sociales hagan ‘fiesta’ de la supuesta educación del perro y del conductor del bus, ya que este último frenó completamente la marcha del automotor para darle tiempo a que el perrito bajara, meneando su colita como si de una mano que agradece se tratara.
🐕 🚌 Hoy pasado el mediodía en un bus de la Línea 16, en #Guayaquil
— 🇪🇨 CUPSFIRE (@Cupsfire_gye) October 18, 2022
📹 @BullyingClubEC pic.twitter.com/uoNsXheskx
La historia del ‘firulais’, luego de darse un tiempo de ‘relax’ fuera de las cuatro paredes de su lugar de residencia, terminó alegremente, con el reconocimiento a su andanza.
Sus dueños, la familia Sanga Shigla, se ‘muere’ de risa sabiendo que ahora el engreído de la casa es famoso. “No es la primera vez que hace eso”, dice Gladys entre risas. Ella maneja un almacén de insumos veterinarios junto con su esposo Nicolás, en la calle Padre Cayetano Tarruell, en Los Esteros, sur de Guayaquil, y ese fue precisamente el sitio donde Denver, a su manera, le ‘dijo’ al conductor ‘¡paaaare, chofer, que aquí me quedo!’.
Denver, hace más de un mes salió de su vivienda, a unas cuadras del local en Los Esteros, y empezó a seguir a una vecina, que llevaba a sus dos perritas que estaban en celo, hasta el bus que ella iba a tomar ese día para ir a su trabajo.
Subió al articulado con la señora y se sentó junto a ella; pero el paseo, en esa ocasión, no le duró mucho porque la conocida supo que lo tenía que dejar en el negocio de la calle principal (calle Padre Cayetano Tarruell) al notar que la seguía a ella. Según Nicolás y Gladys, esta fue la primera vez que a Denver, que fue nombrado así por el personaje de la serie ‘La casa de papel', llevó a cabo su locura.
La del video que alegró a muchos es la segunda vez que Gladys, Nicolás y Nicole, hija de la pareja, saben que el perrito de un año y seis meses, aproximadamente, ‘busetea de lo lindo’ por Guayaquil.
En esa ocasión, Glenda Avilés, quien labora como controladora de la línea 16 al pie del local de los Sanga, vio que de la unidad se iba a bajar Denver, por lo que, a manera de broma, le comentó al conductor que si le había pagado el pasaje.
“Él me dijo que no sabía en dónde se le había trepado al carro, pero que había sido por la puerta de atrás, porque parece que el sensor le marcó con la colita y pensó que se le había pasado algún pasajero”, cuenta la mujer que fue la que se ‘comió’ toda la película esa tarde.
El conductor Luis Morán le comentó a ella que paró allí porque era lo correcto. “Me dijo ‘tuve que pararle, ñañita, para que bajara bien el perro’. Y así fue”, explica la mujer.
Mientras que para el mismo Luis Morán no es ninguna molestia, porque “son animalitos indefensos (...) si tuviera que pararle otra vez, igual lo haría”.
Es el engreído
Denver no es de ‘raza’, pero igual recibe todo el amor de la familia Sanga Shigla, a pesar de que no estuvo con ellos desde recién nacido, pues llegó cuando tenía entre tres y cuatro meses.
“Nosotros nos enteramos después que los otros dueños le habían puesto de nombre Naruto”, relata Gladys. Además, él está bien ‘papeado’, pues le mezclan varias marcas de alimentos balanceado, incluyendo algunas premium, porque así le gusta comer a él.
Y cuando se enferma, como hace varios meses que se infectó con un hongo en su piel, lo cuidan como a un bebé. “Cuando se puso malito le pusimos unas inyecciones y yo lo veía bastante. Parece que luego de eso nos quiere más”, asegura y se sonríe la señora.