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En cuanto el médico le hizo la primera revisión, Lukita le besó las manos.Cortesía

La historia de la abuelita ecuatoriana que recobró la vista tras cirugía

Lucrecia Vera recobró la capacidad de ver,  luego de una operación 'milagrosa'. Se lo contamos.

La nubosidad que le impedía ver a sus hijos y nietos se fue. Lucrecia Vera, de 79 años, salió airosa de la operación de remoción de cataratas con inserción de un lente a la que fue sometida.

“Gracias, mi Dios. Gracias, doctor. Yo ya veo”. Es jueves 22 de junio y Lucrecia ha salido de una operación. Las enfermeras aplauden.

“Ahí dentro del quirófano sentí el momento más feliz de mi vida”, asegura la madre y abuela que hoy, después de un duro camino, ha recobrado la luz de sus ojos.

El camino no ha sido nada fácil. La operación la consiguió con la ayuda de su sobrino Byron Mayorga y gracias a una fundación que ofrece cirugías gratuitas a personas de escasos recursos en Estados Unidos, bajo apadrinamiento. Según su nieto Adrián, ella aplicó varias veces desde el 2022, pero nada. La última fue la vencida.

“Lo que más extrañaba ver era a mis nietos, a mi familia, a la gente que me saludaba, eso me daba mucha tristeza”, recuerda Lukita, como le dicen de cariño.

El principio de su molestia

Antes de perder la visión le gustaba salir mucho.Cortesía

En 2016 le detectaron las cataratas en Estados Unidos, sin embargo, aquí en Ecuador, en el Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS), no validaron su diagnóstico. “Le dijeron que no era para operarse”, relata su nieto.

Para 2018 su visión empezó a deteriorarse y para cuando llegó la pandemia todo se ‘apagó’. “Ya no quería salir a ningún lado. De hecho tuve problemas con mis hijos porque querían sacarme, pero yo no quería”, explica Lukita.

Ella, acostumbrada a valerse por sí misma, estaba devastada. EXTRA publicó su historia por el Día de la Mujer. En esa ocasión contó que había sacado adelante a sus cinco hijos trabajando de todo, incluso de panadera.

“Es bien feo. Le rogaba a Diosito todos los días que me devuelva la visión”.

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De nuevo a la actividad

El 27 de mayo viajó a Estados Unidos, la acompañaron al aeropuerto sus hijos, nietos y nueras.Cortesía

Lukita aún está en el país del norte, al cuidado de su hijo Santiago Contreras, el mayor. Él ha sido testigo del cambio de actitud casi instantáneo en la adulta mayor.

“Fue un cambio de 180 grados. Incluso los primeros días, aquí, esperando a que la llamaran para la cirugía, no quería salir del cuarto. Ahora la llamo y me dice que está en la sala o que está conversando. El ánimo le ha cambiado”, relata Santiago.

Ella, de su parte, promete que ahora será más activa. “Ya quiero regresar a Ecuador, tomar mi andador y salir a caminar por las calles de la Floresta 1 (su barrio)”, expresa la abuelita muy feliz e inquieta.

Pero aún hay camino por recorrer: la cirugía se realiza ojo por ojo. En el caso de Vera empezaron con su ojo izquierdo. Y ahora espera 15 días para que se le intervenga el otro ojo. Por ahora no puede exponerse a la luz que emiten aparatos tecnológicos.

La adulta mayor fue intervenida el 22 de junio. Aún falta una operación en su ojo derecho.Cortesía

En su primera revisión, posoperatoria, Vera le besó las manos al doctor Christopher Teng y le dijo “primero Dios y luego usted, doctor”.

Ya quedaron atrás los días en que se sentía impotente. “Cuando quería hacer algo y sabía que mis ojos no me servían para mí sola”.

Cuando la visitaban, ella solo hacía como que conocía a las personas. “Relacionaba la voz con el recuerdo del físico que tenía en mi mente de ellos”, confiesa.

Con los años ha concluido que quizá pudo ser una contadora. De nada se arrepiente, pues considera que educó a sus hijos por el camino del bien. Y hoy quiere seguir viendo por ellos... de todas las formas que sean posibles.

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