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María Alejandra Morales es la última hija del primer matrimonio de Morales.Cortesía

Hija de Morales: “Mi papi me gritaba: me ahogo, me muero”

El sábado lo visitó un cura, se cortó el pelo y recibió un masaje. El domingo celebró el Día del Padre. Su hija cuenta cómo fueron sus últimos días

El celular de María Alejandra Morales Montenegro sonó a las 07:10 del lunes 22 de junio de 2020. En el auricular, una voz de mujer le dijo: “¡Tu papá se está ahogando, ven ya!”. La hija de Carlos Luis Morales no lo entendía, pero se subió a su carro y aceleró rumbo a la casa de su padre, en la ciudadela San Isidro, de Samborondón.

Estaba en Daule, en casa de su novio, y en los 20 minutos que le tomó llegar, pensaba en la última vez que lo vio, a las 21:20 del día anterior. El prefecto del Guayas estaba respirando bien, conectado a su tanque de oxígeno y acostado en su cama junto a su perrita Mafi, con la que acostumbraba dormir. Le dijo que la amaba y que se fuera a su casa porque era tarde.

Por eso, María Alejandra no podía asimilar que, al arribar al domicilio de su papá ese lunes, él la recibiera casi sin poder respirar. “Mi papi me gritaba: hija, me ahogo, me muero”, recuerda la joven, de 27 años, que fueron las últimas palabras que pronunció el exjugador de fútbol, que falleció de un infarto a las 08:45 de ese día.

De hecho, en esos tres minutos de desesperación que les tomó llegar desde el domicilio de Morales a la clínica Kennedy de Samborondón, María Alejandra esbozaba el último fin de semana que pasaron juntos.

La apnea, un trastorno en el que la respiración se interrumpe durante el sueño, diagnosticada en enero de 2020, cuando el prefecto viajó a Miami para un chequeo médico, se agravó a inicios de junio. Ese mes, Morales, su esposa Sandra Arcos y sus dos hijastros fueron involucrados en una investigación por el delito de tráfico de influencias en la adjudicación de contratos por la emergencia sanitaria.

Además, padecía de várices y un problema en el colon que lo obligó a medicarse de por vida con mesalazina. Desde principio de año, un tanque de oxígeno era su compañero de cama y que, desde ese 3 de junio cuando allanaron su hogar, empezó a usar con más frecuencia.

María Alejandra tiene cuatro palabras para describir el estado anímico de su papá en el último mes de su vida: solo, triste, traicionado y golpeado. Tras la boleta de captura que le fue emitida a su esposa, con quien vivía, ella no estuvo más a su lado. “Mi papá era muy dependiente de ella. Era un niño mimado”, lo describe su hija, quien cree que su repentina soledad le fue deteriorando su estado anímico.

El 12 de junio, cuando cumplió 55 años, solo estuvieron con él sus familiares más cercanos, porque no quería celebrarlo. Dos días después, Alejandra lo sorprendió escribiendo una carta para su esposa, con quien, asegura, no tenía contacto desde que empezó el lío legal en el que estaban involucrados. “Él la extrañaba”, lamenta.

Pero los problemas respiratorios de Morales se agudizaron dos días antes de su muerte. La joven relata que la mañana del sábado, al verlo decaído, ella le pidió al padre Alfonso que lo visitara y estuvo junto a él desde las 10:40 a las 11:20. El sacerdote había estado en su casa el miércoles 17 y prometió regresar el martes 23, sin saber que ese mismo día oficiaría la misa de su sepelio.

Carlos Luis Morales tuvo tres hijos con Sandra Montenegro: Luis Gabriel, Carolina y María Alejandra.Cortesía

Luego de la visita del religioso, su peluquero de toda la vida, Rómulo Castro de TC televisión, fue a su casa a las 13:00 a cortarle el cabello y, cuatro horas más tarde, una masajista lo atendió porque desde que le pusieron el grillete electrónico en su tobillo sus músculos se acalambraban por falta de ejercicios.

“Mi papá acostumbraba a nadar para estar activo, pero le dijeron que no lo hiciera por el grillete”, cuenta Alejandra. El artefacto, más una prohibición de salida del país fueron las medidas que le dictaron a Morales como parte del proceso que se seguía en su contra.

Esa misma noche del sábado llegó ella a visitarlo junto a su novio, cenaron carne, tomaron helado y hasta compartieron una copita de coñac. Fue la primera vez que le dijo que sentía que se ahogaba, pero él, como era su costumbre, se colocaba el oxígeno y se retiraba a descansar. Y así fue. María Alejandra prometió volver el domingo 21 para la celebración del Día del Padre.

A las 13:00 estuvo puntal. Llevó comida italiana y, como no lo hacían en mucho tiempo, se sentaron a conversar de todo un poco. Hablaron de un viaje que hicieron a Disney el año pasado, y la tarde se fue rápido entre anécdotas familiares.

Ella le sugirió que se fuera a descansar porque había notado que le costaba respirar, pero como había llegado su hermano Luis Morales Montenegro junto a su cuñada, él quería compartir un rato más junto a sus hijos. La charla terminó en una oración a cargo de la nuera de Morales y compraron una pizza para la cena.

“Esa noche (el domingo) mi papi me dijo: me estoy sintiendo mal, me duele el pecho, siento que me falta el aire, siento una presión en la espalda” detalla. Se ofreció a llamar a un médico que, tras revisarlo, le mandó a comprar unos medicamentos que no se tomó porque minutos después estaba estable.

Carlos Luis Morales fue sepultado en el cementerio Parques de La Paz.Christian Vinueza

Ambos subieron a la habitación y María Alejandra se aseguró de que se fuera a dormir. “Ese es el último recuerdo que tengo de él bien, acostado en su cama, con su oxígeno y pidiéndome que me vaya a descansar porque era tarde”, comenta.

La joven cree que, aunque sentía dolor en el pecho y tenía dificultad para respirar, su papi disfrutó de un fin de semana tranquilo, en paz. Ella está segura de que la soledad en la que estaba sumido le hizo mal, pues siempre fue un hombre que estuvo rodeado de muchas personas.

Se queja de los rumores que se levantaron luego del fallecimiento de Morales, como que tenía cáncer, que se había envenenado, que había discutido con sus hijastros y por eso se habría infartado... pero ella, que reitera pasó junto a él durante su último fin de semana, dice que todo esto es mentira.

La autopsia del prefecto del Guayas reveló que la causa de su muerte fue un infarto agudo de miocardio, insuficiencia respiratoria, edema agudo pulmonar y tromboembolia pulmonar. Y, como causa sobreagregada, una cardiopatía hipertrófica y una trombosis venosa profunda. De esta última afección, la hija no tenía conocimiento.

Prefiere recordarlo así, en paz. Por eso, tal vez prefirió cerrar los ojos y agarrarse al cinturón de seguridad mientras trasladaba a su padre a la clínica. Ella iba en el asiento del copiloto y, Carlos Luis Morales junto a un guardaespaldas se desmayaba en el asiento de atrás de su automotor.

No quiso voltear y lo último que recuerda es verlo bajar y al personal de salud acostándolo en una camilla. Ella está segura de que llegó con vida al lugar, pero minutos después fue imposible reanimarlo.

La tristeza se mantiene y lo va a extrañar, pero María Alejandra cree que Dios hizo que ambos se acercaran más en estas tres semanas, a pesar de todos los conflictos por los que estaba pasando su padre. Lo único que la consuela es que cree que está descansando tranquilo, lejos de los problemas y de la soledad que lo entristecía.