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Guayaquil: Los 'vecis' de Vergeles tienen miedo de la delincuencia
La 'pipol' está 'paniqueada' en el lugar en el que días atrás asesinaron a dos hombres y lanzaron una granada hacia el techo de una casa. Ellos aseguran que no reciben cobertura ni patrullaje policial y que solo en los días del hecho violento anduvieron por allí.
Los habitantes de la manzana 167 de la primera etapa de Vergeles, al norte de Guayaquil, se despertaron el viernes 5 de agosto con una noticia 'bomba': habían lanzado una granada hacia el techo de una de las viviendas de la zona.
Eso no fue lo único de lo que se enteraron los lugareños. La noche anterior, aproximadamente a las 21:00, balearon a un grupo de jóvenes que se encontraba al pie de un terreno baldío que, según moradores, estaría destinado a la construcción de un mercado municipal y fallecieron dos de los que se encontraban reunidos allí. Y estas 'novedades' no les causaron más que temor.
Las familias del sector se sienten desprotegidas; pues, desde hace casi tres años, según Leonela, nombre protegido, el lugar se ha convertido en inseguro.
"Aquí casi no se ven los patrullajes de la Policía, pero el día que pasó esto vinieron y al día siguiente también, estuvieron dando vueltas. Hoy (domingo 7 de agosto) ya no se los ve" asegura Leonela, de quien familiares residen en una casa del sector del tiroteo.
Ella había salido a hacer unas compras "un rato antes" del hecho violento; sin embargo, en casa de sus parientes quedaron su pequeño hijo y su hermano. "Ellos se aterraron cuando escucharon la ráfaga de balas. Se fueron al cuarto de al fondo y se escondieron debajo del ropero" cuenta Leonela e incluye que esto solo acrecienta el miedo que sentía previo a la 'lluvia de plomo'.
Tanta es la inseguridad allí que hasta la ropita de la 'veci' se 'chorean'. "Esto ya es de los 'hacheritos'. Ni la ropa puedo dejar tendida aquí en la ventana porque se la llevan" mencionada indignada Leonela.
Al pedido de ayuda inmediata de Leonela se suma el de Rafael, nombre protegido, otro lugareño.
Él, en cambio, admite que no hay unión entre los vecinos para poner alguna medida de seguridad, pero que sí necesitan de la colaboración de la Policía Nacional.
"Ese día con mi familia solo nos escondimos y evitamos estar cerca de las paredes porque podía pasar alguna bala perdida" rememora.
No obstante, no todos sienten lo mismo. Michael Eduardo, también habitante, dice sentirse tranquilo a pesar de todo. "Aquí nadie ve lo que hace el otro, solo se ve lo que uno hace por seguridad" expresa.
En el lugar en el que abatieron a los dos jóvenes durante la noche del jueves una vela seguía encendida, recordando a los fallecidos. Esta misma vela, protegida por una caja de madera, es la que deben poner, según moradores, para rogar que la inseguridad se vaya del sector.