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Guayaquil: En el suburbio hacen arreglos, pero incomodan a los moradores
Los habitantes de la calle Argentina se ven afectados por tierra acumulada que no los deja transitar fácilmente.
Antonio Cedeño, a pesar de que presenta discapacidad en sus extremidades inferiores y usa una silla de ruedas eléctrica para movilizarse, disfruta de salir a la vereda de su casa a tomar aire o a ir a comprar todas las mañanas el pan a un local a dos cuadras de distancia. Pero, en los últimos cuatro meses no siempre puede cumplir su deseo, pues él, quien reside en la esquina de la intersección de las calles 19 y Argentina, suburbio de Guayaquil, se ve 'retenido' por los arreglos en esta última vía.
Un cartel, en esa misma esquina, anuncia el inicio de la zona de trabajos que constan de cambios de tuberías en el sector y pavimentación de concreto en ese tramo. Las mejoras, que empezaron el 25 de mayo y están planificadas para culminar en 180 días, avanzan, pero a su paso causan molestias en los lugareños debido a los escombros que se dejan al filo de las calles e impiden el fácil acceso para los peatones, como le sucedió a Antonio, de 70 años.
Él, la tarde del martes 30 de agosto, salió de su garaje y cayó sin querer en el montículo de tierra que estaba al pie de su vivienda por lo que las llantas de su silla se atascaron. El único que estuvo para ayudarlo fue su hijo Antonio. "Eso pasa a veces. Esta tierra no lo deja salir fácilmente a mi papá. Puede ser un niño o una señora que se tropiece y será peor" comenta Antonio, el hijo.
Sin embargo, la comodidad no es la única que se ve afectada por aquello. El negocio de padre e hijo, venta de pequeñas 'coquetas' de madera y con luces, está cayendo porque las personas no se pueden acercar para echar un 'ojo' a la mercadería. "Antes del arreglo vendía cinco o seis coquetas diarias y hoy, por ejemplo, ni una" comenta el hijo.
Otro comercio que también forma parte del descenso de ventas es el restaurante de Alberto Murillo, en la esquina de Argentina y la 20, una calle después de donde reside Antonio.
El hombre, quien antes vendía hasta 200 platos diarios, en los días que dura el arreglo tiene que conformarse con 60 o hasta 80 porciones vendidas ya que a los comensales se les hace difícil llegar hasta su lugar de venta. "Incluso tuve que parar dos semanas y recién retomé hoy (martes 30 de agosto) porque igual hay que cancelar alquiler" comenta.
Para don Klever Ruiz, otro morador, la obra no se terminará a tiempo porque falta mucho por hacer todavía. "Incluso unos compañeros barriales dijeron que les comunicaron que duraría ocho meses y no seis como estaba programado" expresa.
Y todos coinciden que la obra les beneficia; sin embargo, las molestias que se causan "no se toman en cuenta". Ahora, solo esperan que se mueva todo el material de construcción que tienen en el filo de las calles.