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El crimen fue perpetrado en una pequeña casa de caña guadúa, en el cerro San Eduardo.Amelia Andrade

Guayaquil: Recibieron plomo ajeno

Un grupo de criminales buscaba a un joven, quien no estaba en casa, pero en su lugar ‘pagaron piso’ su hermana y el papá. Este último falleció.

Por un ‘pito’ ajeno, un hombre y su hija fueron baleados mientras conversaban en el portal de su casa, en la cooperativa 25 de Julio, del cerro San Eduardo, en el oeste de Guayaquil.

El hecho se registró a las 22:00 del miércoles 9 de junio y las víctimas fueron identificadas como Mario Kléver Márquez Erazo, de 53 años, y Jennifer Johanna Márquez Manzaba, de 36.

El hombre fue llevado de urgencia al hospital Abel Gilbert Pontón, del suburbio, donde los médicos establecieron que una bala había ingresado por su cuello y salido por la nariz. Además, determinaron que otro proyectil le había ocasionado daños en una pierna.

Por la gravedad de las heridas, Mario Kléver pereció dos horas después, mientras que su hija, quien fue llevada a otro hospital del sector, sobrevivió a la munición que penetró en su glúteo izquierdo, según información proporcionada por la policía.

En el sitio del suceso, ubicado en la parte habitada más alta del cerro, los lugareños comentaron que el ataque no iba dirigido a los afectados, sino a un hijo de Kléver Márquez, pero él no estaba en el lugar.

En la calle principal quedaron manchas de sangre de las víctimas.

Sin embargo, los criminales no habrían hecho preguntas, pues de un Hyundai Tucson se bajaron directamente para disparar, comentaron algunos vecinos, atemorizados.

Un amigo de Márquez Erazo relató que el hombre se dedicaba a trabajar como empleado en un taller de ventanas de aluminio. Además, dijo que el atentado en realidad habría estado dirigido a un vástago de la víctima, por un supuesto problema que tuvo con una banda delictiva.

Un equipo de Diario EXTRA acudió a la casa de las víctimas, para conocer la versión de parte de los parientes, pero evitaron hablar. En el sitio, incluso, estaba ya la sobreviviente, quien lloraba mientras era consolada por otras dos mujeres.

Un morador mencionó que es la primera vez que en ese sector del cerro San Eduardo ocurre un asesinato. “Aquí era muy tranquilo. Como ve, tenemos una sola calle. Por la misma se sube y se baja, pero últimamente ha empezado a llegar gente de otros lados, por la droga”, lamentó el lugareño.

Información

La mañana de ayer, investigadores de la Dirección Nacional de Delitos contra la Vida (Dinased) acudieron a las faldas del cerro para buscar más testigos del suceso, que contribuyeran con más detalles de los sospechosos, pues eran mínimo tres, según los moradores.