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Durante los operativos, los uniformados detienen y revisan a toda persona en actitud sospechosa. Buscan armas y tatuajes de bandas criminales.Alex Lima / EXTRA

Militares encuentran resistencia en los operativos en zonas rojas de Guayaquil

En la cooperativa Santiago Roldós, sur de Guayaquil, algunos vecinos se portaron resabiados con los militares durante una incursión armada.

Sábado 13 de enero, 15:00. Las veredas de la cooperativa Santiago Roldós, un barrio del sur guayaquileño considerado zona roja, están llenas de vecinos conversando y tomándose algo para refrescar. Es que el sol está insoportable, la temperatura supera los 38 °C y quedarse dentro de casa es meterse en un sauna.

Todo transcurre con calma hasta que la llegada de varias camionetas sin placas y con vidrios polarizados rompen la quietud. A medida que se acercan, la tertulia va cesando y los ojos de todos se centran en los vehículos. Cuando las puertas se abren y son militares los que bajan, los vecinos reaccionan como si hubieran visto al mismísimo diablo.

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El murmullo y el movimiento comienzan de inmediato. Los soldados, por su parte, no pierden tiempo y colocan los carros de tal modo que todas las intersecciones quedan bloqueadas.

A diferencia de la mayoría de barrios, donde los uniformados son recibidos con aplausos, en la Santiago Roldós su presencia tiene el efecto contrario. “¿Qué vienen a hacer acá que todo es tranquilo?”, “Yo no me voy a meter a la casa si todavía no es toque de queda”, “Solo vienen a joder la vida”, eran algunas de las quejas lanzadas al aire por los vecinos, quienes en su mayoría ya estaban resguardados en los portales de las viviendas.

Los militares siguieron concentrados en su misión, pero sin perder de vista a personas que vigilaban desde pisos altos y terrazas. Una vez controlada la zona, allanaron una vivienda en la que capturaron a una mujer en posesión de una pistola y desmantelaron un circuito de videovigilancia que se presume era utilizado para avisar cuando aparecía la ley.

Al momento de retirarse, conociendo que no eran bienvenidos, los militares se agruparon y sin dar la espalda ni un segundo al envalentonado populacho, subieron a los vehículos y se esfumaron. No fue sino hasta que se alejaron diez cuadras que pararon a organizarse. Dos vehículos tomaron rumbo a entregar a la capturada a la Policía y otros dos hacia la escuela de la Infantería de Marina, en la avenida Barcelona. La misión había sido cumplida.

Como este, decenas de operativos se realizan a diario en todos los sectores de la urbe. La tarde del 14 de enero, durante un recorrido por la ciudad, Diario EXTRA se encontró otro operativo y durante tres horas le siguió el rastro desde cerca para observar cómo operan las Fuerzas Armadas en la guerra antiterrorista.

  • Vigilantes y listos
Los militares recorrieron un barrio de La Fragata en busca de criminales.Alex Lima / EXTRA

Son las 17:39. Armados y concentrados, a bordo de dos camionetas, una de Policía y otra blanca sin placa, desarrollan el operativo los soldados. Son quince los uniformados que patrullan la avenida Domingo Comín, al sur de la urbe, con la vista afinada. A la primera señal de algo sospechoso, la sirena se enciende y las camionetas salen disparadas.

Una motocicleta con dos sujetos a bordo en actitud sospechosa fue la primera novedad del convoy, que apenas recibió la señal del teniente a cargo, le cerró el paso. En menos de cinco segundo ya tenían el perímetro asegurado y a los sospechosos en custodia.

158 detenidos por terrorismo se registraban hasta el miércoles 17 de enero.

Uno de los capturados termina contra la pared y el otro ‘panza al piso’, les levantan las camisetas y les revisan en busca de tatuajes o distintivo de alguna banda. Luego de comprobar documentos y ver que todo estaba en orden, liberan a los jóvenes y con la misma velocidad con la que bajaron vuelven a su puesto. La revisión tomó 40 segundos y en un minuto los uniformados ya están rodando.

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Pasan tres minutos de calma y las camionetas vuelven a pisar el pedal a fondo, con la sirena a todo volumen se abren paso entre el tráfico hasta llegar a la cooperativa 25 de Julio, en la avenida Perimetral, donde se les alertó de la presencia de seis tricimotos. Asimismo, como un rayo, se despliegan y revisan a todos, nadie se escapa.

En el momento que se retiraban, el ayudante de un bus de la línea 103 alerta de una emergencia: “Hay dos aquí arriba (en el bus)”, les dice. Enseguida una cuadrilla sube a revisar a todos los pasajeros y en poder de los dos señalados se encuentra una pistola de juguete.

Para los uniformados no hay diferencia. Bajan a los ladrones con mano dura y al primer signo de resistencia les aplican ‘paloterapia’. Luego los montan a una camioneta y se los entregan a la Policía. “Dos pillos menos en las calles”, se escuchó decir a uno de los curiosos. Cuando los militares finalmente se retiran, lo hacen con el aplauso y la ovación de la ciudadanía.

  • "Mi 'sub', llévese unas aguas"
Las Fuerzas Armadas reciben muestras  de apoyo en la mayoría de vecindarios donde realizan patrullaje.Alex Lima / EXTRA

Durante su ronda, los militares observaron una gran cantidad de gente aglomerada en un vecindario periférico, de difícil acceso, en el sector de La Fragata, y le alertaron al equipo de este Diario que podrían hallar resistencia, hostilidad, y que por ese motivo guardara cierta distancia con respecto al convoy para poder salir del lugar si algo ocurría.

Sin embargo, los uniformados solo se encontraron con muestras de respeto y solidaridad. Los vecinos se asomaron a las ventanas y abrieron sus puertas para verlos pasar, los aplaudieron, los arengaron y les agradecieron.

Los ciudadanos no se resistieron a las requisas. “Acá somos un barrio ‘todo bien’, pero qué bueno que vengan a recorrer”, manifestó un adulto mayor desde el portal de su casa, mientras una tímida niña de entre 8 o 9 años se acercó a uno de los soldados y, alentada por su mamá, le extendió un paquete de galletas.

Los patrullajes de las Fuerzas Armadas los realizan en grupo de mínimo 15 uniformados y dos vehículos.

Cuando culminaban la revisión, un vecino se les aproximó vehemente: “Mi ‘sub’, llévese unas aguas, espérese un momento”, les gritó. Segundos después sacaba de una vivienda dos pacas de botellas de un litro, una para cada camioneta, y se las entregaba con un mensaje corto y simple: “Les agradecemos mucho por su trabajo. Gracias”.

  • También auxilian a los heridos
Los militares tienen conocimiento de primeros auxilios. Ayudaron a un ciudadano apuñalado.Alex Lima / EXTRA

Minutos antes de terminar su recorrido, los militares se encontraron con un hombre que había sido asaltado con un cuchillo en la vía Perimetral. Resultó herido con un profundo corte en uno de sus brazos y ellos lo auxiliaron.

Aquí pusieron a la víctima en la posición adecuada, lo asistieron para aplicar correctamente un torniquete y evitar así que continúe desangrándose. También controlaron el tránsito vehicular para acelerar la llegada de la ambulancia.

Una vez que los paramédicos atendieron la emergencia, los uniformados ayudaron a subirlo al vehículo para ser llevado al hospital y ellos tomaron rumbo hacia su cuartel, dando la posta a otra patrulla.

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