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Manuel Maji y su familia fueron intervenidos por funcionarios para evaluar su situación psicosocial.HENRY LAPO

Quito: el fuego se llevó hasta la esperanza de los agricultores

Si bien no hubo heridos o casas quemadas, sí se perdieron sembríos de flores y frutas que caracterizan a la zona. Quedan las deudas y el miedo

Los daños del incendio de la quebrada Guambi, en Tababela, nororiente de Quito, aún se siguen cuantificando. Por ahora solo se aprecian los cultivos hechos cenizas.

De los siete sembríos quemados reportados por el Municipio de Quito, uno fue trabajado por Manuel Maji Remache y su familia. En esta semana iba a recoger la primera cosecha de frutillas.

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“El terreno ni siquiera es nuestro, nosotros arrendamos por la zona”, explicó el agricultor a EXTRA.

Desde el miércoles 6 de septiembre no ha parado de ir y venir para rescatar algo de lo que sembró en el predio de una hectárea. Además, una covacha en la que guardaban las herramientas de agricultura y mangueras se perdió con el fuego.

“Solo de eso no sé ya cuánto perdí”, lamentó.

Hace un año, Manuel decidió solicitar un préstamo de 25.000 dólares para producir frutillas y así recuperarse de la crisis que le causó la pandemia por la covid-19, en 2020.

Las autoridades entregaron kits de primera asistencia a dos de las 10 familias afectadas por el siniestro que empezó el miércoles.

“Ahí quedamos en la quiebra, pero no perdimos la esperanza. Con esto no sé qué voy a hacer”, agregó.

ATENCIONES PRIMARIAS

Varios equipos del Patronato San José se desplegaron en la zona para evaluar social y psicológicamente a los más cercanos al flagelo.

Los cultivos de flores resultaron afectados.HENRY LAPO

Johana Solórzano cuida de una plantación de flores, hasta ahora siente miedo de que haga demasiado sol o viento y vuelvan las llamas. “Eran por lo menos de siete metros. Mi hijo y mis sobrinos gritaban”, contó.

Tanto fue el horror que tuvo que llevar a los niños a la casa de un pariente para que pudieran dormir. No han querido regresar.

“Todavía estamos en la etapa de evaluación y viendo qué necesitan las personas”, explicó Saúl Ortiz, coordinador de Servicios Sociales.

Los funcionarios tenían claro que los vecinos podían sufrir de estrés postraumático o ansiedad. A Manuel le detectaron presión alta. “Debe descansar, además hace mucho calor. También debe ser por la impresión de lo sucedido”, le dijo una de las funcionarias.

Una hectárea de sembrío de frutilla se perdió con el incendio.HENRY LAPO

MENOS FLORES

A Wilson Verdezoto no se le quemaron todos los sembríos, pero sí una buena parte. “Es imposible no estar preocupado porque contábamos con esa producción”, comentó. Esa noche, él corrió desde su casa hasta su florícola para ver si se podía hacer algo. Al ver la intensidad de las llamas dejó que el Cuerpo de Bomberos de Quito haga su trabajo.

En los días siguientes al incendio se dedicó, con sus trabajadores, a recoger los escombros del último año de trabajo.

“No he contabilizado las pérdidas, a veces como que no quiero saber”, dijo.

A breves rasgos: mano de obra, fertilizantes, abono, agua, semillas, transporte. “Por ahora mejor no. Espero que haya alguna ayuda, aunque no creo”, finalizó resignado. En total son 10 familias afectadas, una de ellas con una bodega quemada y dos con viviendas destruidas, aunque los inmuebles no estaban habitados.

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