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Fiestas de Quito: las anécdotas de los farreros luego de una 'chuma'
Dos capitalinos cuentan cómo es el ambiente con guaro durante las festividades de la fundación de la Carita de Dios.
Durante las fiestas de Quito, los ‘chullitas’ se caracterizan por beber hasta ‘borrar la casetera’.
Ambientes festivos, las chivas, los canelazos y los programas barriales son factores imprescindibles para que un capitalino termine ‘plutote’.
Pese a que la Policía y el Municipio han reforzado los operativos para evitar que la gente beba licor en el espacio público, los quiteños siempre se buscan la manera de ‘guaspetearse’.
EXTRA recogió la historia de dos ciudadanos que cuentan cómo es el nivel de farra en la ciudad durante las festividades de su fundación.
Uno de ellos se mandó una ‘campaña chupística’, mientras que el otro fue fiel testigo de lo que provoca el trago en las calles.
Cómo vive un universitario las Fiestas de Quito
Roberto Sarmiento se mandó cinco días de borrachera para festejar la fundación de Quito. ¡Puro relajo y pachanga!
El universitario, de 25 años, empezó bebiendo ‘biela’ el lunes con los ‘panas’ de la facultad. Fueron a un bar en el que se quedaron hasta las 03:00 del martes. Durmió en la casa de su mejor amiga y horas después llegaron a clases con la misma ropa y oliendo a guaro.
Al sentirse observados por los estudiantes, faltaron al resto de la jornada académica. Esa tarde fueron a una discoteca y terminaron en La Floresta, donde ‘remataron’ con canelazos. “No recuerdo cómo regresé a casa”.
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El miércoles asistió a dos clases. No estaba tan ‘pluto’ y, al menos, sí se había cambiado de ropa. Según él, prometió no seguir bebiendo, pero sus ‘inquietosos’ amigos le invitaron a La Ronda, la zona rosa del Centro Histórico capitalino.
Como buen quiteño se ‘hizo funda’ con par botellas de ‘guanchaca’. Ese día estuvo tan mal que se quedó dormido en el bar y un familiar lo fue a recoger.
Llegó el jueves, el último día de clases previo al feriado por las fiestas de Quito. Con su grupo de amigos planificaron subirse a una chiva que salía desde La Basílica.
Roberto pensó que como había chupado tres días, el trago no le iba a coger, pero fue todo lo contrario. Se ‘chumó’ en menos de una hora. Sus ‘panas’ le contaron que se había besado con dos señoras que le doblaban la edad. “¡Qué vergüenza!”.
Para cerrar esta ‘campaña chupística’, el viernes se embriagó en el baile que organizaron en su barrio, la Loma de Puengasí, en el sur de la ciudad.
Como estaba entre familia y vecinos, nadie creyó que iba a pasar algo, pero no fue así. La policía llegó para desalojar a las personas y Roberto le dio duro a uno de los uniformados. Casi termina preso.
Tras ello, Roberto no piensa embriagarse porque asegura que se expone a muchos accidentes y riesgos.
La historia de un joven que vio de todo durante Fiestas de Quito
Christian Carrera es un morador de Píntag, un barrio periférico ubicado en el sureste de Quito. Las personas de este lugar son conocidas por ser ‘buenos guaspetes’. Sin embargo, el joven aseguró que por las fiestas de Quito suele bajarle la dosis.
De hecho el año pasado, el día en el que se conmemoró la fundación de la ciudad, él decidió no beber ni una gota de alcohol y prefirió ser el conductor designado para llevar a sus ‘panas plutos’ de regreso a sus casas.
Eran las 18:00 y Christian se dirigía al centro-norte de la capital. Bajó por la autopista General Rumiñahui y vio que en el carril que va de Quito al valle de los Chillos había un vehículo atravesado en el lado derecho, al borde de la carretera.
Dentro de este, el conductor estaba inmóvil y con la música a todo volumen. Bloqueaba una de las vías y el resto de carros tenían que esquivarlo para seguir con su ruta. Christian quiso detenerse para ver qué pasaba con el hombre, pero los otros choferes le pitaron para que circulara. “Creí que estaba muerto”.
El ‘chullita’ siguió su rumbo para recoger a sus amigos y comentó que durante todo ese trayecto observó, al menos, seis accidentes de tránsito. La capital era un caos.
Mientras circulaba por la avenida 6 de Diciembre se percató de que el conductor de un auto de alta gama había perdido el control del mismo y se subió a la vereda, dañando la parte baja y el costado del automotor.
Recogió a uno de sus ‘panas’ y luego se dirigió a la avenida 10 de Agosto para retirar a dos más. En ese tiempo vio otros accidentes vehiculares. Conductores que terminaron colisionando porque no respetaron el semáforo.
En las inmediaciones de una universidad se subió su último amigo y en ese lugar había varias chivas prendidas en farra. Jóvenes vomitando, haciendo relajo, llorando...
Al regresar a Píntag, Christian pasó por la autopista Rumiñahui y el sujeto dentro del carro continuaba sin moverse. “No había policías ni agentes de tránsito. No sé qué pasaría con ese hombre”.
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