Resignados a reservar 2 dólares para pagar a los extorsionadores y así evitar represalias por una semana más, viven los moradores del Bloque 17 del sector Paraíso de la Flor, en el noroeste de Guayaquil.

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Este conflictivo vecindario sufre la constante pugna territorial de dos grupos criminales: Águilas y Tigres, los cuales no pasan un día sin “darse bala” en la lucha por espacios para sus actividades ilícitas, entre las que se incluyen el microtráfico de drogas, los secuestros y las extorsiones tipo ‘vacuna’.

Antonio (nombre protegido), un residente de esta zona, recordó que fue aproximadamente hace un año cuando criminales llegaron a su hogar para exigirle dinero a cambio de la seguridad de su vivienda. En este sector, las casas ‘vacunadas’ reciben un adhesivo en la puerta con la leyenda “casa vigilada”, lo que les permite considerarse ‘a salvo’.

El valor que exigen los extorsionadores varía dependiendo de la zona y del grupo criminal que tenga el dominio de la misma.

“Los Águilas le llaman ‘colaboración voluntaria’ y cobran dos dólares semanales a todas las casas; los Tigres, en cambio, hacen un ‘avalúo’ de tu casa y, dependiendo de eso (tamaño, acabados, ubicación, si la familia tiene vehículos), fijan el valor, que puede ser más de ‘sota’ (diez dólares)”.

El pago de esta ‘colaboración’ se realiza en efectivo, y los extorsionadores realizan los cobros puerta a puerta.

No hay actividad comercial que se libre del pago en este distrito. Por ello, decenas de locales comerciales han tenido que cerrar, y muchos incluso aún tienen en sus puertas los orificios de bala por los atentados que sufrieron por negarse a pagar.

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Las tricimotos que operan en este territorio también son víctimas de los extorsionadores, quienes les colocan un sticker con un número diferente a cada unidad, con el que llevan control de cuál está al día y cuál está debiendo la “vacuna”, que es de 10 dólares semanales y se paga por transferencia bancaria. Los criminales no tienen reparos en asesinar a cualquiera que se niegue al “pinchazo”.

En uno de los casos más recientes, ocurrido el pasado 14 de octubre, dos tricimoteros fueron baleados por este motivo. En este atentado también murieron dos pasajeros, y una estudiante de 16 años que caminaba por el sector resultó herida.

El teniente coronel Ramiro Arequipa, quien el 15 de octubre asumió la jefatura del distrito Nueva Prosperina, al cual pertenece este sector, explicó que las estructuras criminales están tan bien organizadas que cada persona cumple un rol específico.

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“Primero van personas a amedrentar y exigir el dinero a los ciudadanos, y posteriormente son otros los que llegan a recolectar los valores; asimismo, en caso de que las personas se nieguen a pagar, otros miembros de la organización toman represalias”.

“Se acercan diciendo que ya habían pasado advirtiendo y que les deben colaborar con una ‘rifa’, que en realidad funciona como recibo por la extorsión”, explicó, y añadió que “para familias que viven con dos o tres dólares diarios, pedirles ese valor es quitarles el medio de subsistencia y no lo vamos a permitir”, enfatizó.

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