Exclusivo
Actualidad

Johanna Espinoza Vera lloraba desconsolada la muerte de su esposo y padre de sus hijos. Bomberos le daban aliento.JIMMY NEGRETE

Explosión, muerte y arrepentimiento

La esposa de una de las víctimas mortales llegó al sitio de la tragedia para pedirle la plata para la comida. Desconocía que su amado estaba entre los occisos. Llorando le pidió perdón. 

“¡Nooo, Dios mío, mi amor, perdóname, perdóname!”. El grito desgarrador que emergió de la garganta de Johanna Maribel Espinoza Vera erizó la piel de quienes estaban en el lugar.

Pero ya era tarde. Ni las lágrimas, suplicas y palabras de amor que repetía cuando vio el cadáver de su esposo Néstor Humberto Pacheco Franco, dentro de una ambulancia, le podían devolver la vida.

Él fue una de las tres víctimas mortales que dejó una explosión, originada posiblemente por la acumulación de gases, ocurrida a las 07:40 de ayer en un inmueble de tres pisos, en cuya planta baja funcionaban un local de comida colombiana, un negocio de hamburguesas y un almacén de repuestos para carros, en la ciudadela El Cóndor, al norte de Guayaquil.

Cuando Johanna, de 37 años, llegó al sitio de la tragedia, desconocía que había ocurrido un estallido y que este había provocado la muerte del padre de sus tres hijos. Sin embargo, a medida que se iba acercando y al ver que miembros del Cuerpo de Bomberos y de la Policía Nacional removían escombros y hacían peritajes, una corazonada le hizo sospechar que algo malo le había pasado a su cónyuge.

La confirmación llegó cuando solicitó al personal de socorro poder ver el cadáver que estaba dentro de una ambulancia parqueada a 30 metros.

La hija mayor del reciclador Néstor Pacheco fue consolada por bomberos.JIMMY NEGRETE

Psicólogos y paramédicos del Cuerpo de Bomberos trataron de calmarla y sosegar su dolor, mas no hubo palabras que pudieran aliviar su pena y su llanto.

Johanna contó a este Diario que ella y su esposo habían discutido hace dos semanas y que por esa razón él se fue de la casa y estaba viviendo en la recicladora que está en la parte posterior del restaurante afectado.

“Desconocía que había ocurrido una explosión. Me acerqué a este lugar porque todos los días vengo a pedirle los siete dólares para la comida de nuestros hijos. De lejos vi las ambulancias, a los bomberos y policías. Me asusté y me dije: ‘Dios, no puede ser, ojalá no le haya pasado nada a Néstor’. No me imaginé esta tragedia”, manifestó llorando.

Mencionó que con sus descendientes, de 17, 16 y 14 años, residen en la cooperativa Colinas de la Alborada (norte) y que aunque ella y Néstor no habían hablado de retomar la relación amorosa, mantenían una buena amistad por sus hijos.

Compañeras y amigas de la colombiana María Clarete Mosquera lamentaban su deceso.JIMMY NEGRETE

“Los niños están destrozados. Ellos adoraban a su padre, cómo les doy esta noticia. Mi esposo tenía 40 años y trabajaba reciclando botellas y cartones, con lo poco que ganaba nos mantenía”, contó.

Colombiana, entre las víctimas

Pero Johanna no era la única que con sus lágrimas conmovía a quienes observaban la desgracia que provocó la onda expansiva, que además de tres muertos dejó a cuatro personas heridas y daños materiales en cinco casas y en tres vehículos. Compañeras de trabajo de María Margot Clarete Mosquera, de 49 años y nacionalidad colombiana, lamentaban su deceso.

María Gladys Holguín, propietaria del restaurante donde se habría originado la explosión, contó que María Margot tenía cuatro meses trabajando en su negocio y que era la encargada de preparar los alimentos.

“Me la recomendaron y me pareció una buena mujer, por eso le di trabajo. Nosotros la conocíamos como Lissette. Nos pedía que la llamemos con ese nombre, parece que le gustaba. Su cadáver quedó junto a la cocina”, dijo entre sollozos la extranjera.

El hermano del cuidador de vehículos corroboró a los bomberos la identidad del fallecido.JIMMY NEGRETE

El hermano de la tercera de las víctimas, quien fue identificada con el nombre de Jorge Washington Asencio Pérez, también acudió para constatar si el fallecido era su ñaño, quien se dedicaba a cuidar vehículos en ese sector.

El cuerpo de Jorge, de 35 años, a quien de cariño las personas de este sector de la ciudad llamaban Tilín, quedó sobre la vereda, frente al área afectada por el estallido.

Se salvó de milagro

Los esposos venezolanos Sorianne Alvarado y Gabriel Lanoy, quienes habitaban en la planta alta del inmueble donde se suscitó la catástrofe y además son los dueños del local de repuestos para carros afectado, afirmaron que cuando se suscitó el estallido, ellos se estaban vistiendo para bajar y que por esa razón no habían abierto el negocio.

“A mi esposo le cayeron pedazos de vidrio en la cabeza, tiene varias heridas. Afortunadamente estamos vivos. No podíamos salir del departamento, nos quedamos atrapados. Pensamos que había explotado una bomba”, relató la extranjera.

El mayor Christian Huerta, jefe de la primera brigada del Cuerpo de Bomberos de Guayaquil, explicó que posiblemente la acumulación de gases fue la causa que originó la explosión y que esto ocurre cuando en un espacio cerrado hay un cilindro que comienza a botar gas por minutos u horas.

“Seguramente una llama fue el detonante e hizo que el gas acumulado estalle”, sostuvo.

El coronel Geovanny Argüello, jefe del distrito Florida, dijo que cuando la policía llegó a la emergencia ayudó a evacuar a siete personas que se encontraban atrapadas en la segunda y tercera planta de la vivienda.