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Un grupo de niños juega cerca de una tienda. Uno de ellos usa una pistola de juguete para divertirse.RENE FRAGA

Esmeraldas: ¡De pistolita a violencia criminal!

En zonas periféricas de la provincia, los más chicos están expuestos a la delincuencia. La violencia desatada este año atenta su seguridad.

Cuatro niños juegan al final de una de las calles polvorientas del barrio 50 Casas, en la periferia sur de Esmeraldas. Corren sobre la tierra deslizándose con sus sandalias.

Se paran frente a una tienda. Uno de ellos carga una pistola negra de plástico. Hace un ademán con sus manos. Con la derecha la rastrilla y con la izquierda apunta. La gente no se inmuta, pero para Sirila Peralta, presidenta del barrio, no solo es un juego, es el reflejo de la realidad violenta que se vive en estos sectores alejados del casco urbano.

“Hoy es una pistola falsa y con el tiempo cogerán un arma real para hacer daño”, sentencia.

Los menores de edad son presa fácil de la ola criminal agudizada en la capital de la Provincia Verde, indica Peralta, de 52 años. Ahora mucho más con los asesinatos que han despuntado y que causan alarma en la población.

Desde enero hasta el 21 de septiembre de 2021, se registraron 89 muertes violentas en Esmeraldas, según la Policía. En ese mismo lapso, el año pasado hubo 42. “Es decir, se incrementó en un 142 por ciento. Y en el 89 por ciento se usaron armas de fuego”, señala Víctor Herrera, comandante de la zona 1 que incluye a Esmeraldas, Carchi, Imbabura y Sucumbíos.

A decir del oficial, estos hechos se han dado en lugares que no están atendidos con ciertos servicios básicos. Además, en estos mismos sitios hay una proliferación del microtráfico de drogas.

Están expuestos

50 Casas reuniría todas estas características de carencias como para ser un punto ideal en el que se cometan diversos delitos. Su presidenta dice que no tienen un alcantarillado adecuado, el servicio de agua es deficiente y las calles no han sido asfaltadas.

A eso se suma el consumo de drogas, acota Peralta, siendo los menores de edad los más propensos en caer en sus garras. “No tenemos cifras, pero es evidente que esto se salió de control”.

En el barrio 50 Casas, los servicios básicos escasean. También es un punto donde la delincuencia juvenil campea.RENE FRAGA

La dirigente indica que en su barrio, los chicos se meten al mundo de los estupefacientes desde que tienen 9 y 10 años. Pero los adolescentes, afirma, son quienes se dedican más al consumo. “Fuman descaradamente en la calle y no les importa si hay niños mucho más pequeños que ellos o adultos”.

Además, tal parece que en ese sector no solamente se dedican al consumo sino también a la venta. Los vecinos dicen que los ‘brujos’ arrojan zapatos en los cables de luz como una señal. Eso indica a los consumidores que allí se expende.

Implicados en robos

Sentado a pocas cuadras de la casa de Peralta, el pastor evangélico Celino Preciado observa a los niños divertirse. Indica que los jóvenes del barrio no solo son drogodependientes. También se han orillado al robo. “Considero que esto se ha dado por la falta de empleo. No hay trabajo para nadie”.

Agrega que en pocas ocasiones se mira a los muchachos vendiendo fruta o haciendo alguna actividad fuera de ese sector para ganar algo de dinero honesto.

Pero al no conseguir el sustento, los mismos vecinos son las víctimas de los atracos. Por fortuna para Preciado, los ‘choros’ no han entrado a su hogar porque, dice, lo respetan.

En el sector Boca del Lobo, los vecinos se organizan para defenderse de los ‘choros’RENE FRAGA

Aun así, como precaución ha colocado rejas en las ventanas y puertas de su domicilio. Lo mismo han hecho los demás moradores porque los intentos de entrar a sus viviendas son también pan de cada día. Por eso no es raro ver las casas del barrio con barrotes.

Según el coronel Herrera, el asalto a personas es el delito más frecuente. En este tipo de robos comunes están inmersos los menores de edad, explica Freddy Bonilla, agente investigador de la Unidad de Protección de Niños, Niñas y Adolescentes (Unipen). Pese a no entregar cifras, el uniformado dice que ha habido un descenso en las aprehensiones de adolescentes infractores durante este año.

Rescate a través del deporte

Como 50 Casas, en Esmeraldas hay otros puntos con ‘pelados’ expuestos a la vida criminal. El sargento Bonilla precisa que en sectores como Ribera del río, La Isla, Perú y zonas periféricas se palpa algo similar.

“En estos barrios se observa que los menores no siempre tienen la vigilancia de sus padres”, indica el uniformado. Pese a esto, él considera que la situación todavía puede controlarse porque en Esmeraldas no se ha identificado que niños tengan como referentes o modelos a seguir a gente inmersa en sicariatos.

Fabián Recalde es uno de los encargados de organizar a su barrio para ahuyentar a los ladrones.RENE FRAGA

Por eso, para evitar que los muchachos caigan en adicciones, cometan delitos o formen parte de alguna banda criminal se ejecuta un proyecto. Uno de los mentalizadores es el concejal Ramón Echeverría, quien explica que el plan es ayudar a los infantes y adolescentes a que desarrollen sus capacidades deportivas.

“El objetivo es que, a través del fútbol, los muchachos tengan un proyecto de vida a futuro”. Y no solamente se concentran en entrenarlos, sino también a darles charlas sobre la prevención de drogas y embarazos adolescentes.

Además, se realiza un trabajo conjunto con los moradores de los sitios en los que se ejecuta el proyecto. La idea, según Echeverría, también es recuperar los espacios que antes fueron usados por la delincuencia.

De esta manera, se busca que niños como los de 50 Casas ya no jueguen con pistolas sino con un balón de fútbol para rescatarlos de la violencia. 

Un proyecto busca que los chicos se dediquen al deporte para no caer en la criminalidad.Cortesía

Cámaras y rondas para frenar pillos

La realidad por la que atraviesa Esmeraldas ha provocado que los moradores de diferentes barrios tomen medidas para frenar la ola delincuencial. Uno de estos sectores es Sihabitat, cerca de 50 Casas, en donde la gente ha colocado, por su cuenta, cámaras de videovigilancia.

“Si bien una cámara no evitará un delito, al menos ayudará a disuadir a los malhechores”, cuenta Fabián Recalde, uno de los gestores de esta iniciativa. Él también encabezó el plan de ubicar una Unidad de Policía Comunitaria (UPC) utilizando un enorme contenedor que fue donado.

Recalde también tiene este proyecto en otro punto llamado Boca del Lobo. Allá, asimismo, los habitantes se ha unido para hacer rondas e implementar sistemas de seguridad.

Javier Cabezas, su presidente, explica que la idea es no dejarse ganar por la delincuencia que cada vez es más violenta en la ciudad.