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Esmeraldas: Muisne es zona de riesgo
Hay lugares donde la tierra se va hundiendo hasta 5 centímetros cada día. Su gente habla del drama que viven desde que cayó tremenda lluvia
Cada vez que pasa un carro pesado frente a su casa, María Bravo cierra los ojos y reza para que las vibraciones no terminen de destruir su vivienda de madera en el sector Pueblo Nuevo, al pie de la vía de ingreso a Muisne, Esmeraldas.
María, de 25 años, vive con su hijo recién nacido, su esposo y su papá. Hace una semana, las más de 12 horas de lluvia que soportó esta zona provocaron el hundimiento y deslizamiento del terreno donde está su hogar. Ella pensó que no sería grave, pero, con el tiempo, la tierra se sigue moviendo y cede aproximadamente cinco centímetros diarios, por lo que una lluvia fuerte podría dejarla sin casa y pondría en riesgo sus vidas.
“Cuando empezó la lluvia (el domingo 4 de junio) se fue escurriendo todo el terreno. Nos dijeron que evacuemos, pero no tenemos a dónde ir. Solo los vecinos nos han dicho que si se cae la casa nos vayamos a dormir donde ellos”, asegura esta joven mujer con su hijo en brazos.
El deslizamiento de tierra ya destruyó el baño y se está llevando parte de la cocina. El padre de María tiene diabetes y la preocupación de que podría quedarse sin casa ha recrudecido su enfermedad al punto que tiene más de cuatro días tumbado en la cama.
Colapsos
A pocos metros de la casa de María, Tamara Benítez y su familia viven un drama similar. Hace cuatro meses se mudaron a esa casa prestada y que ahora está a punto de caer por el deslizamiento del terreno.
“La carretera estaba ya un poquito trizada, pero el domingo, después de la lluvia, la tierra se hundió y se ha ido hundiendo poco a poco con el paso de los días. Esto era alto, una loma grande”, relata Tamara, quien vive con sus dos hijos y su esposo en ese domicilio de madera.
Según Álex Gaybor, vicealcalde de Muisne, donde viven estas dos familias hay un daño geológico de unos 150 metros. Por eso el Municipio gestionará ante el Gobierno la entrega de un bono de arrendamiento para estas y otras familias que arriesgan sus vidas quedándose. “Es injusto que le digamos a las familias que tienen que salir, pero ¿a dónde salen?”, explicó la autoridad.
Estas dos familias viven en uno de los 10 puntos críticos con daños en carreteras que registra Muisne y que han provocado una emergencia vial en este cantón del sur de Esmeraldas, que podría quedarse completamente aislado e incomunicado con el resto del país si estas afectaciones recrudecen.
Solo en la zona sur del cantón Muisne se registran, según el vicealcalde, cinco socavones en carreteras. Mientras que, en la zona central hay dos socavones de más de 100 metros en la vía.
Y en la zona norte se registran problemas en la vía que conecta a las comunidades Abdón Calderón y Quingue, donde también hay un socavón y desde hace dos meses está colapsado por completo el puente que une al Cabo San Francisco con el resto del cantón.
“La intervención vial en Muisne es urgente. He visto con buenos ojos la declaratoria de emergencia del Gobierno, eso permitirá liberar los recursos necesarios para atender no solo a Muisne, sino a toda la provincia”, analizó Yuri Colorado, alcaldesa de Muisne.
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Inundaciones, otro problema
La fuerte lluvia de más de 12 horas que soportó Muisne hace una semana no solo colapsó la red vial de la isla, sino también provocó el desbordamiento de los ríos Sucio, Matambal y Muisne. Esto inundó recintos en las parroquias San Gregorio, Cabo de San Francisco, Sálima y Quingue.
En el Gobierno Parroquial (GAD) de San Gregorio se improvisó un albergue en la terraza donde se alojan 40 personas de 11 familias.
Vicealcalde de Muisne
Zoila Domínguez, de 52 años, es una de las damnificadas. La noche del pasado 4 de junio perdió todos sus enseres y su casa fue destruida por la corriente del río Muisne. “Era el esfuerzo de 27 años de trabajo como maestra. Solo pude rescatar a mi hija. Todo pasó tan rápido que todos corrían, con lo que tenían puesto, para salvar sus vidas”, relata.
Aura Chacín, de 70 años, es nativa de San Gregorio y también está albergada en el GAD Parroquial. Ella aún no logra superar el miedo que sintió la noche del desastre. “El agua nos caía encima como olas, de paso se fue la luz y solo podíamos ver gracias al reflejo de los relámpagos. En San Gregorio nunca había pasado esto”, cuenta esta anciana mientras trata de aguantarse las lágrimas.
Moradora afectada