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Esmeraldas: La imagen del Negro Willy es venerada en barrios con alta criminalidad
Expertos señalan que las pinturas con rostros como los de Willian Alcívar Bautista, capturado en España, difunden un mensaje a la población y rivales
En una calle polvorienta del barrio 26 de Junio, conocido popularmente como Tripa de Pollo, en Esmeraldas, una imagen destaca sobre una de las paredes descascaradas.
La figura hace referencia a alias Negro Willy, cuyo nombre es Willian Joffre Alcívar Bautista. Se trata del líder de Los Tiguerones, nacido en marzo de 1989 en la ciudad donde ahora se le ‘venera’ como un estandarte de poder. Él fue capturado el martes pasado en España.
En barrios de Esmeraldas marcados por el crimen, los murales que representan a estos delincuentes adquieren un significado. Según el experto en seguridad Milton Cuero, los dibujos como los de Negro Willy sirven para marcar territorio y establecer un dominio simbólico en el barrio.
“Son un mensaje claro de poder y control. Al pintar su imagen, los miembros de la organización demarcan su presencia y comunican a la comunidad que están bajo su influencia, creando un ambiente donde el respeto se traduce en temor”.
y control del crimen”.Milton Cuero
Experto en seguridad
Este fenómeno no se limita a la mera exhibición de poder, también refleja una dinámica social compleja. El experto explica que “la proliferación de estos murales en zonas conflictivas es una estrategia de comunicación dentro de la cultura del crimen”.
Y añade que “para los miembros de la comunidad, estos pueden ser vistos como símbolos de resistencia o pertenencia. Se envía un mensaje de lealtad, al tiempo que se busca intimidar a rivales y autoridades, consolidando así la figura del líder criminal como un ícono casi mitológico”.
Veneración a criminales como Negro Willy
Las imágenes de tigres junto a leyendas de “Comandante” y “Emperador” adornan no solo las calles, sino también el centro de las canchas de índor fútbol, enlazando la cultura del crimen y la vida cotidiana.
Un ejemplo es la escuela Batallón Montúfar, cerrada hace tiempo. Sus canchas de índor son el ‘lienzo’ donde se dibujan las historias de poder y desafío. El tigre, símbolo de la organización criminal, se erige en el centro del campo, imponente y desafiante.
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El sociólogo Moisés González destaca que estos murales actúan como un reflejo de la cultura de violencia y marginalización en la que viven muchas personas. “Al pintar la imagen de su líder, los miembros de la comunidad no solo afirman su lealtad, sino que también buscan dar sentido a su propia existencia en un entorno donde las oportunidades son escasas”.
Además, el sociólogo señala que la veneración a estas figuras se convierte en una forma de resistencia frente a un sistema que a menudo ignora sus necesidades. Para muchos jóvenes, estas imágenes son un símbolo de identidad y pertenencia, un modo de insertarse en una narrativa que les ofrece reconocimiento y valor en un mundo que les ha dado la espalda.
La expansión de Los Tiguerones
La influencia de Negro Willy y su organización ha crecido exponencialmente desde sus inicios como una pandilla local.
El Observatorio Ecuatoriano de Crimen Organizado (OECO) señala que el liderazgo del Negro Willy y su hermano Alex Alcívar, alias Ronco, ambos capturados el pasado miércoles en España, ha permitido a Los Tiguerones expandir sus operaciones más allá de Esmeraldas.
Así han establecido conexiones con carteles mexicanos, convirtiéndose en una de las organizaciones más temidas del país desde su aparición en 2017 como un brazo armado de Los Choneros.
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