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Editorial: Un verdadero programa social
Algo es algo, dicen en los barrios cuando se muestra conformidad con lo poco que se obtiene o consigue. Y así se percibe el esfuerzo de la Policía Nacional por intentar rescatar a los niños que habitan en el distrito Nueva Prosperina, en el noroeste de Guayaquil, de las garras de la violencia criminal, a través de un vacacional en el que realizan actividades lúdicas.
Esta loable propuesta resulta un bálsamo para pequeños y adolescentes, y también para sus padres, quienes en los últimos años no han tenido alternativas de distracción y aprendizaje en el que es considerado el distrito más violento del país y que el año pasado registró una tasa de 155,92 casos de muertes violentas por cada 100.000 habitantes.
Pero la felicidad de los menores de edad solo durará un mes. Luego deberán continuar con sus vidas en un ambiente que todavía no es el idóneo para crecer, ya que es incierto lo que sucederá luego de la declaratoria de conflicto armado interno para combatir a las organizaciones criminales que se han establecido en sectores deprimidos como la Nueva Prosperina.
Estos programas deben ser permanentes y contar con el respaldo del Gobierno. Que sea esta la oportunidad de recuperar espacios públicos tomados por criminales y que el trabajo e inclusión social lleguen a la población más sensible y desprotegida. Que nunca más el Estado esté ausente.