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Ecuador lleno de gente buena, solidaridad fuera de los hospitales
Llegaron en silencio a dar muestras de solidaridad fuera del Hospital de El Niño
Es de noche en Guayaquil y las luces del Hospital de Niños Roberto Gilbert, en el norte, se reflejan en las caras de quienes esperan afuera, rodeados de historias de dolor, sacrificio y esperanza. Entre la multitud, aparece un auto Aveo, que frena justo frente a la casa de salud. De él bajan dos chicas, una señora y un hombre. Abren la parte trasera del vehículo y sacan tarrinas de arroz con seco de pollo, llamando a la gente.
“¡Coman, coman!”, grita Christian Moreira, conocido como Titi. Él no es de Guayaquil, sino que llegó desde el cantón Palestina con un propósito claro: compartir un poco de alimento con aquellos que lo necesitan, especialmente en estas fechas.
“Trajimos 80 tarrinas, pero ayer llegamos con 300”, cuenta mientras reparte las primeras raciones. La Navidad ha llegado al hospital, no con luces ni adornos, sino con generosidad y solidaridad.
Titi lo hace como una forma de agradecer a Dios por la vida, un gesto que repite cada Navidad. “Siempre venimos en estas fechas. La idea de Navidad es poder compartir, y eso es lo único que hacemos”, explica mientras sigue repartiendo la comida entre los familiares de los pacientes que aguardan afuera del hospital.
Agradecidos de la vida
OPERADO CUATRO VECES
Mientras Titi continúa, otro auto llega. Esta vez es blanco. Se bajan Patricio Llupcha, su esposa Mariela y su hijo Leonel, de 14 años. Sacan de su auto un recipiente de chocolate, pan, galletas y panecillos.
Con una calidez genuina, llaman a la gente para ofrecerles algo de comer. No es solo comida, es consuelo. Un gesto de empatía.
Mariela dice que lo hacen porque su hijo fue operado en este hospital cuatro veces, de corazón abierto. “En ningún otro hospital lo quisieron operar, solo aquí. Es nuestra forma de dar gracias, porque sabemos lo que es estar fuera de un hospital esperando noticias, o estar fuera del hospital sin saber qué hacer. Queremos que al menos esta noche tengan algo en el estómago, porque sabemos que muchos tendrán que pasar toda la noche fuera del hospital”, expresa.
Titi, los Llupcha y muchas otras personas anónimas son parte de estas historias de solidaridad. Lejos de la pompa y la algarabía de la Navidad tradicional, aquí esta celebración se vive en pequeños gestos.
Al final, Titi, Mariela y tantos otros nos enseñan que la Navidad no es solo una fecha en el calendario. Es una oportunidad para construir un mundo más justo, para compartir lo que tenemos y brindar un poco de esperanza a quienes más lo necesitan.