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Dramas: Juana espera un milagro
Una joven tiene heridas de segundo grado tras deflagración de un cilindro de gas. Sucedió en Puembo, al nororiente de Quito.
El movimiento de sus ojos es la única forma con la que puede comunicarse Juana Tipán. No puede hablar porque su faringe está quemada luego de ser víctima de una deflagración de un cilindro de gas en su casa, ubicada en Puembo, al nororiente de Quito.
Pero esa no es la única parte afectada. La joven, de 23 años, tiene el 65 por ciento de su cuerpo quemado y, debido a su condición, actualmente se encuentra en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Eugenio Espejo, centro de la urbe.
Su padre, Guillermo Tipán, contó que el fogonazo que trajo desgracia a la vida de su retoño sucedió el pasado 9 de octubre.
Juana se levantó alrededor de las 08:30 y se fue directo a la cocina. Al parecer, no percibió el olor a gas que inundaba el lugar y cuando intentó prender la hornilla, con el encendido eléctrico de la cocina, todo explotó.
Padre de la víctima
El estruendo alertó a los vecinos, quienes llamaron al esposo de la víctima que había salido a vender encebollado al centro de esa parroquia junto con su familia.
“Cuando llegaron los parientes pensaron que mi hija no estaba tan grave porque había salido caminando, por sus propios medios, de la casa. Al arribo de la ambulancia, ella incluso subió también por su cuenta, aunque ayudada por los paramédicos”, relató Tipán, de 49 años y albañil de oficio.
Doble dolor
En Santo Domingo de los Tsáchilas, donde reside, Tipán recibió la llamada el mismo día de la tragedia para alertarle lo que había sucedido con la segunda de sus cinco hijos. Estaba devastado.
“Viajé al siguiente día, porque hace poco había llegado del hospital porque un hijito fue operado”, acotó parado afuera del Eugenio Espejo en una de sus visitas cotidianas.
Indicó que, al pasar los días, la situación de Juana se complicó porque los médicos determinaron que tenía quemaduras de segundo grado. “Mi hija tenía todito el ‘cuerito’ desprendido. Podría decirse que estaba a ‘carne viva’”.
Pero ella no fue la única afectada: Juana tenía 19 semanas de gestación y la criatura no soportó. Fue otro golpe más.
Los médicos tuvieron que practicarle una cesárea a Juana para sacar al feto sin vida. Sin embargo, eso no fue lo único que removieron: le quitaron también el útero.
“No le hemos dicho nada porque no queremos que sufra más. Lo mismo hemos hecho con mi nieta (la primera hija de Juana) porque no sabe aún la magnitud de esta tragedia”, detalló el padre de la afectada, quien aseguró que Juana y la familia de su esposo se quedaron sin casa debido a la combustión.
Los bomberos tuvieron que prestar un camión para llevar las cosas de los damnificados a otro espacio.
Sin piernita
Tipán no ha encontrado consuelo a la situación que lo trastocó a él y a su familia y que sigue complicándose para Juana. Y de remate, los doctores le lanzaron una ‘bomba’: ella sufrirá una amputación.
“La explosión afectó mucho más a su pierna derecha y eso causó que la sangre no fluyera a esa parte. Con los días, los dedos se le están poniendo negritos”, detalló Tipán destrozado.
Todavía no hay fecha para mutilarle parte de la extremidad. El corte está previsto que sea desde la rodilla hacia abajo, algo que mantiene en la incertidumbre a Tipán porque su hija no sabe que está quemada, amputada, sin su hijo, y que perderá parte de su extremidad.
Tipán, desde afuera del hospital, junta sus manos y eleva una plegaria para que su hija tenga la fortaleza necesaria para soportar la tragedia que la envuelve.
La familia tiene carencias económicas
Parte de los medicamentos que recibe Juana son costeados por su padre y la familia de su esposo. “Tienen que hacerle injertos de piel y dijeron que cada tirita tiene un precio de, al menos, 500 dólares”, dijo Tipán.
Un alivio para el padre de Juana es que, por ahora, pasa las noches en la casa de un pariente y no paga hospedaje. Aun así, debe reunir dinero para las curaciones de su hija. Si usted desea ayudar puede comunicarse al 099 802 7354.