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Drama

Para el interior se usó un forro de almohada y un poco de plumón. Entre los moradores consiguieron los materiales.Cortesía

La dolorosa historia de los padres que enterraron a su bebé en un féretro hecho con un mantel y palos de madera

Son vendedores informales. Vecina hizo el ataúd y consiguió la ayuda para el entierro. Deben $ 600 por gastos médicos y alquiler de cuarto. Apóyalos: 0983605794

“Vecina, ¿qué hago? Me están cobrando $ 150 por el nicho y entre 50 y 70 dólares por el ataúd”, dijo con desesperación el vendedor informal Manuel a Magali, su vecina y líder de Bastión Popular, noroeste de Guayaquil.

La mujer se ‘movió’ tratando de conseguir alguna donación para el féretro, pero esta no llegó y no le quedó de otra que agarrar el mantel de su mesa, pedirle a un vecino ebanista unas tablas de madera, y en una hora y media, Magali junto a moradora confeccionaron el cofre del bebé que nació prematuro, quien por un mes y medio permaneció en una incubadora en el Hospital Universitario de Guayaquil.

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Martillazos sobre tachuelas, tela templada, un encaje blanco que adornaba la parte superior del sarcófago le dieron forma a la caja de 45 centímetros de largo, 26 de ancho y 20 de alto.

La pequeña Ana, de 5 años, la hija mayor de Manuel, en su inocencia exclamó: “Papi quedó bonita la bichita (la cajita para su ñañito)”. Fue en ese momento en el que todos se quebraron y lloraron, revela Magali.

  • INOLVIDABLE DÍA

El 10 de agosto, en pleno día que Ecuador celebra el primer grito de independencia, Manuel y su pareja, Isabela, deseaban emanciparse de las penurias, las cuales vendrían una tras otra.

En esta casa de salud, falleció el pequeño Manuel.Nelson Tubay / EXTRA

Una deuda de cerca de 600 dólares adquirieron Manuel e Isabela. “Todos los días tenía que llevar medicinas, 10 pañales, toallitas. Es más, dejamos de pagar el alquiler por dos meses ($ 150), gracias a Dios la dueña de la casa entiende nuestra situación y nos ha dado plazo. La venta de agua y dulces no nos alcanza para cancelar lo adeudado”, manifiesta el comerciante informal, oriundo de Caracas, Venezuela.

Pero el mayor dolor fue el deceso del bebé, la noche del 30 de septiembre. “No se le maduraron los pulmones”, dijo su progenitora, quien no pudo guardar el respectivo reposo, luego de la cesárea. No se despegó de su criatura ni un solo día, desde el 10 de agosto hasta el 30 de septiembre, día de su muerte. Iba y venía en bus desde Bastión Popular hasta el hospital (vía Perimetral). La venezolana afirma que de milagro no se le abrieron los puntos de la operación, por el trajín.

Con la deuda de las 6 ‘gambas’, no tenían para el féretro ni para la bóveda, requisitos fundamentales para poderles entregar el cuerpecito.

Con la confección del sarcófago no incrementaron la cantidad del dinero que deben, pero falta lo otro… la tumba donde enterrarlo, otro de los numerosos inconvenientes que se les presentaron.

Cerca de unas 96 botellas de agua, Manuel procura vender todos los días para reunir 12 dólares.Archivo / EXTRA
  • UNA TRAS OTRA

Manuel recuerda las cosas se complicaron porque no hubo sistema en el Registro Civil, cuando fueron a hacer los respectivos trámites de defunción y encima le dieron el código de un muerto equivocado.

“Aquí a uno no le dan la información respectiva. Uno estaba con el dolor de la pérdida y luego tienes la desesperación de no saber dónde enterrarlo. Acá no tenemos familia que nos ayuden, el vecindario es nuestra familia”, declara el ‘camellador’, quien para conseguir 12 ‘latas’ debe de vender 96 botellas de agua, trabajar de lunes a lunes.

Ella y su conviviente no tuvieron chance ni de llorar a su niño, pues tuvieron que ‘moverse’ para conseguir su sepulcro. La fundación Mujer Mujer les ayudó y los contactó con personal del Municipio de Guayaquil, y lograron que les presten una tumba por 4 años. Manuel junior está enterrado en el cementerio de la parroquia rural Posorja.

Por las calles del centro de Guayaquil, Manuel suele vender sus botellas de agua o caramelos.Romina Almeida / EXTRA

No pudieron ni velarlo, pues la intensidad del sol en Guayaquil les jugó en contra, así que apenas le entregaron el cadáver, ‘de una’ lo sepultaron.

Manuel junior se fue como todo un angelito, la hija de Magali, le hizo una aureola y alas de fomi, las cuales contrastaban con el monito azul (prenda de bebé) que vestía el nene. Como no tienen parientes en Ecuador, entre ellos lloraron, Magali los quiso acompañar, pero cuentan que no le alcanzó el dinero para poder unírseles.

  • LA DESESPERACIÓN

“En bus trasladamos el féretro”, expresa el deudo, quien ante su desesperación, confiesa que le preguntó a un amigo venezolano que pasó por una situación similar: la muerte de un hijo; le consultó qué hacer.

“Endeudarme, fue su respuesta. Él no sabía que el municipio te puede ayudar con el préstamo de la tumba y está endeudado con $ 5.000. Todos los días tiene que pagar 62 dólares y a veces no los completa”, declara.

El pasado 4 de octubre enterraron al bebé, ya descansa y su familia también, pues no reconocen que no tenían paz hasta darle una sepultura. “Mi nena de 5 años ha estado conmigo todo el tiempo, ella me acompañaba a trabajar para conseguir algo de dinero para las medicinas. A ratos me decía: “Ya no quiero salir, quiero descansar, llévame al parque”, relata Manuel, quien no pudo complacerla, pues las ‘culebras’ no esperan.

Ahora quieren cumplir con sus acreedores, saben que les toca ‘fajarse’ duro en las calles para poder completar esos $ 600. “En el nombre de Dios salimos de esta deuda”, dice con fe Isabela, quien está segura que su angelito desde el cielo los contempla.

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