El alcalde de Guayaquil, Aquiles Álvarez, calificó de “terrorismo” el paro de transportistas en la ciudad. Por su parte, la Fetug, organización que lidera la protesta, se defiende de estas y otras acusaciones, argumentando que su única demanda es “un precio justo” para el pasaje, ya que la tarifa actual no es sostenible para ellos.

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Mientras ninguno de los dos bandos cede, la población se ha visto obligada a movilizarse ‘a como pinte’.

Furgonetas han comenzado a ofrecer constantes fletes, taxis comunes se han convertido en taxirrutas, las metrovías están más repletas de lo habitual, y grupos de personas viajan de forma peligrosa en los baldes de camionetas. Este es el panorama del segundo día de paralización.

En lugares como la terminal terrestre, los paraderos de buses y las vías principales de cada barrio, la ciudadanía se aglomera, al igual que el lunes, primer día de este caos.

Ante la desesperación de estar ‘varados y cabreados’, algunos han optado por caminar hasta sus destinos. Vanessa Llorenti, quien trabaja en una tienda cerca del Policentro, en la Kennedy, es una de ellas. “Esto no debería estar pasando, más aún cuando el servicio que dan los transportistas es pésimo: el peor de todos”, se quejó.

A pesar de que en muchos casos las líneas de buses tardan mucho en llegar a las paradas, la ATM informó que 8 cooperativas se han sumado a dar el servicio de transporte. Con ello, hay 22 operadoras funcionando y 36 siguen en suspensión.

El alcalde ha cuestionado a Christian Sarmiento, presidente de la Fetug, señalando que su comportamiento está vinculado con las próximas elecciones de ese gremio en diciembre, en las que posiblemente está postulado Sarmiento. “El señor Sarmiento quiere quedar bonito y queda feísimo”, ironizó.

Hasta el cierre de esta edición, tanto Álvarez como la Fetug seguían sin alcanzar un acuerdo para poner fin a la paralización. Y mientras los ‘buseteros’ se mantenían firmes a la causa, sacrificando el sustento diario para sus familias, los ciudadanos hasta pueden caer de cabeza, al desesperarse por la falta de transporte. 

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