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Deudas y dolor de una familia tras la muerte de ecuatoriana en el desierto de Arizona
Madre e hija celebraron sus cumpleaños encerradas en unas bodegas, en México, pues durante los coyoteros apenas les permitían ver la luz del sol.
“¿Por qué me deprimo? Por no estar junto a ustedes, de verme encerrada. ¿Cuándo yo he estado encerrada en mi vida? ¡Nunca! Encima de ver cómo está la situación, las deudas y yo sin poder hacer nada”.
Es lo que se cuestionaba Mayra Alejandra Giler Bravo durante su travesía hacia los Estados Unidos, en la que falleció el pasado 10 de agosto, tras una caminata de más de doce horas, en el desierto de Arizona.
El mensaje quedó inmortalizado en una nota de voz que envió a su hermana, Fátima Giler, mientras permanecía encerrada en una de las tantas bodegas por las que pasó entre el 8 de abril, cuando salió en un vuelo desde Guayaquil, hasta la noche del 9 de agosto, momento en el que debió prepararse para la caminata final hacia Texas.
En esa localidad la recogerían otros coyoteros para encaminarla hacia Nueva York, donde se encontraría con una amiga, quien la recibiría en su casa.
Mayra no viajaba sola, sino junto a su hija, Judy Layla Castañeda Giler, quien cumplió la mayoría de edad el 16 de junio. Aquel día, una mexicana les habría conseguido una pequeña torta para que, por lo menos, pudieran cantarle su madre y los otros migrantes que estaban junto a ellas.
Un mes después, el 19 de julio y en otra bodega, se hizo lo mismo para Mayra Alejandra, pues durante el viaje cumplió sus 35 años.
“Eso fue muy duro. A ellas apenas les dejaban ver la luz del sol, pero no podían salir. Las amenazaban”, comentó Fátima, basada en los relatos de su hermana.
Javier Castañeda, cónyuge de Mayra y padre de Judy, dijo que han sido momentos muy dolorosos, sobre todo tras la muerte de su pareja y la detención de su hija.
El 17 de agosto, en cambio, no pudieron festejar los 11 años de su segunda hija. Lo que todos anhelaban era recibir una llamada de alguna autoridad que les diera la noticia de que ayudarían con la repatriación del cadáver y el arreglo de la situación legal de la joven retenida.
Vendieron terrenos
Javier Castañeda precisó que él y Mayra llevaban 20 años de relación y que la decisión de viajar surgió porque ella quería cumplir los sueños de sus hijos, porque al ser una familia de escasos recursos económicos querían conseguir una vida diferente para ellos.
El coyotero, a quien consiguieron en México a través de una conocida, cobró 15 mil dólares por cada viajera. Es decir, 30 mil dólares por la madre y su hija.
Para conseguir esa cantidad, la pareja vendió unos terrenos que tenían en una zona rural de Manabí y realizó algunos préstamos, cuya cantidad no ha sido aún revelada.
Sin embargo, Castañeda sostuvo que la deuda es bastante elevada.
“Queremos tenerla cerca de nosotros”
Tras lo ocurrido, el cuerpo de Mayra Giler fue llevado a una morgue de Phoenix, la capital del estado de Arizona, en el suroeste estadounidense.
Judy, en cambio, permanece en un centro de detención para migrantes, en la frontera mexicana, explicó su papá, Javier Castañeda.
“Una amiga que vive en Nueva York dijo que buscaría un abogado en Manhattan para que nos represente, porque esos trámites debería hacerlos un familiar y allá no los tenemos”, detalló el hombre.
Además, acongojado y con voz tenue, dijo: “(A Mayra) Queremos tenerla cerca de nosotros. Sepultarla aquí, en Durán, pero que también nuestra hija pueda venir y despedirnos todos juntos”.