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Familia

Los desquites y 'pitos' entre pareja les afecta emocionalmente a los hijos, en especial a los más pequeños.Shutterstock

El despecho salpica a los hijos

Si tu pareja te fue infiel, cálmate y no hagas que sus 'pelados' sean testigos de tus desquites. Esas ‘gotitas’ pueden volverse un ‘maremoto’ emocional y ahogarlos con las consecuencias.        

Los asuntos de pareja son eso, de pareja. Los hijos no tienen ‘vela en ese entierro’; por eso no los involucres directa o indirectamente en tus ‘pitos’, en especial si hay una infidelidad de por medio.

Especialistas en temas de familia recomiendan no dañar la imagen que el niño tiene de su progenitor, así tú pienses que Paquita la del barrio describe bien a tu ex en su canción Rata de dos patas.

Esto puede darse por el despecho, manifestación de resentimiento o enojo ante un agravio, lo cual hace que la persona realice acciones, emita comentarios y trate de responder a la ofensa, sostiene el psicólogo clínico David Jarrín.

¿Por qué no se dan cuenta de que, sin querer, van salpicando a sus hijos? La psicóloga clínica Susana Osorno responde: “Están tan concentrados en su dolor, en que te duela más que a mí, y no se percatan que van arrastrando a sus hijos, también pueden halar a otros parientes”.

En algunos casos, la congoja por la pérdida de la relación hace que el ‘ardido’ intente mostrar a los demás que el otro es el culpable, en ese afán de exponer a quien lo hirió, suele enfocarse en rol de pareja y olvida otros papeles que desempeña (padre-madre, hijo o miembro de una comunidad), señala Jarrín.

Pequeños sufren más

Ante esto, los chicos experimentarían depresión, ansiedad, terrores nocturnos, fobias, anorexia o bulimia. Se daña el colchón afectivo del ‘pelado’, precisa Osorno. Su colega añade el enojo y la incertidumbre.

A toda la descendencia les afecta, pero más a los pequeños. “Su mundo son sus padres, su familia; los grandes tienen otros universos (amigos, compañeros o vecinos)”, expresa la psicóloga.

Esto los llevaría a irrespetar a los padres, que tengan desinterés en sus actividades, guardarse las cosas y luego estallar, desarrollar conductas nocivas como meterse en una banda, consumir drogas, dejar los estudios, menciona Osorno.

“Los hijos mayores, cuando han desarrollado un criterio propio, es posible que tengan mayor capacidad de discernir y separar el conflicto entre sus padres de la relación parento-filial; los pequeños, no, ellos son más susceptibles de adoptar una idea o postura por afinidad o parcializarse en algunos casos debido a la influencia”, concluye Jarrín.   

Se desquitarían con el “culpable”

Es posible que existan manifestaciones de rechazo hacia quien los muchachos identifican como el o la causante del problema familiar: la separación de sus padres. Ante esto también es probable que realicen acciones o tomen actitudes que consideren una forma de castigar al que ellos consideran culpable, manifiesta Jarrín.  

EXTRAtips

1. Antes de casarte o unirte pasen por terapia. Así sabrán cuál es la realidad que “pisarán”, con qué recursos de personalidad cuentan para enfrentar las diferentes crisis normales, necesarias y naturales que van a vivir como pareja.

2. Importante la presencia de un mediador ante un conflicto. Puede ser un amigo de confianza de los convivientes, un familiar cercano. Lo ideal es que la intervención no sea invasiva ni parcializada, es decir, que busque bienestar para ambas partes y los hijos.

3. Se requiere de acompañamiento terapéutico para sanar. Sea que sigan juntos o no como pareja. De esta manera evitan que se afecte el entorno familiar y que puedan tener relaciones afectivas saludables en el futuro, en caso de que se dé la separación. De no ir a terapia se va a seguir con el círculo vicioso en cada relación. La tormenta va a ser más grande y va a salpicar a más personas, las del presente, pasado y futuro.

4. Pilas, tu hijo no es tu amigo ni consejero. Que tu dolor no te lleve a cometer ese error. Él no tiene por qué ser parte del relajo entre ustedes y su mala manera de relacionarse.  

“Uno sigue el patrón de los padres, por eso es vital la educación psicoafectiva, así se expresan sentimientos, emociones, frustraciones y anhelos, se le da racionalidad a lo que se siente”.Susana Osorno, psicóloga clínica
Las peleas que tienes con tu pareja no las deben presenciar los chicos.Pixabay
“Es posible que los hijos generen mayor empatía con uno u otro padre, dependiendo de las circunstancias, eso no significa que quiera más a uno que a otro”.David Jarrín, psicólogo clínico