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Familiares de la mujer infartada la reconocieron en la morgue. Estaban destrozados.CARLOS KLINGER

La mujer que se infartó tras ser testigo de un sicariato vendía agua

Familiares de Jennifer Aguayo estaban preocupados porque no llegaba a casa. Conocieron del hecho por redes sociales, pero no sabían que se trataba de ella.

Un encebollado fue lo último que probó Jennifer Lissete Aguayo Cornejo, antes de morir. La mujer había terminado de comer y se iba a subir a un mototaxi para trasladarse hasta su domicilio, cuando fue testigo de un sicariato. Al parecer, sufrió una miocardiopatía, debido al susto.

El cuerpo de la guayaquileña, de 35 años, quien se ganaba la vida vendiendo botellas con agua, quedó sobre la calzada en la manzana 169 de la cooperativa Balerio Estacio, en el noroeste de Guayaquil, a escasos cuatro metros de donde cayó abatido Óscar Javier Solís Murillo, quien fue asesinado a tiros por dos individuos en moto.

Moradores intentaron auxiliar a Jennifer y la embarcaron en un mototaxi. Sin embargo, paramédicos que arribaron al lugar comprobaron que ya no tenía signos vitales. Su cuerpo fue llevado al Laboratorio de Criminalística.

8 tiros recibió Óscar Solís, de cuyo crimen fue testigo Jennifer Aguayo. El hombre tenía 7 antecedentes penales.

Jennifer Aguayo Cornejo tenía 35 años.Cortesía

Javier Aguayo, hermano de la víctima, contó a este Diario, que por un vecino, la tarde del sábado, se enteraron de que la mujer que se había infartado en el noroeste de Guayaquil. Era la mayor de sus cuatro ñaños.

“Por redes sociales nos enteramos de que una mujer embarazada había muerto de la impresión, porque fue testigo de un sicariato, pero jamás se nos ocurrió pensar que era Jennifer, hasta que un vecino que había estado en el momento del hecho nos avisó. La noche del sábado fuimos a la morgue, pero no nos dieron información. Mi hermana antes de llegar a su casa se comía un encebollado”, sostuvo.

La mañana de ayer, la familia de la joven, quien era madre de un niño de 10 años, llegó nuevamente al instituto forense. Allí comprobaron que se trataba de su pariente. “Es Jennifer. No sabíamos que estaba embarazada. Ella nació con labio leporino y solo tenía un riñón, pero desconocíamos que tuviera una afectación cardiaca. Creemos que la impresión de ver de cerca un asesinato fue lo que hizo que se infartara”, manifestó el deudo.

El cuerpo de Jennifer Aguayo Cornejo quedó dentro de este mototaxi. A cuatro metros de donde fue asesinado a tiros Óscar Solís.Cortesía

La mujer residía en la cooperativa Sergio Toral 2, a cinco minutos de donde cayó fulminada. Sus familiares están desconsolados. (AEB)