La tarde del 9 de abril de 2008, el cielo de Quito se vistió de luto por la tragedia en la discoteca Factory, ubicada en el sur de la ciudad. Un concierto de rock terminó en un incendio que dejó 19 muertos y alrededor de 50 heridos.

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Unas 200 personas, entre jóvenes y adultos, asistieron al evento pagando 10 dólares por la entrada y disfrutaban del espectáculo cuando ocurrió la tragedia. A las 16:00, un integrante de la banda lanzó bengalas y fuegos artificiales, lo que provocó que el techo, cubierto de colchones y sábanas, se incendiara rápidamente.

Algunos jóvenes lograron escapar al ingresar a los baños y abrir un agujero en la pared, pero muchos otros no tuvieron la misma suerte. Una joven que estuvo dentro de la discoteca relató a EXTRA que el ambiente se tornó caótico, lleno de gritos y llantos mientras el fuego se propagaba.

Los bomberos tardaron aproximadamente 30 minutos en llegar y realizar los rescates, aunque para algunos ya era demasiado tarde. Los sobrevivientes, aún aturdidos, fueron atendidos con máscaras de oxígeno por el personal de emergencia. La tragedia llevó a la Policía a detener a dos personas para investigaciones: el encargado de seguridad del local y el custodio de la puerta de ingreso.

El alcalde de Quito, en ese entonces Paco Moncayo, convocó una reunión urgente del Concejo Metropolitano, donde se decidió presentar una acusación particular ante la Fiscalía de Pichincha contra los responsables del incidente.

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El Concejo solicitó que se investigara a los propietarios y administradores del local, así como a los organizadores del espectáculo, ya que la discoteca no tenía permiso para realizar conciertos.

Moncayo calificó el incendio como una “tragedia muy grande” y expresó sus condolencias a las familias de las víctimas, además de declarar tres días de duelo en la ciudad. El incendio fue provocado por el uso de bengalas en el interior del local, y las muertes se debieron a personas que cayeron y fueron atropelladas por la multitud al intentar escapar.

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