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Comuneros de Colta latiguearon a sospechoso de robar sus borregos
Al hombre le aplicaron la justicia indígena luego de una asamblea en la que habría reconocido que participó en el robo de ganado
Con agua helada, ortiga y fuete, los integrantes de 28 comunidades del cantón Colta (Chimborazo) "purificaron" a un presunto ladrón de borregos de la zona.
Cansados de la pérdida anterior de sus animales y el reciente robo de tres ovinos, uno de ellos a una mujer de 80 años en la comuna Santiago de Quito, los comuneros encendieron las alarmas.
Las autoridades indicaron que los perjudicados comunicaron a los dirigentes que, luego de las investigaciones, llegaron a la feria de Guamote, donde reconocieron a sus ovinos. Al indagar entre los vendedores de estos animales dieron con Oswaldo N., miembro de la misma comunidad, a quien inmediatamente aprehendieron y llevaron ante la asamblea general del pueblo, la noche del jueves 3 de febrero.
Allí, el sospechoso reconoció su participación en el robo de los borregos y, luego de varias horas de deliberaciones, la comunidad decidió aplicarle la justicia indígena.
Vestido solamente con ropa interior y amarrado a los tres animales, el acusado fue llevado a pie hasta la ribera de la laguna de Colta, escoltado por cientos de comuneros. En el lugar, los dirigentes lo expusieron y recordaron que su justicia está reconocida en la Constitución. "Aplicamos el artículo 161, respetamos los derechos, pero nuestra ley está respaldada, y así resolvemos nuestros conflictos, que sea un ejemplo para la juventud, para que no tomen el mal camino", advirtió Manuel Cunispuma, presidente del gobierno parroquial.
El castigo fue prohibido de filmar a los comuneros, inclusive existían comisiones para revisar que entre la multitud no se utilicen celulares; solo se aprobó la presencia de medios de comunicación para que la difusión de las imágenes sirviera como advertencia a quien quisiera alterar el orden de la comunidad.
Con una temperatura que bordeaba los 7 grados, el hombre recibió el primer baño de agua, luego otro comunero azotó con ortiga todo su cuerpo, para enseguida echar más agua helada en toda su humanidad.
A continuación, un adulto mayor (llamado anciano dentro de la cosmovisión andina) pasó con fuete en mano y le propinó tres latigazos, mientras le aconsejaba en quichua. "Queremos que te liberes de esa energía mala que te llevó a hacer esto, ahora sí a trabajar bien", le dijo.
Ritual y castigo
Luego de la purificación le colocaron el poncho y, micrófono en mano, su esposa e hijos, se dirigieron al castigado para pedirle que rectificara su conducta.
"Estoy arrepentido, pido disculpas a mi comunidad, y pido a otros no cometan mis errores", manifestó el castigado. Luego devolvió las tres ovejas, una a la señora y dos a un hombre que resultó ser su pariente.