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Quito: Código de silencio pandillero
Pandillas no quieren involucrarse en conflictos de organizaciones criminales que quieren controlar las cárceles y extender la violencia a las calles.
Los integrantes de pandillas en el país se mantienen al margen de la violencia, pero aseguran que si son provocados, responderán.
Varias agrupaciones están camufladas, algunas dispusieron el código de silencio a sus miembros mientras que otras aprovechan el momento para reclutar nuevos adeptos. EXTRA se contactó con líderes de algunas organizaciones para conocer cuál es el ambiente en la actualidad...
Después de la masacre de febrero, en la que fueron asesinados 79 privados de la libertad en cuatro cárceles del país, ha habido crímenes y hechos delictivos en al menos tres ciudades. Parecen aislados, pero no lo son.
Un atentado terrorista en contra de un retén policial, ajuste de cuentas entre expendedores de droga y sicariatos preocupan a las autoridades. Fernando Carrión, experto en seguridad, teme que los tentáculos de violencia de los carteles mexicanos que supuestamente operan en las prisiones de Ecuador se extiendan a la población.
Una señal que prevenía esta ola delictiva fue viralizada en redes sociales, al día siguiente de la matanza, cuando circularon dos comunicados que al parecer fueron elaborados por el Cartel de Sinaloa y por el Cartel Jalisco Nueva Generación, de México.
En estos escritos se advertía a la población que habría decapitados, desmembrados e incluso cadáveres colgados en los puentes públicos del país si no se cumplía con sus exigencias.
Uno de los panfletos tenía la insignia de pandillas como los Latin Kings, Los Ñetas, Tiguerones, Vatos Locos, Los Lobos, entre otros.
La disputa
Jorge (nombre protegido) pertenece a los Latin Kings y permanece en uno de los centros reclusorios del país. El joven mencionó que desde los altos mandos hubo una disposición para que ningún miembro utilizara camisetas, collares u otra indumentaria que los identifique.
La intención, según Jorge, es no ser blanco de la guerra que se ha generado en el interior de los Centros de Rehabilitación Social y afuera entre las bandas que pretenden quedarse con el control del tráfico de drogas a escala internacional.
“Sabemos que a nivel general existe una disputa entre los líderes de Los Choneros por formar alianzas con organizaciones criminales”, señaló.
Eso sí, el líder de los Latin Kings recalcó que ellos no tienen nada que ver en dicha pelea. Argumentó que como agrupación legalizada en 2009 por el gobierno de Rafael Correa se han mantenido al margen de cualquier hecho relacionado con drogas y armas.
Además, considera que de darse el caso de una guerra, ellos no están preparados ni en armas, ni en contingente humano, ni logísticamente para enfrentarlos. “No nos dejamos someter por ellos, pero tampoco ‘montamos la de loco’”, comentó.
Asimismo Jorge señaló que dentro de las prisiones como en las ciudades, las pandillas que eran eternas rivales están en procesos de paz y por el momento decidieron tener una tregua hasta que se normalice la situación en los centros penitenciarios.
Dicha tregua ya fue pactada en 2015 a través de la ayuda de las autoridades cuando los homicidios en el Ecuador se dispararon, según Karla Benítez, exviceministra de Atención a Personas Privadas de Libertad del antiguo Ministerio de Justicia. En ese entonces había 15 homicidios por cada 100 mil habitantes y dos años luego de la tregua disminuyó a 5.
Sin embargo, la también abogada explicó que el proceso de pacificación que viven las pandillas en la actualidad es por el temor de ser involucrados en una guerra que no les pertenece.
Benítez recuerda que durante su gestión los integrantes de las bandas criminales solían captar adeptos de otras pandillas ofreciéndoles reconocimiento y poder. Para que formen parte, según la abogada, debían cumplir con rituales o prácticas de la organización “como robos y venta de estupefacientes”.
Banda de bandas
Fernando Carrión, también profesor universitario, considera que las grandes mafias o carteles están en un proceso para controlar el territorio afuera de las cárceles. El objetivo de estos grupos, según el académico e investigador, sería llevar los conflictos que tienen dentro hacia las ciudades.
Es decir, las operaciones que se ordenaban tras las rejas, como el ajuste de cuentas, la disputa de terrenos como posibles mercados de droga y los vínculos con otras organizaciones, se lo podrá hacer desde la libre comunidad.
Para el experto, esto es preocupante porque “es una forma de penetración de la mafia en la sociedad”. En un inicio los carteles ofrecerán trabajo con sus empresas fantasmas y en un futuro podrían tener el control de ciertos sectores.
Pero antes de eso deben reclutar gente y las pandillas son el objetivo ideal para ellos porque estos grupos ya tienen su propia organización. La idea es que ‘colaboren’ en cualquier fase del tráfico de drogas al exterior. Las acciones pueden variar desde dar seguridad a un cargamento de droga hasta eliminar a un enemigo de la banda contraria.
Carrión señala que para incorporar a las pandillas dentro de su esquema delincuencial se interrelacionan de dos formas: por franquicia y por tercerización.
La primera es cuando no existe un vínculo directo entre la pandilla y la organización pero comparten la misma ideología y cometen los mismos delitos. La segunda es una relación directa para cumplir con trabajos específicos.
Jorge reconoció que algunos Latin King habrían participado en negocios ilícitos de este tipo en el pasado y por eso los habrían asesinado dentro de ‘cana’. Algunos fueron parte de los seis reclusos que los hallaron ahorcados en sus celdas, en la cárcel de Turi, en febrero de 2020.
Ahora. Durante esta semana se registraron dos crímenes en el sur de la capital en los cuales murieron baleados dos hombres. Ambos, según la Dirección Nacional de Muertes Violentas (Dinased), eran integrantes de los Latin Kings. Un capitán de Policía informó que los casos no están relacionados entre sí y que todavía se investigan las causas. Todavía no hay detenidos.
El oficial aclaró que por el momento es muy temprano relacionar estos crímenes con la prisión.
Uno de los asesinatos habría sido por ‘líos de estupefacientes’. Los informes policiales señalan que la víctima al parecer no quería comprar la ‘merca’ a cierta organización. En cambio, en el otro crimen al estilo sicariato ocurrido a las afueras de un centro comercial los agentes indagan una amenaza de muerte por la que supuestamente la víctima habría abandonado Chone, su tierra natal. Se conoce que salió de prisión hace cuatro años.
Este Diario pidió una entrevista con voceros de la Policía desde el viernes 5 de marzo para que explicaran cómo operan las pandillas en el país y cuál es la labor de los agentes en este tema. Sin embargo, hasta el cierre de esta edición no hubo respuesta. Además, EXTRA envió una solicitud de información al Servicio Nacional de Personas Privadas de Libertad (SNAI) para conocer la situación de las pandillas dentro del sistema carcelario y respondieron que esos datos son reservados.
En otras organizaciones
Sebastián (nombre protegido) camina por el parque El Ejido, en el centro-norte de la capital. Es líder de los Vatos Locos. Vigila su territorio y a los ‘carnales’ (miembros de la pandilla).
El hombre, de 31 años, cuenta que desde que ocurrió la matanza en las cárceles, en su organización están herméticos. Envía un mensaje de voz a uno de sus colegas quien cumple una pena en una cárcel de Guayaquil para conocer la situación adentro y la respuesta que recibe es: “Estamos en zozobra, carnal”.
Él cuenta que la masacre desveló la lucha de poder que hay entre las mafias y que las pandillas se convirtieron en simples “conejillos de indias o efectos colaterales del fuego cruzado entre las bandas criminales”.
Dice que un día antes de los ataques en las prisiones algunos de los miembros de su pandilla se cambiaron de bando para evitar ser masacrados. “El hambre de poder los hace olvidar de los principios y valores que les enseñaron en los Vatos Locos”. Por eso Sebastián está reclutando ‘personal’ para “poder enfrentar una guerra si se diera el caso”.
Fernando Carrión asegura que este fenómeno está ocurriendo en todas las agrupaciones del país. A su criterio se trata de un proceso de descomposición de las pandillas. El experto en seguridad explicó que cuando estos grupos se quedan sin la estructura de mando no solo pierden a un líder sino que van desapareciendo los símbolos, los colores, el juego de las manos que eran parte de una cultura juvenil.
Esto sumado a los problemas económicos generados en el interior de los grupos y la falta de reconocimiento de algunos de sus líderes genera ese ‘cambio de bando.’ Al final esto perjudicaría cuando dichos elementos salen de prisión y cometen actos delictivos bajo el nombre de la pandilla.