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¡Con las chivas paran la olla!
Por la pandemia, Maribel Armijos dejó de vender ropa. Desde hace más de un año recorre de 6 a 7 kilómetros cada día para ofrecer leche de chiva
Papá, mamá, ahí viene, ahí viene”, grita entusiasmado John, de 5 años. Desde la ventana de su casa observa a Maribel del Rocío Armijos Suárez y a sus dos chivas, Negra y Marbella, acercarse hasta el portal de su domicilio, en la cooperativa Carlos Magno, norte de Guayaquil.
El júbilo del pequeño es porque en minutos él y su hermanita de 10 meses de edad beberán la leche que Maribel ordeña de estos animales. Desde hace tres meses sus padres, Katherine Giraldo y John Hare Molina, oriundos de Colombia, compran el líquido blanco que segregan de las mamas de estos mamíferos, porque creen en sus beneficios para la salud.
“Es buena, porque cura el asma y fortalece los pulmones. Estamos acostumbrados a beberla desde que éramos niños y vivíamos en Colombia”, expresa Katherine, mientras vierte en el biberón de su bebita la leche que Maribel ha extraído de Negra.
John Hare también cree en las bondades que tiene la leche recién ordeñada. “A mis hijos mayores, también se las daba de beber. Si es de chiva negra es mucho mejor. Mis niños no han sufrido de tos, ni gripe”, asegura el caleño, quien desde hace un lustro habita en Ecuador.
Los esposos son unas de las más de 20 personas que de martes a domingo compran la leche que Maribel del Rocío extrae de Negra y de Marbella.
La guayaquileña, de 44 años, recorre entre 6 a 7 kilómetros de Guayaquil para vender lo que muchos consideran milagroso.
Asegura que la fuerza se la dan sus tres hijos (25, 23 y 13 años) y la energía se la proporciona la leche de chiva que ingiere antes de salir de su vivienda ubicada en el sector de La Ladrillera, al noroeste de la ciudad.
Durante más de una década Maribel se dedicó al comercio de ropa, pero desde que la pandemia de COVID-19 azotó a nuestro país dejó esta actividad porque las personas no invertían en vestimenta. Dos meses después, en mayo de 2020, comenzó a recorrer el Puerto Principal, pero para vender leche de chiva.
“Con el virus ya no era rentable el comercio de ropa, las personas no tenían para una blusa, un pantalón o un brasier, preferían gastar en medicinas para contrarrestar el coronavirus y esta leche tiene esas bondades curativas”, afirma la comerciante.
La escasez de dinero hizo que Maribel buscara nuevas alternativas para llevar el sustento a su hogar y es por eso que un día visitó la casa de su vecino, Ángel Serafín Jadán, quien desde hace más de dos décadas se dedica al alquiler de chivas.
En un corral que ha implementado, en el patio de su casa, el azuayo, quien reside desde hace más de tres décadas en Guayaquil, alberga a 80 de estos animales a los cuales no solo alquila, sino que vende a personas que llegan desde otras partes del país.
Armijos confiesa que desde hace varios años conocía que sus vecinos alquilaban chivas, pero jamás pensó que la necesidad la terminaría encaminando a esta actividad.
“La falta de ingresos me condujo a alquilar las chivas. Por las dos pagó diez dólares, prefiero trabajar y ganarme cada moneda honradamente que pedir caridad o robar. Eso le he inculcado desde pequeños a mis hijos”, menciona.
Y es por eso que Jordan, el menor de sus vástagos, la acompaña en esta ‘aventura’. Juntos salen a las 07:30 de su hogar, caminan una cuadra y llegan hasta la casa de Ángel. Allí los espera la camioneta, donde suben a las chivas y en grupo de tres o 4 personas se encaminan a varias zonas del Puerto Principal.
“Un vecino se queda en la Martha de Roldós, el otro en Mapasingue, mi hijo en La Florida y yo en la Alborada. Desde estos puntos empezamos nuestra travesía por la ciudad”, sostiene Armijos con una sonrisa, pues ella no se queja del oficio que realiza porque en el trayecto ha hecho amigos, quienes todos los días la esperan para tomarse su vaso de leche.
Un equipo de EXTRA acompañó a Maribel durante una de sus jornadas de trabajo y constató cómo es el trajinar de esta madre soltera que junto a dos chivas amarradas de una piola camina por varias zonas de la urbe.
Su recorrido lo inicia a las 08:00. Su primer punto es la ciudadela Alborada. Luego se encamina a Sauces 8 y 6. En este sector la espera la azogueña Gloria Peralta Rodríguez, de 65 años. Ella se bebe ocho onzas de leche de chiva, la cual tiene un costo de dos dólares.
“Es igual a la leche de vaca, muy rica, es nutritiva, me gusta porque no está mezclada con agua, es saludable y ayuda a las personas que tienen enfermos los pulmones. Cuando la tomó siento que me calienta el estómago”, expresa Gloria, quien desde hace 34 años reside en la Perla del Pacífico.
Maribel, Negra y Marbella continúan con su jornada. Durante el trayecto las chivas pastan las hierbas que encuentran en su recorrido y las legumbres y verduras que les obsequian comerciantes. “Ya ellas conocen el camino, saben dónde les regalan sus alimentos y también les dan agua. Negra es un poco más testaruda, pero su leche es la preferida”, destaca la vendedora.
Juntas recorren Samanes, la avenida Francisco de Orellana, Los Rosales y finalmente salen hasta la Juan Montalvo, sector que congrega varias cooperativas. En este lugar la esperan dos adultos mayores, Demesio Villao y Clementina Suárez, ellos compran un vaso de 4 onzas.
“Nos tomamos un vasito cada uno. Esto es bueno para la gripe, el asma, los riñones”, comenta Clementina, de 74 años, mientras de un sorbo se bebe el líquido por el que han pagado un dólar.
Otras de las clientes de Maribel es Margarita Pionce. Compra una porción de leche para su nieta María José, de 3 años, y afirma que desde que la bebe no se ha vuelto a enfermar de tos ni de gripe.
Especialistas
Hervirla antes de tomarla
La veterinaria Ana Belén Herrera y la nutricionista María Lissy Aguirre Cedeño no aconsejan beber la leche cruda, ya que podría acarrear bacterias y virus.
Herrera sostiene que animales como vacas o chivas segregan la leche para sus crías y que al llegar al cuerpo humano esta no es tan nutritiva.
“Si la toman cruda, al momento que sale por la ubre, contrae bacterias. Muchos aseguran que sus hijos crecen sanos, pero lo que han creado es anticuerpos y por eso no se enferman”, explica la veterinaria.
La experta en la salud de los animales sostiene que con el tiempo las personas que consumen leche de chiva podrían volverse diabéticas, ya que contiene más azúcares y proteínas que la leche de vaca.
Por su parte, Aguirre señala que ingerir un producto lácteo sin hervir podría producir enfermedades bacterianas que afectan al aparato intestinal, como la salmonelosis. Sin embargo, destacó que en la leche de chiva es más bajo el porcentaje de lactosa que en la de la vaca.
Con referencia a los efectos milagrosos de la leche de chiva, las especialistas coincidieron en que no está científicamente comprobado que cure algún tipo de enfermedad.
“No es milagrosa como lo indican, no se ha comprobado que cure el asma o la gripe. Esto sigue siendo un mito”, expresa Aguirre.