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Personaje

En su casa, ubicada en el Callejón de la Muerte, en el Guasmo sur, tiene un mural que le recuerda el favor de Dios, el cual dice: “Jesús, el amigo que nunca falla”.Álex Lima / EXTRA

La China Catalina: Buscada por la policía, capturada por Dios

El destino de Catalina Lencina es la calle, antes paraba allí para delinquir y vagar, hoy es su sitio para evangelizar. Vive de milagro, a los 26 años le ‘pegaron’ 18 tiros y a los 28 le propinaron 7 puñaladas

En el cuerpo de Catalina Lencina no cabe una herida más: en 50 años de vida suma 18 perforaciones por disparos, 32 fracturas en la cabeza y 7 puñaladas.

Su recorrido delictivo es tan largo como el Callejón de la Muerte, zona del Guasmo sur de Guayaquil, donde creció y desarrolló habilidades para robar, defenderse y escapar de la ley.

La llaman la China. Coleccionista de amistades peligrosas y de ‘pitos’. En las décadas del 80 y 90 metía miedo y se codeaba con afamados delincuentes, como Rey Zamora o el Patucho Rigoberto. No ‘aguantaba paro’. Era recontra avezada.

Pero de aquella mujer que ‘pelaba’ a los usuarios de busetas, se ‘emplutaba’ y que sufrió dos atentados -según ella- no queda nada. Aunque a primera vista, la guayaquileña de 1,58 metros, intimida. Frunce el ceño cuando habla y su voz ronca y firme tiene el tono de una orden lanzada por un alto mando militar.

En su párpado derecho tiene tatuadas tres gaviotas y dos más en su sien izquierda. Una palabra obscena está escrita en la parte baja de su espalda.

La calle siempre sedujo a Catalina. Le ‘picaban’ los pies por pisarla. A los 10 años, en su barrio, probó por primera vez la marihuana. “No me obligaron, fue por curiosidad. Les dije a unos panas: “Pasen un poco para probar qué se siente”. Y se fue de largo...

Al año siguiente quedó encinta. Fue un embarazo de alto riesgo por su corta edad, casi muere y, de remate, se drogaba full. “Un día estaba amanecida por mi sector e iba a la tienda y una enfermera de la maternidad Enrique Sotomayor se hizo mi amiga. Me preguntó si consumía, confesé que sí. Me dijo que cuando dé a luz, ella iba a estar conmigo para apoyarme”, relata.

Hace 38 años alumbró a su primer hijo, de 10. Fue en la Sotomayor. “No podía darle de lactar y mi ‘amiga’ se lo llevó para que lo alimenten. Esperé un tiempo, fui a verlo, me dejó el puesto. Se llevó a mi bebé”, recuerda con una tristeza que difícilmente se advierte por sus ojos rasgados. El shock fue tan grande que no recuerda la fecha.

De sus 10 hijos, de tres compromisos, cuatro han fallecidos. Catalina confiesa que a ellos los criaron sus padres, algunas de sus hermanas y su madre.

Eso fue un pretexto más para meterse de cabeza en el trago y las drogas. No le importaba nada, quería matar a todo el mundo. “Me declaré loca, me lancé a las calles”. Estaba perdida.

Con 12 años ‘choreaba’ en buses y busetas, sola o con bandas. Su padre no sabía qué más hacer con su rebeldía. La internó en un convento para ver si allí le sacaban los diablos. Y vaya que salieron, pues ella, para fugarse del sitio, amenazó a una religiosa con un cuchillo.

“Luego mi papá me encadenó, pero igual me escapaba, así me lastimara las piernas. Unas 20 veces huí y me volvía a agarrar. Decía que yo hacía pacto con el diablo, porque dañaba los candados con mi fuerza”.

La China con sus amigas en ‘canadá’. Ella fue caporal.cortesía

Juventud en ‘canadá’

A los 14, consumía ‘pepas’, robaba joyerías y buses interprovinciales. Estaba imparable. Pero a los 16 la ‘encanaron’ por primera vez.

Su habilidad para delinquir crecía. Su cabello era el camuflaje perfecto para despistar a los policías. Un día era rubia, después pelirroja. Se cortaba el cabello como varón. Una vez que la detuvieron, los agentes le dieron como a hombre.

Dos años después, un exconviviente la golpeó, pero la indomable no se dejó. “Le pegué siete puñaladas y murió. No tuvimos hijos. Fui presa y pagué ocho años. Casi toda mi juventud estuve en la cárcel. Me han cogido por narcotráfico; he apuñalado; les he cortado el rostro a mujeres. Una chica me dijo: ‘Esa man anda con mi marido, te doy tanto… (dinero), pero dáñale la cara”, recita sin mayores precisiones. Poco freno para una vida acelerada.

Debajo de su seno izquierdo está una de las siete puñaladas que recibió.Álex Lima / EXTRA

El primer ‘milagro’

A los 26 años volvió a atracar con una banda. Su cabecilla estaba ‘engrupidote’ con ella y le dijo:

- Vámonos a Esmeraldas. Tú vas a ser mi mujer.

- Qué eres loco, no hables tontera, no me gustan los negros.

“Como yo era resabiada, lo puteo y él me pega 18 tiros. Estuve un año y dos meses en el hospital Luis Vernaza. Pasé diez meses en coma. No caminé ni hablé por un año y ocho meses, me dijeron que ya no lo haría más y aquí estoy por Dios”. Ese ataque le dejó una válvula en el pulmón izquierdo.

No le sacaron las balas, pues no le afectaron ningún órgano vital, pero algunas se perciben con el tacto, la del rostro es una de ellas, cerca de la nariz, del lado izquierdo. “Por la misericordia de Cristo estoy viva. Desde entonces sé que Él me ama y escoge a los que no valemos nada”.

Los episodios fuertes que le han tocado vivir a la famosa China han hecho que olvide fechas específicas. Inicialmente fue el shock, pero ahora esa ‘amnesia’ la ve como una bendición, que Dios poco a poco le está borrando esos momentos de su vida intensa.

Dos años después recibió siete puñaladas del padre de sus hijos (segundo compromiso). “Me acuchilló y dejó botada en una zanja, a 20 cuadras del Callejón de la Muerte. Cuento lo que me ha pasado y la gente dice que tengo más vidas que un gato, solo es la piedad de Jesús, quien me persigue”.

Pese a la rudeza de su aspecto, la China recoge a perros abandonados y de lo poco que tiene para comer, comparte con ellos.Álex Lima / EXTRA

El segundo ‘milagro’

A sus 31 años sufrió otro dolor, su hermano fue asesinado. “Yo venía de una vigilia, eran las 05:00. Mi ñaño, de 22 años, me pidió plata para comprarse un trago. En la tienda, tres manes se le acercaron, les pregunté qué querían y me dijeron: ‘No es contigo, China, él tiene los zapatos de mi pana’. Mi ñaño les dijo que no los robó, se los vendieron. Él pedía su dinero para devolverlos. De repente sonó un tiro, fue directo al corazón. Murió”.

La ira estalló en su alma. Obvió todo, dejó la Biblia a un lado, agarró la botella de licor que compró su hermano y se la bebió. No paró. Recayó.

Un pana le ‘sapeó’ dónde estaba quien había disparado contra su ñaño “e hicimos justicia con nuestras manos”.

Su ñaño siempre le aconsejaba que dejara las drogas. Por él, ella dejó de consumir base de cocaína y marihuana. Lleva 19 años ‘limpia’.

Cuando andaba en cosas ‘chuecas’, la China tenía plata y casa, pero todo lo perdió. “Era amiga de miles. Me decían: ‘China, apóyame que me robaron el carro; me quieren matar’. Yo estaba para todos, ahora nadie está para mí. Pero ahora tengo al Señor, a quien le pido que me ayude con un trabajo, quiero hacer las cosas bien”.

Catalina reconoce que día a día tiene que luchar con su carácter y lenguaje, pero asegura que nadie la aparta de Dios.Cortesía

Hay días en los que no tiene ni para comer. Con una llamada a unos excolegas, resolvería su ‘chirez’, pero está decidida a no regresar a la vida delictiva. Ahora, sale a predicar a La Playita del Guasmo, al Guasmo Central, entre otras zonas donde le quisieron ‘dar vire’.

Hace seis meses unos ‘manes’ le dijeron: “Miren cómo viene a ‘pagar’ la China”, pero la vieron con su arma: la Biblia.

- ¡Ahora eres ‘hermanita’!, Dios te bendiga, todo bien...

En muchas ocasiones fue buscada por gendarmes y sostiene que al mismo tiempo era perseguida por Dios. Hoy agradece al Creador que Él la haya ‘atrapado’, aunque confiesa que sigue luchando con su lenguaje y carácter, los residuos de la vida que la hizo famosa.

“Hace dos años y medio salí de prisión. Me partieron la cabeza, me han dicho que me van a matar. Si antes no tenía miedo, ahora menos que estoy con Cristo”.
Catalina Lencina, evangelista
En su piel tiene grabada la promesa que le hizo a Dios, que lo amará por siempre.Álex Lima / EXTRA