Con solo 10 años, Jéssica Ramos de la Cruz ha cumplido uno de sus sueños: conseguirle una prótesis de pierna a su papá luego de ser atropellado. La pequeña, conocida artísticamente como Charito, la Joya del Ecuador, decidió hace un par de meses ayudar a su progenitor en uno de los peores episodios de su vida.

“Mi esposo pasó casi un año en cama. En ese tiempo se dedicaron a ensayar y ella decidió reemplazar a su papá en las presentaciones”, cuenta Rosa de la Cruz, madre de la niña.

José Ramos ahora sonríe sin reservas. Hace bromas sobre su pierna. Algo que hasta hace unos meses no era posible, pues había caído, según su esposa, en la tristeza de verse incapacitado para sus labores diarias.

Él tiene una agrupación musical que anima compromisos sociales en Sangolquí y el Valle de los Chillos, al oriente de la capital. “Charito le acompañó durante ese duro proceso. Eso lo ayudó a olvidarse por lo que estaba pasando. Lo motivó”, asevera Rosa.

El apoyo no quedó ahí. El trabajo de peluquería de Rosa ya no permitía cubrir los gastos de medicina y de la casa, así que padre e hija decidieron ir a cantar a los mercados de Sangolquí y Conocoto. “Ella insistió en ir con su papá. Su objetivo era reunir dinero para comprar una prótesis para su papito”, explica.

En cuanto la niña demostró su talento, las caseras le tomaron cariño y la apoyaron. “La quieren bastante”. Sin embargo, las jornadas de trabajo tampoco eran suficientes para comprar la prótesis... hasta que su historia llegó a los oídos de un influencer quiteño. “Él nos la donó gracias a la voz de mi hija”, agrega la progenitora.

Charito, quien ensaya con su padre todos los días, dice que conseguir que su papá mejore su calidad de vida la hizo muy feliz. “Era en lo único que pensaba. Me daba tristeza verlo así”.

A DESPEGAR

Entonces, los sueños de la artista se extendieron más allá de las paredes de los mercados y de su casa. Ahora anhela ser una cantante reconocida a nivel nacional.

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Para ello ya ha grabado dos videos musicales con ritmos nacionales. Uno de ellos es ‘Alitas quebradas’, un sanjuanito cuya interpretación se hizo viral en redes sociales. “Solo pienso en eso. Quiero seguir estudiando, pero también ser una gran cantante”, enfatiza muy segura de sí misma la menor.

Este gusto no es fortuito, pues fue precisamente José quien le inculcó el amor al arte. “Le enseñé solfeo y como vi que tenía potencial hice un esfuerzo por ponerla en clases de música”.

A Charito le gusta la música chichera porque “es más movida y pegajosa”. Le encanta que el público interactúe con ella, aunque frente a las cámaras aún se muestre tímida. Habla solo si su mamá está cerca. Ahora ha dejado de cantar en los mercados y espera que al ser ‘descubierta’, las estrecheces económicas ya no vuelvan más.

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