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Hay personas que llegan con síntomas. En las carpas analizan cuál es su situación y si requieren una prueba PCR.HENRY LAPO

Las carpas de los lamentos en el Hospital IESS Quito Sur: "Me siento mal, me arde la garganta"

Muchas personas que llegan tienen fiebre y fuertes dolores de cabeza. Hilda Sotomayor acompañó a su hijo para que le hicieran una valoración. 

El hijo de Hilda Sotomayor tiene fiebre, dolor de cabeza, mareos, y ha ingresado a las carpas de triaje del Hospital IESS Quito Sur, en una semana en la que han despuntado los casos de COVID-19. Mientras él espera y avanza lentamente hacia una unidad donde pronto le harán una valoración médica, la madre aguarda en los exteriores con mucha incertidumbre.

Y no es para menos. “Yo ya pasé por eso”, dice Hilda. En agosto de 2021, cuando hubo otro pico de contagios en la capital, ella y su esposo ‘cayeron’ con coronavirus. Con 75 años y cinco enfermedades crónicas, él estuvo en terapia intensiva durante diez días. Murió. “No lo vi más, me lo entregaron y no sé si sería él, porque no me dejaron verlo”, lamenta cinco meses más tarde.

Toman la temperatura y, además, miden la saturación.HENRY LAPO

A las 11:00 del miércoles, pareciera que todo avanza con normalidad. No hay filas largas afuera de las carpas. Adentro, las personas pasan, una tras otra, a sitios donde les toman la temperatura, les miden la saturación… algunas, sentadas, agachan la cabeza, se jalan el cabello, se lamentan.

Hilda dice que tiene miedo a la que podría ser la nueva ola de contagios en el país, sobre todo por la llegada de la variante ómicron -más contagiosa-. Ya está vacunada con la tercera dosis, pero tiene recelo. Ha palpado de cerca esta enfermedad. Y las secuelas son una prueba de ello: “Estuve a punto de morir. Aún estoy mal con mis pulmones”, dice la mujer que ha cumplido 50 años.

En el parqueadero del hospital, convertido -en la pandemia- en una gigante sala de espera, un hombre con gorra, doble mascarilla y mochila se pasea intranquilo afuera del punto de triaje. Dice que a él le detectaron COVID-19 la semana pasada. Y ahora está buscando su certificado médico.

Le dijeron que debía estar 14 días en reposo; sin embargo, el documento que lo avala no le ha llegado al correo. Eso le ha causado problemas en su trabajo. Por ello, ha tenido que dejar su casa. “No sé si he salido a infectar”, asiente. Pues no tiene una prueba que confirme que se ha ‘liberado’ del virus.

Cuando son las 12:00, el calor abraza. Quema. Por suerte, en las carpas hay ventilación. Juan Carlos Taco ha esperado una hora y media allí dentro para que lo atiendan. “Me siento mal, me arde y duele la garganta”, suelta con esfuerzo. Le enviaron a un centro de salud para que le dieran medicación sin hacerle una prueba.

Esteban Ortiz, un médico que además es investigador, escribió en Twitter: “Todo es COVID hasta que se demuestre lo contrario”. Acá no aplica. Juan Carlos da media vuelta y se marcha no sin antes decir: “Si tengo coronavirus no voy a saber”. Cerca, Hilda aún espera a su hijo. Él le pidió que no se acercara. Ella le contestó: “Voy a usar doble mascarilla, pero no te voy a dejar aunque tenga que morir, soy tu madre”. Sigue plantada allí...

Uno de cada tres pacientes que se hacen la prueba en el Hospital IESS Quito Sur tienen resultado positivo para COVID.

La llegada de personas por día se disparó

Juan Sánchez, director técnico-médico del Hospital IESS Quito Sur, centinela en la pandemia, informó que hasta la tercera semana de diciembre de 2021 diariamente llegaban a las carpas de triaje unos 100 pacientes. En esta semana, el promedio es de 450 al día. “Hemos tenido un crecimiento de más del 400 %”. Gran parte de estas personas buscan hacerse pruebas PCR e hisopado sin sintomatología. Lo que se ha hecho es diferenciar el sistema de triaje para que quienes tengan signos de descompensación (fiebre, frecuencia respiratoria alterada, etc.) sean pasados a la atención del médico.

A los demás, que no tienen signos de descompensación, se los separa en dos grupos: aquellos que llevan más de 72 horas con dolor de cabeza, entre otros síntomas, se les agenda la realización de la PCR. A los que no, se les solicita que guarden aislamiento en casa.

Sánchez indicó que antes se hacían de 200 a 250 pruebas diarias con el 8 % de positividad. Ahora, hay picos de 700 al día con el 35 % de positividad. “Al momento tenemos pruebas, pero si se desborda podríamos caer en un desabastecimiento temprano”, dijo.

Además, en hospitalización hay el 90 % de ocupación (93 de 113), y en cuidados intensivos el 95 % (17 de 18).