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Carolina Llanos: Del ‘infierno’ a la ‘gloria’
Aún siente tristeza por lo que le tocó vivir durante su encierro, pero también está contenta porque salió con su frente en alto
Su rostro refleja una mezcla de dolor y felicidad. Dolor por los ocho años que considera pasó injustamente detenida, y felicidad porque al fin brilló para ella la justicia al ser declarada inocente de un múltiple crimen en el que se la señalaba como autora intelectual y por el cual había sido sentenciada a 20 años de reclusión.
Carolina Llanos Romero, pese a todo el sufrimiento que vivió durante ese largo periodo de encarcelamiento, no guarda rencor ni odio por aquellas personas que, dice, le hicieron daño, no solo a ella sino también a su familia e incluso alcanzó al fruto que llevaba en sus entrañas y a quien no dejaron nacer.
Su fe en Dios le permite orar por sus enemigos conocidos y desconocidos, para que en su corazón haya amor y no maldad contra seres inocentes.
La mujer, de origen ventanense y de 42 años de edad, celebra este domingo 18 días de haber sido exculpada de esos tres asesinatos, perpetrados de manera atroz en el cantón Quinsaloma de la provincia de Los Ríos y que la llevaron a perder su libertad.
Cuando Carolina recuerda parte de esos pasajes oscuros que le tocó vivir en prisión, se quebranta, porque considera que son años perdidos que nadie le devolverá. Años sin ver crecer y haber podido gozar de sus tiernos mellizos que por aquel entonces, cuando la aprehendieron en enero del 2012, apenas tenían cinco meses de nacidos; años durmiendo con el temor de que la pudieran matar y al fin cumplir con esos anhelos de silenciar por siempre al padre de sus hijos, el exasambleísta Galo Lara, quien a gritos denunciaba la presunta corrupción del Gobierno de esa época y por lo que cree firmemente que llevaron a tramar toda esa terrorífica escena sangrienta ejecutada en Quinsaloma.
A pesar de este lamento que lleva en su alma, se reconforta porque sabe que sus oraciones son escuchadas por ese Dios que nunca le dio la espalda. Porque pudo salir airosa de todo cuanto le ocurrió. Porque en prisión siempre sintió que día a día con sus plegarias limaba barrotes para conseguir su tan ansiada libertad, que se dio plenamente cuando escuchó, el pasado 29 de septiembre, que el Tribunal de Garantías Penales de la Corte Nacional de Justicia ratificaba su inocencia al término de una audiencia de revisión de condena.
Propuestas y atentados
Hoy la pesadilla ha pasado. Pero eso no impedirá que su mente siempre recuerde que alguna vez varias internas le cayeron a golpes con una barra de hierro en su abdomen, le rociaron gasolina y le arrojaron gas pimienta con la intención de hacerle perder al niño que se gestaba en su vientre.
Fue algo que le mandaron a hacer a propósito, afirma Carolina, porque sabían que su embarazo de dos meses era un obstáculo para mantenerla en prisión.
Tampoco olvidará la visita que le hicieron un domingo dos desconocidos para ofrecerle que, a cambio de su libertad, declare en contra de Lara, algo que no aceptó porque prefería morir en su “verdad silenciada antes que acusar a un inocente”.
Las amenazas y atentados de muerte contra su familia también los lleva presente: su padre, su hermano y hasta sus hijos fueron víctimas de estos delitos.
En fin, vivió un sinnúmero de situaciones “aterradoras, crueles e inhumanas” durante esos largos años, que solo aliviaba en algo con la presencia de sus niños, a quienes dos veces al año se les permitía que la visitaran una hora.
Llanos, que con alegría acepta que conoció a Dios y se hizo cristiana en prisión, aún analiza con sus abogados si luego de todo lo ocurrido presentará una demanda contra quienes considera le hicieron mucho daño a su cuerpo y a su corazón. Baraja la posibilidad de hacerlo, no por dinero sino para evitar que “alguna familia vuelva a ser el centro del odio y de la venganza del poder, y para que funcionarios o políticos no metan la mano en la justicia para sentenciar a gente inocente”.
Lo único que tiene claro ahora es que desea compartir con los suyos, especialmente con sus tres hijos, por quienes luchó inagotablemente para demostrarles que tenían una madre íntegra de la cual no tenían que avergonzarse nunca.
Esto era lo que más anhelaba lograr, porque la Carolina Llanos que mencionaban en los medios “y en las más de 300 cadenas sabatinas” era una mujer mala, criminal, “un monstruo” que ni ella conocía.