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El local se cerrará definitivamente luego del asesinato de su dueño.HENRY LAPO

“Una cadena de oro le costó la vida a mi padre”

El centro de Quito 'tiembla' por la delincuencia. Las autoridades aún no dan con los asesinos de un orfebre

Luego del crimen de Isaac Ulloa lo único que le quedó a su familia fue cerrar las puertas de la joyería que él atendía y que funcionó durante 25 años en las calles Benalcázar y Rocafuerte, en el Centro Histórico de la capital.

Allí, el viernes pasado, el hombre, de 62 años, abrió por última vez su local, aunque su hijo, Juan Carlos Ulloa, contó a EXTRA que “ese día no queríamos que lo abriera”.

Sus familiares aún no asimilan lo sucedido: un hombre y una mujer entraron a la joyería y quisieron robarle, él se habría resistido y recibió un disparo. Esa misma mujer, de unos 30 años, fue el día anterior del crimen para encargar una costosa joya. “Era una cadena de oro con una medalla”, contó Ulloa.

A los tres hijos de la víctima les pareció muy raro el pedido, sobre todo en una época de crisis económica por la pandemia. La sospechosa le entregó 50 dólares de adelanto. “Ese trabajo le costó la vida a mi padre”, dijo.

Algo que tampoco han podido explicarse los parientes es el por qué la víctima dejó que pasaran al interior del local, cuando tenía establecido atender solo en la puerta y a través de una reja. No se sabe con exactitud qué le pudo decir la mujer para que Isaac Ulloa accediera.

Continúan las indagaciones

El teniente coronel Krosby Riera, encargado del Distrito Manuela Sáenz, informó que aún se desarrollan las investigaciones para dar con el paradero de los sospechosos. “Se hicieron varios allanamientos dentro de las 24 horas de flagrancia”, explicó el gendarme.

Hasta ahora solo se conoce que el sujeto se cambió rápidamente de chaqueta y se fue por la calle Bolívar. La chica aparentemente se perdió entre los transeúntes.

Finalmente los sospechosos no lograron llevarse nada material, pues luego de la detonación del arma de fuego se habrían asustado y huyeron.

Debido a este caso, al menos 80 personas se convocaron en la Plaza Grande para exigir seguridad en el sector que –dijeron– “está sufriendo por el aumento de la delincuencia”. 

Dueños de locales aledaños temen ser los próximos.HENRY LAPO