Como Adrián Leonardo Bailón Muñoz y Walter Javier Cortez Grueso fueron identificados los dos decapitados en una mina del cantón Camilo Ponce Enríquez, Azuay. Pero la cabeza de uno de ellos ‘viajó’ hasta los exteriores del colegio República del Ecuador, en Machala, El Oro, donde apareció enfundada la mañana de este 14 de agosto.

La masacre, que dejó seis muertos en total, se produjo en el sector de Tama, entre La Independencia y Bella Rica, de ese cantón azuayo, el martes 13 de agosto. A las 07:00 de ese día, los militares llegaron al lugar de la matanza y encontraron cinco cadáveres: entre ellos dos estaban decapitados, uno incinerado y dos baleados.

La identificación se realizó mediante el análisis de tatuajes visibles en los asesinados, así como a través de fotografías que circularon en redes sociales. Los cuerpos fueron trasladados al Centro Forense de Cuenca, para la confirmación oficial de su identidad.

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La cabeza humana estaba envuelta en una funda plástica negra y un panfleto. El pánico se apoderó de estudiantes y padres de familia que a esa hora llegaban a dejar a sus hijos, al norte de Machala. Fueron transeúntes que descubrieron esa parte humana.

Los agentes policiales acudieron al lugar y acordonaron el área. Según informes preliminares, la cabeza habría sido arrojada desde una camioneta, acompañada por un mensaje amenazante escrito en un papel. “Estos son los que mataban gente inocente en las minas de Ponce Enríquez, llamados los Guantes Saoco, financiados por Miguel Coronel. Todo aquel que le copie a estos descerebrados, así van a quedar”, decía el panfleto. La Policía investiga la procedencia del mensaje y las posibles motivaciones detrás del macabro acto.

Borys Carrión, gobernador de El Oro, dijo que se está desatando una guerra cruel en El Oro y poblaciones cercanas. “Uno de los eventos más alarmantes de hoy (miércoles) fue el hallazgo de una cabeza arrojada dentro de una funda cerca de un colegio”, dijo Carrión. Esto está complicando la situación en las instituciones educativas y generando una gran preocupación entre los padres, acotó.

El personal del Ministerio de Educación, liderado por la directora distrital, Liliana Loaiza, y el intendente subrogante, se dirigió al lugar para colaborar en la situación y entender lo sucedido.

Arturo Torres, investigador y experto en temas de seguridad, dice que la violencia desatada en Ponce Enríquez se fue gestando desde la pandemia por la COVID-19 en 2020. “La zona se volvió un centro de atracción para organizaciones criminales que estuvieron atomizadas tras la muerte de alias Rasquiña (Jorge Luis Zambrano, líder de Los Choneros)”.

Una de sus facciones fue la de Los Lobos, que de forma sistemática incursionó en la minería ilegal en este cantón azuayo. “Primero iniciaron las extorsiones y luego se apoderaron de al menos 20 minas en Ponce Enríquez”, precisa Torres.

La violencia comenzó con los mineros ilegales y con autoridades seccionales que quieren controlar ese delito, según Torres. Luego escaló el crimen desde finales de 2023 por el fraccionamiento dentro de Los Lobos. “Eso ha generado las masacres de estos últimos meses con baleados, quemados y desmembramiento de personas”, acota el analista.

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