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¡Bomberos a la fuerza!
El Ministerio de Ambiente investiga las causas del flagelo que se presume fue provocado por la caza de conejos. Lugareños defendieron el páramo.
A lo lejos sobresalen algunas lomas ennegrecidas y ramas de árboles retorcidas que ardieron durante cinco días. Fueron 4.000 hectáreas de la Reserva Ecológica Cayambe-Coca que se destruyeron y ahora contrastan con el verdor del páramo.
Pedro Lanchimba, comunero del cantón Cayambe, al norte de Quito, camina con nostalgia sobre la paja chamuscada. “Este es el origen de todo, de nuestras vidas”, dice.
Pese a no tener conocimiento en apagar incendios forestales, él y más de 1.500 lugareños se organizaron para evitar que se afectaran las fuentes de agua de la zona e incluso de algunos sectores de la capital y de Cayambe.
Hombres y mujeres de más de 20 comunas llegaron a los cinco frentes del fuego con lo que tenían: palos, machetes, azadones..., todo lo que podía servir. Lo hicieron manualmente porque allí no hay un río cerca.
En su angustia, cortaron grandes pedazos de caucho para aplastar las llamas. “El agua no servía, el viento seguía abriendo frentes y nosotros estábamos desesperados”, relata.
Hicieron turnos. Era necesario estar allí las 24 horas para que no se siguiera propagando el incendio. “Estábamos deshidratados, cansados, pero poco a poco fuimos avanzando”, dice Pedro, quien lideró las operaciones.
A los lugareños se unieron contingentes de bomberos de Cayambe, Pedro Moncayo y Quito. Desde los helicópteros se lanzaba agua, pero nada era suficiente. La paja del páramo fue un buen combustible.
En un sobrevuelo, las autoridades identificaron que el incendio se propagaba por varias zonas de difícil acceso. La gran cantidad de humo no permitía visualizar todos los flancos afectados, pero los comuneros - bomberos no desistieron, por lo que después de casi una semana lograron sofocar las llamas.
Algo nunca visto
Lanchimba explica que nunca habían visto cómo el fuego se lo llevaba todo. Los comuneros son los guardianes de estos páramos que funcionan como un colchón. A través de las plantas se recoge el agua de las lluvias. Por eso es que en varios puntos hay vertientes.
“Todavía no hemos visto que las comunidades se hayan quedado sin agua, pero el caudal sí ha bajado”, comenta.
El efecto del incendio en las cuencas hídricas todavía no se hace evidente, toma tiempo. Pero tomará más tiempo aún la recuperación de la vegetación. “Entre cinco y 20 años por lo menos”, agrega.
Werner Barrera, administrador de la zona alta del Parque Nacional Cayambe Coca, asegura que se trata de un incendio provocado.
“La magnitud del incendio es bastante grande. Es lamentable la pérdida de biodiversidad por la muerte de anfibios, conejos, venados, es algo que no hemos visto en más de 30 años”, dice Barrera.
Según Barrera, el incendio habría empezado luego de que personas realizaran cacería de conejos, lo que se agravó por la ausencia de lluvias de la época.
Pedro Lanchimba presentará, por su parte, una propuesta de contingencia de incendios. “La idea es hacer grandes surcos en la tierra para que las llamas no avancen tan rápido, pero aún quedan reuniones con las autoridades”, finaliza.
El artículo 246 del Código Orgánico Integral Penal (COIP) establece una pena privativa de libertad de uno a tres años para el responsable de causar, de forma directa o indirecta, un incendio que afecte la vegetación nativa, planta o páramos.
Según los lugareños, en el incendio perdieron la vida decenas de especies endémicas como conejos silvestres, aves y venados, además de la pérdida de la vegetación propia del clima de la sierra alta ecuatoriana.