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A partir de las 06:00 están listos los platos para servir a los clientes en los diversos puntos.

Bastión Popular, la ‘capital del encebollado’

Los Villamar llegaron desde Manabí para afincarse en este sector porteño, donde pusieron de moda este tradicional plato. Hoy, todo el barrio está metido en este negocio.

A las 03:30 empieza el correteo en la manzana 1.094 del bloque 8 de Bastión Popular, norte de Guayaquil. Cuando la ciudad duerme, los Villamar y sus vecinos pican la yuca, exprimen limones, cortan cebollas, alistan los mariscos, preparan arroz y enfundan chifles. De a poco, el apetito de los moradores va despertando con el cautivador y tradicional olor del encebollado.

Esta es una sabrosa costumbre que ha tomado este sector porteño y que se ha ganado el título del ‘barrio de los cevicheros’, debido a que aproximadamente 30 personas se dedican a este negocio, siguiendo el ejemplo de esta familia manabita que empezó con la venta de ceviches y encebollados.

Al inicio, los ‘bacanes’ en la elaboración de este plato típico eran los Villamar Meza. Pero como el negocio avanzaba ‘viento en popa’, algunos vecinos también se involucraron en esta tarea, unos para ayudar a los Villamar y otros con su propio comercio de comida.

DEJARON MANABÍ

Ángel Floronel Villamar Macías recuerda que las ganancias en la agricultura apenas le alcanzaban para la comida de la semana en su natal recinto Caña Brava, del cantón Santa Ana, provincia de Manabí. Por eso decidió emigrar a Guayaquil para ayudar en la venta de encebollados a unos amigos en el sector comercial de la Bahía, centro de la urbe.

Cada semana retornaba a su pueblo con algo de dinero en los bolsillos. Hasta que llegó el momento de abandonar la tierra que los vio crecer. Ángel agarró sus maletas, compró los pasajes y se embarcó junto a su esposa y sus 5 hijos con destino a la gran ciudad en 1996.

Se asentaron en casa de unos allegados en el bloque 8 de Bastión Popular, donde crecieron sus cinco vástagos Ángel Iván, Danny, Yuliana, Fanny y Fernanda, quienes para esa época oscilaban entre los 6 y 12 años.

Después de sudar la camiseta en negocios de amigos, Ángel montó su propio local de encebollados en las calles 10 de Agosto y avenida del Ejército, pleno centro, donde sus hijos lo apoyaban.

Pero las ventas bajaron y el negocio se perdió en 2006. Los muchachos, que ya empezaban a ganarse unos centavos, decidieron ayudar en locales de allegados en Samanes 1. Allí lavaban platos, servían la comida a los clientes, hasta que decidieron hacerlo por cuenta propia.

CRECIERON LOS CEVICHEROS

Tres de los cinco hermanos Villamar pusieron sus negocios de encebollados. Danny Villamar Meza abrió su local en la parroquia La Aurora, junto a la estación de buses Panorama. Con su esposa Andreína Matamoros, con quien ha procreado tres hijos, y tres amigos que lo ayudan en la preparación de la yuca y el pescado, se abrieron paso hace diez años y hasta ahora les va bien, cuentan con su propia clientela.

Igual ocurre con sus ñaños Ángel Iván, quien tiene un local en la ciudadela La Alborada, y Yuliana con su esposo Wilmer Meza en Samborondón.

Hace aproximadamente ocho años emigraron desde Manabí sus primos, sobrinos y algunos vecinos, para meter mano en la preparación de encebollados.

Todos llegaron al mismo lugar: la manzana 1.094 del bloque 8 de Bastión Popular que ahora huele a ceviche y encebollado, porque allí elaboran todo, para luego salir a los diversos puntos de la ciudad donde tienen sus locales para atender a la clientela.

“Somos alrededor de 30 personas que nos dedicamos a este negocio, ya sea vendiendo o ayudando a preparar, porque unos pelan las yucas, las pican, otros hacen los chifles. Esto es una cadena, aquí todos ganamos”, dice Danny Villamar, quien ha logrado prosperar con este negocio que le ha permitido tener su casita propia y su camioneta para ir a comprar los ingredientes al Mercado de Transferencias en Montebello.

El trabajo en la cocina culmina a las 05:30 cuando agarran sus ollas, las suben a los carros y se trasladan a diferentes sitios, donde están ubicados sus establecimientos.

“Mi puesto de venta está en Las Orquídeas, ya tengo dos años en el negocio y hasta ahora me va bien. También soy parte del grupo de los cevicheros del bloque 8 de Bastión Popular”, dice con orgullo el comerciante Lauro Macías, mientras descansa junto a sus panas de la zona, luego de una ardua jornada entre mariscos y yuca.

“Al mediodía ya estamos de regreso a casa para descansar o conversar con los amigos”, dice Lauro, otro de los manabitas que llegó a esta ciudad para conquistarla con su sazón.

Y así viven en este rincón guayaco donde los Villamar y vecinos, preparan ceviches y encebollados, para aproximadamente 3 mil clientes en toda la ciudad.

La cadena de locales

El ‘barrio de los cevicheros’ ha logrado montar 9 negocios, los mismo que son administrados por los hermanos Danny, Ángel Iván y Yuliana Villamar Meza, Jonathan Meza, Feliberto Meza, los vecinos Óscar Mero, Celia Vinces, José Macías y Mario Chávez.

Ángel Floronel Villamar, el hombre que empezó el negocio en el barrio, ahora se dedica a ayudarle a su hijo Danny. El padre de los Villamar Meza se encarga de exprimir el limón y atender a los clientes en el local de La Aurora. “Tuve mi negocio, pero me retiré porque las autoridades municipales empezaron a cambiarnos de lugar, entonces decidí alejarme un poco de este trabajo”, indicó el ‘duro’ de los cevicheros del Bloque 8 de Bastión Popular.