Los sicarios esperaron a que su víctima saliera de un cabaret, ubicado en Quitumbe, sur de Quito, para liquidarlo, la madrugada del 29 de octubre. Eran las 03:00. José Cedeño, un amigo de él y dos mujeres salieron en un vehículo del establecimiento y tenían pensado viajar a la playa por el feriado.

Sin embargo, cuando circulaban por la avenida Otoya Ñan, dos camionetas se cruzaron en el camino y, desde el interior, varias personas sacaron armas de fuego y las detonaron en contra de Cedeño.

La víctima, desesperada, habría abierto la puerta del carro y se lanzó. En ese momento, los atacantes lo remataron a tiros en el suelo y luego fueron tras el vehículo. Lo alcanzaron en la intersección de las avenidas Morán Valverde y Manglar Alto, donde se había impactado contra un muro. Dispararon en contra del chofer y huyeron.

Una de las balas alcanzó su brazo derecho. Otro proyectil le llegó en el cuello a Érika Estrada, quien viajaba en la parte trasera y murió de inmediato. La otra chica resultó ilesa.

Agentes y paramédicos llegaron a la primera escena en la que estaba el cuerpo ensangrentado de Cedeño. Tenía varios orificios de bala en sus brazos, axila izquierda, espalda y torso.

Luego fueron al vehículo y entrevistaron a la sobreviviente, quien les contó cómo había sucedido el hecho.

Investigación

El general César Zapata, comandante de Policía de Quito, explicó que en este caso “seleccionaron a la víctima. Estaban buscándola para asesinarla”.

El oficial añadió que Cedeño tenía varios antecedentes penales por robo y por asociación ilícita. Los agentes investigadores están determinando si el hombre formaría parte de una organización delictiva. “Se indaga si la chica también era parte de la misma o solo estaba bebiendo con ellos”.

Personal de Criminalística determinó que los atacantes habrían utilizado pistolas y fusiles por los indicios balísticos que encontraron en la escena.

Tenía planes

Horas después del crimen, familiares de Estrada llegaron a la morgue para retirar sus restos. Su tía, María José Hidalgo, estaba consternada. El jueves por la tarde fue la última vez que la vio y ella le habría dicho que se iba a bailar “y ahora debo retirar su cuerpo”.

Estrada tenía un hijo y estaba casada. Vivían en el sector de La Mena 2, en el sur de la capital. Según su familiar, tenía pensado viajar a España para iniciar una nueva vida.

Hidalgo recordó a la joven como alguien noble y de buen carácter. Le gustaba practicar el fútbol y cocinar encebollado. “No tenía problemas con nadie”, concluyó.