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Sigue el drama de los afectados de la explosión en Monte Sinaí, necesitan ayuda
La casa donde residía la familia podría caerse. Una de las niñas de la pareja sigue hospitalizada
De la vivienda donde hasta hace dos días estaban sus enseres y donde cada espacio era iluminado por las sonrisas de sus cuatro hijos, solo quedan las paredes. La explosión, por acumulación de gases registrada la madrugada del viernes, dejó solo en ‘estuche’ la casa donde residían Linda Rodríguez, su esposo Anthony Ortega Márquez, sus cuatro hijos y su suegro.
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La guayaquileña, de 29 años, ahora mira con desconsuelo y recorre con temor el inmueble por donde habitó por una década, ubicado en la cooperativa Ebenezer, en el sector de Monte Sinaí, noroeste de Guayaquil. Sin embargo, lo que más le aflige y preocupa es la salud de una de sus gemelas de cuatro años, a quien le cayó un pedazo de pared producto de la explosión.
“No tenemos un techo, pero estamos vivos. La noche después de la tragedia, mi suegro y mi esposo se quedaron en un cuarto que una vecina nos prestó para guardar lo poco que pudimos salvar. Mis hijos estaban en la casa de mi mamá y yo pasé toda la noche en el hospital pendiente de la salud de mi niña. Mis hijas están vivas de milagro, quedaron aplastadas”, expresó con su voz entrecortada Linda.
Tras la tragedia, familiares, vecinos y amigos de los perjudicados ayudaron a retirar los escombros que cubrían el piso. Fueron pocos los enseres que pudieron salvarse del estallido. Por estruendo, las paredes y pilares quedaron con grietas y fisuras, lo que presenta un peligro de que el inmueble sea habitado.
“Llegó el Municipio, la Gobernación, el MIES (Ministerio de Inclusión Económica y Social) para ofrecernos ayuda, nos dieron unos kilts con alimentos, colchones, ropa, toallas. Una persona que trabaja en Gestión de Riesgo del Municipio nos dijo que iban a enviar una maquinaria para demoler la casa. Ojalá tanto ofrecimiento no quede solo en promesas”, manifestó Rodríguez.
Horas antes de la desgracia, los esposos Ortega-Rodríguez habían inaugurado un comedor en uno de los locales ubicados en la planta baja del inmueble. Hace pocos días, los padres de los menores afectados se quedaron sin herramienta de trabajo, la motocicleta con la que realizaba el servicio de mototaxis se le dañó.
“Horas después de la inauguración lo perdimos todo. Nos endeudamos para comprar unas mesas y sillas plásticas para recibir a las personas que llegaban a comer. Todo quedó en nada”, expresó.
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