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Anita Belén Guevara, una rebelde en la cocina
La chef pastelera comparte a diario sus recetas de postres con miles de seguidores, a través de clases online. Su pelo bicolor es su sello personal
El tono bicolor de su cabello se ha convertido en su sello personal, al igual que las recetas de postres que comparte con más de cien mil seguidores que tiene entre sus cuentas de Instagram y Facebook.
A sus 30 años, Anita Belén Guevara ha logrado las metas que se ha propuesto. Una de ellas, tal vez la principal, es haber obtenido, en Madrid, España, el título de chef pastelera en la escuela de cocina referente en el mundo, Le Cordon Bleu, cuyo origen es francés.
La afición por la cocina nació desde que era una niña. Sus recuerdos la llevan hasta la ciudad de Cuenca, cuando en las vacaciones escolares solía visitar a su tía y cocinaba con ella. El olor y el sabor de los platillos familiares, en los que contaban también las recetas de la abuela, la envolvieron. Entonces supo que haría del arte culinario su profesión.
A los 13 años armó en el colegio el club de la cocina, pero duró muy poco porque sus compañeras no eran tan apasionadas como ella. Amante de preparar dulces, Anita Belén se inició de manera empírica.
Terminado el bachillerato su ilusión fue estudiar pastelería en Europa, pero sus padres, quienes se han dedicado siempre a los estudios y a la docencia, le pidieron que primero obtuviera un título universitario.
“Para mi papá era como que no. Si quieres cocinar, haz el almuerzo. Me metí a estudiar Publicidad y me gradué como ‘marketer’ en la Casa Grande. Siempre trabajé en lugares relacionados con comida”, recuerda Anita, quien fue coordinadora de marketing en una reconocida cafetería local.
Confiesa que luego de una estresante jornada de trabajo llegaba a su casa a cocinar, porque era lo que la relajaba.
“Entonces empecé a subir fotos a mi Instagram de los dulces que hacía, llegaron los seguidores y comencé a regalar mis postres. No me atrevía a venderlos porque trabajaba en una cafetería y no estaba bien”, relata Guevara.
Decidió dejar su trabajo y empezó a vender los postres que preparaba y a crear fórmulas para sus propios dulces. Uno de ellos es ‘la malacrianza’ que tuvo mucho éxito entre sus seguidores, por todos los ingredientes que lleva.
¿Por qué lo llamó así?
Porque es una malacrianza comérselo. Tiene todas esas cosas que de niña uno se quiere meter: suspiro, manjar, negritos de trufas, nutella, más suspiro, frutillas y chocolate derretido. Además es el juego del nombre, porque como estudié marketing utilizaba mucho esto.
¿En qué momento llega a la escuela más famosa de pastelería?
Empecé a trabajar con marcas y a ahorrar plata. Decidí cumplir el sueño que había dejado pendiente y que tenía cuando salí del colegio: estudiar en la mejor escuela de pastelería, en Le Cordon Bleu en Madrid, España. En ese tiempo tenía un segmento de repostería en ‘En contacto’. Dejé todo y me fui a estudiar porque quería mi título y aprender lo que me hacía falta.
Ya de regreso con su título, ¿a qué se dedicó?
A seguir con mi blog. Antes de la pandemia daba clases presenciales, escribí un libro de recetas que está a la venta, llamado ‘Sugar Mamma’, además trabajo con marcas.
Usted comparte sus recetas con sus seguidores. ¿Sigue dando clases gratis online?
La gente intentó imitar la malacrianza, pero lo hacía mal, entonces se me ocurrió empezar a compartir las recetas y todos decían que estaba loca, porque nadie me las iba a comprar, sino a alguien más, pero luego me empezaron a replicar bien, lo cual me dio gusto, y mi comunidad comenzó a crecer y encontré mucho placer en enseñar. Doy clases online todos los días a través de Instagram Live a partir de las cuatro de la tarde.
¿Qué es lo bonito de cocinar?
Lo más bonito de cocinar es que lo disfrutas. Ahora que pueden pasar esos procesos de ansiedad y estrés en esta pandemia, te concentras en lo que estás haciendo y sientes una satisfacción muy grande. Es un momento de paz.
¿A qué se debe el doble tono de su pelo?
Siempre lo cambio. Todos los años digo “renovemos todo, necesito verme diferente”. Tengo seis años con el pelo morado y lo he cambiado a diferentes colores, pero siempre el morado va como principal. Ahorita está azul adelante y morado atrás, siempre cambio.
Da la impresión de que es rebeldía. ¿Se considera una rebelde de la cocina?
Podría llamarse rebeldía, pero más allá de eso es un tema para mí de singularidad. Siempre lo digo en mis clases, me sentía diferente, por eso me lo pinté de morado. A mí me representa más un pelo de colores, me gustan las cosas coloridas, con diferentes tonos. Me gusta hacer las cosas diferentes.